El Papa Benedicto XVI celebró ayer la fiesta del bautismo de Jesús bautizando a 13 niños en la Capilla Sixtina, en una misa solemne en la que usó el antiguo altar pegado a la pared y por tanto dando la espalda a los fieles.
El Papa Benedicto XVI celebró ayer la fiesta del bautismo de Jesús bautizando a 13 niños en la Capilla Sixtina, en una misa solemne en la que usó el antiguo altar pegado a la pared y por tanto dando la espalda a los fieles.
Por primera vez desde la reforma del Concilio Vaticano II un Papa volvió a dar la espalda a los fieles, aunque la celebración se desarrolló según el Misal ordinario, es decir el introducido por Pablo VI tras el Vaticano II y que "es y permanece" como la forma "normal" de la liturgia, según precisó el propio Pontífice cuando autorizó a que algunas órdenes conservadoras pudiesen celebrar la misa según el antiguo rito, en latín y de espaldas a los fieles el celebrante.
Hasta ahora se utilizaba un altar móvil, que se colocaba para la ocasión delante de la pared en la que Miguel Angel pintó el "Juicio Final". En ese altar ofició siempre Juan Pablo II y Benedicto XVI lo ha hecho en los dos años de su pontificado.
La Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice precisó que se decidió utilizar el antiguo altar pegado a la pared del "Juicio Final" para "no alterar la belleza y la armonía de esta joya arquitectónica".
"Ello significa que en algunos momentos el Papa dará la espalda a los fieles y mirará a la Cruz", señaló el Vaticano, que subrayó que el Misal utilizado para toda la liturgia fue el "ordinario".
El Papa leyó la homilía en un trono colocado en la pared derecha y no en el centro de la capilla. Concelebró con el vicecamarlengo, el obispo Paolo Sardi, y el limosnero pontificio, el prelado Feliz del Blanco Prieto.
Los 13 niños bautizados son todos hijos de empleados del Vaticano.
Homilía. El Santo Padre, en su homilía indicó que "con la fiesta del bautismo de Jesús, concluye el tiempo litúrgico de la Navidad. El Niño, a quien desde Oriente fueron a adorar los Magos en Belén ofreciéndole dones simbólicos, se presenta ahora en edad adulta, en el momento en el que es bautizado en el río Jordán por el gran profeta Juan. El Evangelio observa que cuando Jesús recibió el bautismo, salió agua, se abrieron los cielos y descendió sobre él el Espíritu Santo como una paloma. Se escuchó entonces una voz desde el cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco»".
Benedicto recordó que "Jesús se manifestó como el «Cristo», término griego para traducir el hebreo «Mesías», que significa «ungido»: no fue ungido con el aceite, como era el caso de los reyes y sumos sacerdotes de Israel, sino más bien con el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, junto al Hijo de Dios, aparecieron los signos del Espíritu Santo y del Padre celestial". l (DPA y AP)
Por Facundo Borrego