Equipos armados con picos, mazos y palas, así como detectores de metales y un radar ultransensible, rastrean desde hace días la antigua mansion del narcotraficante colombiano Pablo Escobar en Miami Beach, antes de que se convierta en escombros a partir de mañana. Los actuales propietarios quieren demolerla, pero no sin antes comprobar si en algun lugar de la vivienda está oculta parte de las riquezas que llegó a atesorar el famoso jefe del cartel de Medellin.
Hasta el momento, lo que se ha encontrado es un fajo de lo que podría ser cocaína, aparentemente olvidado en un cajón de una pequeña cocina junto al garaje.
La casa, muy deteriorada tras años de abandono, se encuentra en una finca de casi 700 m2 en North Bay Road, una acomodada zona que da a la bahía Vizcaina. Sus ajadas paredes en rosa pastel, la piscina llena de escombros y un embarcadero de madera apenas reflejan ya el rutilante tren de vida del gran magnate de la droga de los años 80. La vivienda, construida en 1948, cuenta con cuatro dormitorios y seis baños repartidos en dos pisos, ademas de un garaje contiguo. Grafitis y restos de algun incendio le dan ahora un aspecto decadente. El jardín lo preside un enorme y frondoso baniano centenario, que será lo único que se salve de la acción de las excavadoras.
Aquella era la "era dorada" de los narcos, comenta Tom Cash, entonces responsable para Florida, el Caribe y Latinoamérica de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA. En esos años, los narcotraficantes acumulaban tanto dinero que se convertia en un problema. "No podían comérselo, no podían bebérselo, así que tenían que invertirlo. ¿Y qué mejor sitio para invertir que Miami?", comenta. Y cuando los bancos empezaron a hacer preguntas, añade, "entonces decidieron crear su propio banco, el Sunshine State Bank".
Cash –apellido que curiosamente se puede traducir como "dinero en efectivo"– se pregunta si aún habrá algo de valor escondido en la casa de Escobar en Miami, ya que los narcotraficantes solían ocultar el dinero tras las paredes o bajo el suelo. De hecho, recuerda cómo en 1990 la DEA encontró tras un muro de una casa en Puerto Rico cerca de 14 millones de dólares en billetes. Sin embargo, "a veces aquellos que escondieron el dinero fueron asesinados, de modo que nadie sabe adónde fue a parar", explica.
Los dueños de la vivienda son ahora el empresario francés Christian de Berdouare, fundador de la cadena de restaurantes de pollo Chicken Kitchen, y su esposa, la periodista Jennifer Valoppi, que la adquirieron en 2014 por cerca de diez millones de dólares al anterior propietario, un abogado, que a su vez se la había comprado al Gobierno por poco más de un millón tras incautársela a Escobar en 1987. Aseguran que cuando se hicieron con ella no sabían que había sido del capo colombiano, pero que luego comprobaron que su nombre aparecía en las escrituras.
Sin embargo, para ellos lo que pasó entre aquellas paredes carece de importancia, porque Escobar "era una persona muy mala". De Berdouare explica que lo único que quieren hacer es "destruir la casa para que la energía negativa del tipo se vaya". "No hay nada que se merezca preservar. Si pudiera, le prendería fuego", enfatiza. En su lugar, se levantará una lujosa vivienda moderna que no deje rastro del pasado.
No obstante, y dado el interés existente por la casa y lo que aún pudiera esconder, han encargado picar paredes y suelos por si hubiera compartimentos secretos con dinero, oro, joyas o "hasta un cadáver", aventura el propietario. Asímismo, se rastrea el jardín con detectores de metales y un radar ultrasensible va a crear una imagen en 3D que llegaráhasta dos metros de profundidad bajo el suelo. Además, están rodando un documental que esperan vender a algún canal especializado en Historia.