En una "sala de guerra" en el sur de Florida, un ex presidente de los Estados Unidos está planeando su regreso... y su venganza. Según la CNN, suele pasar las mañanas en su cercano campo de golf, haciendo y recibiendo llamadas desde un carro de golf que hace las veces de oficina móvil y autodirigida. Los múltiples viajes al campo en las últimas semanas han servido para cumplir un objetivo largamente prometido, dice alguien que pasó tiempo con él recientemente: Donald Trump afirma que ha aumentado su drive en 20 yardas, su nuevo alarde favorito ante sus compañeros de golf, o ante cualquiera que lo escuche.
Dieciocho hoyos después, abandona su Trump International Golf Club y regresa a Mar-a-Lago, donde se retira a su propio espacio vital privado, separado del de su esposa, y reflexiona sobre dos cuestiones principales: ¿Quién está con él? ¿Y quién está en contra de él?
Según múltiples personas familiarizadas con los hábitos actuales de Trump, que pidieron el anonimato para hablar libremente con la CNN, su objetivo declarado -salvo impacto de la investigación criminal en curso- es presentarse de nuevo a la presidencia, en 2024. Por supuesto, no tiene ningún incentivo para descartarlo ahora mismo, ya que mantenerse en la lista le ayuda a mantener su papel de líder. De cara a 2022, espera demostrar tanto a sus críticos como a sus partidarios que es el titiritero más eficaz del Partido Republicano, un papel que probablemente recordará al partido durante su aparición el fin de semana en la Conferencia de Acción Política Conservadora.
Su objetivo a corto plazo incluye ver a su hijo Donald Trump Jr., el ferviente portavoz de la base "MAGA" (las siglas del slogan de campaña de Trump), recorrer todo el país en nombre de los leales y partidarios de Trump para las elecciones de mitad de período.
"Una vez que 2022 se ponga en marcha, esperen que Don (Trump Jr.) sea una presencia extremadamente activa en la campaña", dijo una persona que trabaja con Trump Jr. a CNN, confirmando no sólo el gusto del joven Trump por la batalla política, sino también el del ex presidente.
La influencia de Donald Trump en las elecciones de 2022 es cada día más clara. Precisamente el martes, el ex senador David Perdue anunció que no lanzará una campaña, a pesar de que había presentado recientemente documentos para hacerlo. La decisión se produce poco después de la reciente visita de Perdue a Palm Beach, donde jugó al golf con Trump, dice una persona familiarizada con la agenda del republicano de Georgia.
El martes por la noche, según The Washington Post, Trump mantuvo un encuentro con Ronna McDaniel, presidenta del Comité Nacional Republicano. La búsqueda, dicen quienes están familiarizados con las visitas y llamadas de los distintos políticos republicanos, es tantear dónde está la cabeza del ex presidente sobre el futuro del partido, y si se siente inclinado a ayudar u oponerse a una persona en particular.
"Llevamos años viendo esto: ofertas trumpianas que se parecen más a las amenazas mafiosas del tipo 'qué buen negocio tienes aquí'", dice Doug Heye, un veterano estratega y consultor republicano que anteriormente trabajó en altos cargos de comunicación para el liderazgo en el Capitolio. "El problema para estos candidatos de cara al futuro es que, a pesar de que siempre se apresuran a ganar puntos, Donald Trump no da puntos, sólo los quita. De uno en uno". En otras palabras, Trump establece con los dirigentes republicanos una relación de poder de tipo mafioso y tiene sojuzgados a figuras como el citado Purdue.
En el club privado Mar-a-Lago, la familia está cerrando filas en torno al ex presidente, y a sus planes, pero la líder de la nueva generación Trump no es Ivanka Trump, que durante mucho tiempo se creyó heredera de los dominios de su padre, ya fueran inmobiliarios o políticos. Ella ha sido objeto de efusivos comentarios de Trump: en 2019 promocionó a Ivanka, tanto para embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas como para dirigir el Banco Mundial, y en una entrevista con The Atlantic dijo que sería "muy difícil de vencer" si se presentara ella misma a la presidencia. Pero, al parecer, Ivanka Trump no sólo tiene cero interés en la política en este momento, según cuentan tres personas cercanas a ella a la CNN, sino que además ha sido superada en popularidad entre las bases de Trump por su hermano mayor.
En 2019 Trump Jr. era el hombre republicano que despotricaba y sin el que la base no podía vivir. Trump Jr. no solo estaba muy solicitado para apariciones y eventos, sino que también llenaba salas, vomitaba teorías conspirativas en las redes sociales, se desahogaba con sus ataques a los demócratas, a los llamados "RINOs" (Republicans in Name Only, republicanos sólo de nombre) y a cualquiera que no estuviera de acuerdo con las teorías y políticas de Trump, fueran verdaderas o no.
Ivanka Trump, instalada ahora en un costoso condominio junto al mar en Miami mientras se construye una nueva mansión en un terreno de 30 millones de dólares adquirido a finales del año pasado, no quiere "nada que ver con la política", dijo un amigo suyo.
Ivanka ha ido a Mar-a-Lago a visitar a su padre desde que se mudó a Florida, pero su interés en discutir el próximo pase de su padre a la Casa Blanca es nulo. Los paparazzi han captado imágenes de Trump en las últimas semanas, sobre todo descansando en la playa adyacente a su nueva casa. Un día fue vista leyendo "El libro de la alegría" del Dalai Lama.
Pero la ausencia de interés en el compromiso político, si bien es comprensible, allana el camino para que su hermano brille aún más en la órbita de su padre, aunque no sea el hijo predilecto.
Trump Jr. y su novia, Kimberly Guilfoyle, han servido como asistentes muy eficaces para su padre durante cerca de tres años, y no muestran signos de desaceleración. La semana que viene, la pareja organizará un acto de recaudación de fondos en Mar-a-Lago para la gobernadora republicana de Dakota del Sur, Kristi Noem.