El Papa Francisco remarcó que el objetivo de “la unidad latinoamericana” iniciado por el “sueño de San Martín y Bolívar” podrá concretarse si se trabaja el “encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía”, al tiempo que aseguró que el subcontinente siempre “fue y será víctima, hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores”.
En una entrevista de alto contenido político, concedida en Santa Marta a la agencia argentina de noticias Télam, el Pontífice evitó mencionar a esos “explotadores” porque, dijo, “son tan obvios que todo el mundo los ve”, e invitó a América Latina a pensarse “desde la periferia” para cumplir el “sueño de unidad de San Martín y Bolívar”.
El Papa describió a la región en medio de un “camino lento, de lucha”, que apunta a “la unidad”, al tiempo que hizo una firme defensa del perfil “popular” de la Iglesia latinoamericana.
“Hay cuatro principios políticos que a mí me ayudan, no solo para esto sino incluso para resolver cosas de la Iglesia”, dijo Francisco, y amplió: “Cuatro principios que son filosóficos, políticos o sociales. Los voy a mencionar: ‘La realidad es superior a la idea’, o sea, cuando te vas por los idealismos, perdiste; es la realidad, tocar la realidad”, dijo primero.
Luego continuó: “‘El todo es superior a la parte’, es decir, buscar siempre la unidad del todo. (Tercero) ‘La unidad es superior al conflicto’, o sea, cuando privilegiás los conflictos, dañás la unidad. Y (cuarto) ‘el tiempo es superior al espacio’. Fijate que los imperialismos siempre buscan ocupar espacios, y la grandeza de los pueblos es iniciar procesos”, enseñó.
“Estos cuatro principios siempre me ayudaron para entender a un país, a una cultura o a la Iglesia. Son principios humanos, de integración. Y hay otros principios que son más ideológicos, de desintegración. Pero reflexionar sobre esos cuatro principios ayuda mucho”, ilustró Francisco.
Nacido en Argentina hace 85 años, Francisco se convirtió el 13 de marzo de 2013 en el primer Papa latinoamericano. Desde entonces no ha vuelto a nuestro país, pero visitó Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, México y Colombia.
En todos esos países la Iglesia Católica está fuerte porque, dijo Francisco, “tiene una historia de cercanía al pueblo muy grande”.
“Es una Iglesia popular, en el sentido real de la palabra. Es una Iglesia que se desnaturalizó cuando el pueblo no podía expresarse y terminó siendo una Iglesia de capataces de estancia”, dijo en relación al tiempo de la dictadura militar.
“La Iglesia latinoamericana tiene aspectos de sujeción ideológica en algunos casos. Los ha habido y los seguirá habiendo porque eso es una limitación humana”, agregó, “pero es una Iglesia que pudo y puede expresar cada vez mejor su organización popular”.
Francisco habló durante una hora y media y se mostró algo recuperado de su artrosis en la rodilla derecha. Consultado por Télam si aún había “Papa para rato”, optó por una respuesta casi de protocolo: “Que lo diga el de arriba”. Se mostró, sin embargo, muy animado.
Habló sobre el fin de la pandemia. “No podemos volver a la falsa seguridad de las estructuras políticas y económicas que teníamos antes (de la pandemia). Así como digo que de la crisis no se sale igual, sino que se sale mejor o peor, también digo que de la crisis no se sale solo. O salimos todos o no sale ninguno”, dijo.
El Papa es consciente del poder de su voz “disonante”, como la definió, pero también criticó lo que consideró la manipulación mediática de sus palabras. “Es cierto que te agarran una frase fuera de contexto y te hacen asegurar lo que no quisiste decir. Por ejemplo, con la guerra hubo toda una disputa por una declaración que hice en una revista jesuita. Dije: ‘aquí no hay buenos ni malos’ y expliqué por qué. Pero se tomó esa frase sola y dijeron: ‘¡el Papa no condena a Putin!’. La realidad es que el estado de guerra es algo mucho más universal, más serio, y aquí no hay buenos ni malos. Todos estamos involucrados y eso es lo que tenemos que aprender”, dijo.
Llamó entonces a reconsiderar el concepto de “guerra justa”, aquella que justifica la reacción la víctima: “Puede haber una guerra justa, hay derecho a defenderse, pero como se usa hoy día ese concepto hay que repensarlo. Yo he declarado que el uso y la posesión de armas nucleares es inmoral. Resolver las cosas con una guerra es decirle no a la capacidad de diálogo”.
Jorge Bergoglio cumplirá el año próximo diez años como Papa. “Bergoglio nunca se imaginó que iba a terminar aquí. Nunca”, dijo. Y recordó cómo fue aquel día de la elección. “Yo vine al Vaticano con una valijita, con lo puesto y un poquito más. Más aún: dejé preparados en Buenos Aires los sermones para el Domingo de Ramos. Pensé: ningún Papa va a asumir el Domingo de Ramos, así que yo el sábado viajo de vuelta a casa. O sea, nunca me imaginé que iba a estar acá”. “¿Y cómo miraría Bergoglio al Papa?”, le preguntó Télam. “Yo creo que en el fondo diría ?¡Pobre tipo! ¡La que te tocó!. Pero no es tan trágico ser Papa”.