Un tribunal de la ciudad francesa de Marsella condenó ayer a cuatro años de prisión por fraude al fundador de la empresa Poly Implant Prothèse (PIP), el francés Jean-Claude Mas, quien vendió en todo el mundo implantes mamarios con silicona de mala calidad.
El tribunal de esa ciudad del sur de Francia considera probado que Mas, de 74 años, junto a otros cuatro ex empleados de la empresa acusados, engañó a sabiendas a sus clientes durante años. Decenas de miles de mujeres en todo mundo llevan implantes de esta empresa, que los elaboró con una silicona industrial más económica, no apta para productos médicos.
Además de la pena de prisión, Mas fue condenado a pagar una multa de 75 mil euros (48 mil dólares) y una prohibición para ejercer la medicina. Sus colaboradores recibieron penas de entre 18 meses y tres años, en parte bajo libertad condicional.
El abogado de Mas anunció poco después del veredicto que apelará la sentencia. Por ahora, Mas queda libre. "Eso enfurece", comentó la francesa Alexandra Blachere, víctima de un implante de PIP, quien indicó que ahora hay que esperar al próximo proceso.
El escándalo saltó en 2010 cuando se sumaron los indicios de que había un riesgo elevado de que las prótesis se rasgaran. Las autoridades de varios países, entre ellos Francia y Alemania, recomendaron en una acción sin precedentes que las mujeres con esas prótesis se operaran preventivamente para cambiarlas. En esos dos países, unas 20 mil mujeres siguieron el consejo.
En todo el mundo los cirujanos han implantando cientos de miles de prótesis de esta empresa, que ahora es insolvente.
Pocas esperanzas. A pesar de que el tribunal reconoció ayer en general las reivindicaciones de las víctimas, no hay muchas esperanzas de que reciban una gran indemnización por parte de Mas. Los pedidos de indemnización ascienden a una suma total de 50 millones de euros (68 millones de dólares). Al inicio del proceso, el francés había dicho que es un jubilado sin medios y que cuenta apenas con 1.800 euros (2.500 dólares) al mes.
Mas reconoció durante el proceso el engaño, pero dijo, sin embargo, que el gel de sus prótesis no era tóxico ni peligroso. El juicio oral había finalizado a mediados de mayo. Con más de siete mil mujeres como demandantes y 300 abogados, fue considerado uno de los procesos más grandes en la historia de la Justicia francesa.
"Para las víctimas fue un gran alivio haber sido finalmente escuchadas y reconocidas", comentó ayer uno de los abogados de las afectadas, Philipe Courtois.