La pérdida de legitimidad no proviene solo de la ineficacia percibida por la opinión pública, sino que hoy la ONU es abiertamente cuestionada desde el Salón Oval y por aliados ideológicos de la administración Trump. A esto se suman gobiernos y sectores sociales que ya no ven a la organización multilateral como un vehículo para construir diálogo, mucho menos para ofrecer soluciones concretas a problemas urgentes.
Este desgaste se vuelve más evidente en la agenda climática de la COP. Los avances son insuficientes, en base a sus expectativas, sus metas no se cumplen y los mecanismos de financiamiento siguen siendo exiguos frente a la magnitud del desafío. Las negociaciones climáticas, ese corazón de la COP donde se supone que el mundo acuerda su futuro común, se desarrollaron entre tensiones dramáticas: 165 países intentaron destrabar posiciones sobre temas vitales para el planeta y la humanidad. Más de 50 jefes de Estado, cientos de líderes subnacionales, de la producción , la sociedad civil y la cobertura de los medios globales estuvieron presentes, Una impronta que generó un escenario de posibles grandes anuncios y donde la evolución de pequeños logros dejan una sensación a poco.
A esta complejidad se sumó un factor geopolítico decisivo: la ausencia de liderazgo estadounidense. Hasta la administración de Biden, EE.UU. era un articulador clave dentro de la arquitectura climática global. Su retiro de la centralidad dejó espacio a otros actores que buscan disputar ese rol como China en donde se ve claramente un error de estrategia de USA en la abierta competencia global que se dirime en todos los espacios.
Las Naciones Unidas fueron creadas en la posguerra en 1945. Por supuesto que sus pesadas estructuras y su relación de fuerzas ya no tienen más nada que ver con lo que pasa en realidad y mucho menos con los avances tecnológicos y la competencia entre naciones y sectores del poder.
Es imperante hacer una reforma del sistema internacional, no sólo de la ONU para que puedan ser más ágiles sus decisiones y que tengan el nivel de respuesta que el mundo exige y necesita
Argentina: oportunidades que se pierden en medio de la tormenta perfecta
Cómo ha utilizado en varias oportunidades el gobierno nacional en estos últimos días, la idea de Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de lo posible o de lo bueno”. Esta misma premisa debería utilizarla para no dejar ningún espacio vacío en el deshilachado sistema internacional.
El subsecretario Fernando Brom y su equipo estuvieron trabajando para presentar las NDC, el compromiso a nivel nacional para bajar las emisiones a nivel global, a tiempo en esta conferencia y todos esperábamos no sólo la presentación de las NDC, sino la presencia de Brom, en el espacio que tenía Argentina para presentar las posiciones de nuestro país ante la conferencia. Como lo hicieron el resto de los países presentes y esto no se debe a la voluntad del propio subsecretario, sino a una política nacional que es contradictoria.
Esta contradicción se vuelve evidente. Mientras el gobierno nacional trabaja con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que sus implicancias lo alejaría del Acuerdo de París, al mismo tiempo firmó en septiembre el tratado Mercosur-EFTA, y busca avanzar dentro del Mercosur con la Unión Europea. Acuerdos que ponen a la cuestión ambiental como una prioridad.
Pero la contradicción más grande se ve en noviembre, mismo mes de la COP donde Argentina manifiesta fuertemente su deseo de ser miembro de la OCDE, una organización de las economías más desarrolladas del mundo, que le permitirían a nuestro país lograr grandes beneficios. La OCDE tiene el tema climático como eje central y lo vemos en sus diferentes topics entre ellos cambio climático y ambiente.
Desde la FNGA seguiremos intentando crear puentes entre los que piensan diferente y hasta no dialogan para que nuestro país y nuestra región no deje sillas vacías y tengamos posiciones unívocas que sin dudas deben incluir al gobierno nacional.