Dos activistas francesas pertenecientes al colectivo Riposte Alimentaire arrojaron sopa sobre La Gioconda, la obra maestra de Leonardo da Vinci expuesta en el Museo del Louvre cuyo lienzo original está protegido por un cristal, por lo que no llegó a sufrir daños.
"¿Qué es lo más importante? ¿El arte o el derecho a una alimentación sana y duradera? Nuestro sistema agrícola está enfermo”, gritó una de las dos activistas que arrojaron una sopa de color naranja y rápidamente pasaron por debajo de las barreras que rodean el cuadro, una secuencia que duró casi dos minutos y fue filmada por las cámaras de seguridad del espacio.
El grupo describió el lanzamiento de sopa como “el pistoletazo de salida (de una) campaña de resistencia civil, con una clara reivindicación que beneficia a todas y todos: la seguridad social de una alimentación sostenible”. Empleados del Louvre colocaron varios biombos frente al cuadro para impedir que los asistentes tomaran más imágenes de las activistas, vestidas con unas camisetas en las que se leía “Riposte alimentaire” (“Respuesta alimentaria”).
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La organización publicó varios mensajes en la red social X en los que justificó su protesta argumentando que en Francia una de cada tres personas se salta las comidas por falta de recursos, al mismo tiempo que se desechan el 20% de los alimentos.
“Nuestro modelo estigmatiza a los ciudadanos en situación más precaria y no respeta nuestro derecho fundamental a la alimentación”, afirman los activistas.
Rachida Dati, ministra francesa de Cultura, dijo en una publicación en X que “ninguna causa podría justificar que (la Mona Lisa) fuera atacada”.
La pintura, conocida en Francia como La Gioconda por la famosa y enigmática sonrisa del personaje, pertenece, dijo Dati, “como todo nuestro legado a las generaciones futuras”. La Gioconda, también conocida como la Mona Lisa, está considerada una de las obras de arte más conocidas del mundo y se conserva en el Museo del Louvre de la capital francesa, donde en mayo de 2022 fue objeto de otro acto vandálico cuando le arrojaron una tarta.
Los ataques a obras significativas de museos de todo el mundo se han convertido en el método preferido por diferentes grupos de activistas para pronunciarse sobre la crisis climática o alimentaria. De “Las Majas” de Goya en el Museo del Prado de Madrid a “Los Girasoles” de Van Gogh y “La Venus del espejo” de Velázquez en la National Gallery de Londres, numerosos cuadros han servido de escenario para reclamar a los gobiernos un cambio de política frente al manejo de la agenda en cuestiones ambientales o económicas.
El 2022 estuvo plagado de este tipo de acciones. El 22 de julio unos ecologistas pegaron sus manos a la “La primavera” de Sandro Botticelli en la Galería de los Uffizi de Florencia (Italia). El 14 de octubre, lanzaron sopa de tomate contra el cuadro “Los Girasoles” de Vicent Van Gogh en la Galería Nacional de Londres. Unos días antes, dos personas pegaron sus manos al cuadro de Pablo Picasso “Masacre en Corea”, en Melbourne (Australia). En aquellos días también fue vandalizado un cuadro de Claude Monet de la serie “Almiares”, en un museo próximo a Berlín.