Se trata del grupo Manos Solidarias Rosario, formado por "ciudadanos comunes", como ellos mismos se definen, que este año comenzaron a salir a dar desayunos y cenas a gente que en situación de calle.
Se trata del grupo Manos Solidarias Rosario, formado por "ciudadanos comunes", como ellos mismos se definen, que este año comenzaron a salir a dar desayunos y cenas a gente que en situación de calle.
Todo comenzó con Verónica Manara, de 36 años, que decidió que algo había que hacer.
Empezaron por juntar tapitas de plástico para chicos que necesitaban pagar tratamientos muy caros. Y en marzo de 2017 empezaron a ayudar a un merendero.
En marzo se lanzaron a hacer recorridas por la noche para dar de comer a los que duermen al raso, y luego incorporaron los desayunos por la mañana temprano.
"A diferencia de otros grupos nosotros recorremos toda la ciudad, y llegamos a barrios de zona norte, sur y oeste", explicó Verónica.
Durante los meses de verano, el grupo seguirá repartiendo desayunos los sábados y domingos a partir de las seis de la mañana.
Una decisión
"Hacer voluntariado es una decisión", expresó Verónica quien tuvo que pensar muy bien si quería involucrarse en una tarea solidaria. Está casada y tiene dos hijos.
Hoy reparte su tiempo entre las tareas del hogar y la logística para armar desayunos y cenas, lo cual implica conseguir los ingredientes, cocinar, lograr las donaciones para los desayunos, juntar ropa, mantas y abrigo para repartir en invierno.
"Mi familia me apoya porque sino no podría", cuenta quien convirtió a su casa en un depósito de donativos.
Hoy su hija de 16 años también sale con ella a llevar las cenas, su marido y su hijo mayor también la acompañan cuando pueden.
"Tener la posibilidad de ayudar a alguien es una experiencia muy difícil de describir. Te puede pasar que sientas que no es para vos, o darte cuenta de que justamente eso es lo que querés hacer", reflexionó.
"Nosotros sabemos que no le vamos a cambiar la vida a la gente, pero tal vez por ese ratito compartido, le cambiás el día", destacó y contó algo que le sucedió el 24 a la noche.
En Córdoba y Nicaragua estaba Diego esperándolos. El vive en la calle y ya se conocen. Pero, para sorpresa de los voluntarios, esta vez Diego los aguardaba con una sorpresa. Una rotisería cercana le había preparado unas empanadas y tartas y él no las comió para esperar a los voluntarios de Manos Solidarias para compartirlo con ellos. "Nos emocionó, pero es así, la gente nos espera y por eso no podemos dejar de salir", explicó Verónica que seguirá con esta tarea también durante el verano.
¿Cuál es el secreto? "Sólo se trata de no mirar para otro lado, porque ellos existen y están en la calle por diferentes motivos, que nosotros no juzgamos. Sólo damos una mano", concluyó.
Los voluntarios repartieron 200 raciones de comida en los distintos barrios de Rosario.