La juez Yekaterina Shoponyak declaró a Sokolovsky culpable de incitar al odio religioso y le impuso una pena en suspenso de 3 años y medio de prisión. Es el mismo delito que envió a prisión durante dos años a dos mujeres del colectivo punk Pussy Riot en 2012.
El comportamiento del acusado y sus videos contra la religión demostraban su "falta de respeto por la sociedad", afirmó la juez, señalando que Sokolovsky "pretendía ofender los sentimientos religiosos".