La COP30, celebrada entre el 10 y el 21 de noviembre en Belém do Pará, Brasil, consolidó un nuevo protagonismo para los combustibles sostenibles dentro de la agenda climática. Con la transición energética como uno de los ejes centrales de la cumbre, el lanzamiento del Compromiso de Belém por los Combustibles Sostenibles durante la PreCOP de Brasilia —conocido como Belém 4X— dio el marco para una intensa primera semana colmada de conferencias, negociaciones y eventos paralelos enfocados en biocombustibles y combustibles alternativos.
Belém 4X: un impulso político global
Belém 4X es una iniciativa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil que busca cuadruplicar la producción y uso de combustibles sostenibles para 2035. Hasta el momento, 23 países han ratificado el documento.
“La variedad y la amplia distribución geográfica del grupo de países que se han adherido al compromiso demuestran la relevancia de los combustibles sostenibles para la transición [energética] y la lucha contra el cambio climático en todo el mundo", destacó el embajador y presidente de la COP30, André Corrêa do Lago.
Para impulsar ese objetivo, se anunció una alianza estratégica con la Conferencia Ministerial de Energía Limpia (CEM, por sus siglas en inglés), promotora del Plan de Acción para los Combustibles del Futuro, la única plataforma global que integra múltiples sectores para avanzar en la implementación de combustibles sostenibles.
“Podemos implementar combustibles sostenibles en diversos sectores como en la aviación, el transporte marítimo, la industria pesada, el sector químico, la fuerza aérea. Para tener éxito, necesitamos invitar a todos a la mesa. La transición energética no es un desafío sectorial; sino sistémico. Los gobiernos, el capital privado y la industria deben unir fuerzas”, añadió Dan Ioschpe, high-level champion de la COP30.
En paneles específicos sobre el papel de los biocombustibles en la transición energética, representantes de Brasil, Agroicone, la Global Biofuels Alliance, el IICA y la CPBIO destacaron la importancia temporal de la meta de Belém 4X —duplicar la producción en la próxima década— a la vez que afirmaron que es alcanzable si se integran mejor los sistemas agrícolas, energéticos y ambientales.
En ese marco, Agustín Torroba, especialista internacional en biocombustibles del IICA y secretario técnico de la CPBIO, remarcó que el Belém 4x solo será posible si se fortalece el vínculo entre agricultura, energía y ambiente. “Cerrar las brechas de productividad en las principales cadenas agrícolas nos dará toda la materia prima necesaria para producir más biocombustibles sostenibles, en forma abundante y costo efectiva”.
Biocombustibles en el centro de la escena
La temática reunió a organizaciones como la Asociación Brasileña de la Industria de la Caña de Azúcar (UNICA), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO), la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) y la Alianza Global de Biocombustibles (GBA), que presentaron tanto oportunidades como desafíos del sector. También se sumaron organismos sectoriales clave, como la Organización Marítima Internacional (OMI) y la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO), además de los ministerios de Transporte y de Minas y Energía de Brasil, que analizaron el rol de los combustibles sostenibles en sus ámbitos de acción.
Para Torroba, esta edición fue “la COP en la que los biocombustibles tuvieron mayor visibilidad como herramienta para enfrentar el cambio climático”.
El avance del SAF
El combustible sostenible para aviación, conocido como SAF por sus siglas en inglés, ocupó un lugar destacado durante la COP. En diversos paneles, talleres y mesas redondas, referentes del IICA, UNICA, IATA, GBA, la CPBIO y otras organizaciones analizaron las rutas tecnológicas, los desafíos regulatorios y el potencial agrícola para proveer materias primas a esta nueva cadena de valor. También se discutieron los principales obstáculos para masificar el uso del SAF, como los altos costos de producción, regulaciones poco claras y limitaciones de infraestructura.
Evandro Gussi, CEO de UNICA, sostuvo que la industria vive “un momento histórico”, mientras que Aida Lorenzo de Juárez, High-Level Climate Champion en Sustainable Bioenergy y directora ejecutiva de la Asociación de Combustibles Renovables de Guatemala, subrayó el salto del uso de biocombustibles desde el transporte terrestre hacia el marítimo y aéreo.
Por su parte, Pedro de la Fuente, Senior Manager de External Affairs & Sustainability para las Américas de la IATA, habló sobre las rutas tecnológicas para la producción de SAF y los desafíos para acelerar su producción sobre la base de políticas públicas. A su vez, Torroba explicó explicó cómo los marcos regulatorios y la armonización de métricas pueden permitir que la biomasa de bajo carbono sea aceptada internacionalmente, habilitando una mayor producción en la región.
Los expertos coincidieron en que el SAF es actualmente la vía más viable para descarbonizar la aviación en el corto y mediano plazo, con potencial de reducir hasta el 80% de las emisiones respecto a los combustibles fósiles. Sin embargo, su adopción dependerá de una mayor coordinación internacional entre productores, aerolíneas, gobiernos e inversores, así como de la armonización de estándares que permita escalar la producción de forma segura, sostenible y competitiva.
El rol de la agricultura
Organizaciones del agro participaron activamente en las discusiones y especialistas mostraron cómo la bioenergía puede integrarse con la producción agrícola y la seguridad alimentaria, combinando biotecnología, protección de cultivos y eficiencia industrial para generar más biomasa y, con ella, combustibles más limpios.
El IICA y la CPBIO presentaron además un marco de acción para cumplir con Belém 4X, destacando que no es necesario expandir la frontera agrícola: cerrar las brechas de rendimiento en cultivos como maíz, trigo, soja, caña, colza y palma podría incluso permitir producir hasta un 72% adicional de biomasa sostenible, manteniendo la seguridad alimentaria.
Según Agustín Torroba, representante de estas organizaciones, "la agricultura puede ser un socio estratégico clave para cumplir el Compromiso de Belém 4x, si se la reconoce como un recurso ambiental y productivo capaz de generar alimentos, fibras y biocombustibles sostenibles, impulsando una transición energética justa, inclusiva y basada en la ciencia."
Perspectivas a futuro
La COP30 dejó en claro que los combustibles sostenibles ya no ocupan un rol periférico en la agenda climática, sino que se posicionan como un pilar en la transición energética global. El desafío, de aquí en adelante, será transformar el impulso político del Belém 4X en inversiones concretas, marcos regulatorios estables y cadenas de valor capaces de operar a escala.
Si la articulación entre agricultura, energía, industria y ciencia logra consolidarse, América Latina podría convertirse en uno de los motores mundiales de esta transformación hacia un transporte más limpio, competitivo y alineado con los objetivos climáticos.