Ucrania y Rusia han intercambiado este sábado la expulsión de sendos diplomáticos de alto nivel en un nuevo indicio del incremento de la tensión entre ambos países. El incidente ha comenzado con la detención del cónsul ucraniano en San Petersburgo, Alexander Sosoniuk, acusado de recibir información clasificada relativa a los intereses del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB). El arresto de un diplomático está prohibido por las normas la Convención de Ginebra.
El Ministerio de Exteriores de Rusia ha anunciado la declaración de persona 'non grata' de Sosoniuk, a quien ha dado hasta el próximo miércoles para que abandone el país. En respuesta, el Ministerio de Exteriores de Ucrania ha emplazado al diplomático de más alto rango de la Embajada rusa en Kiev a abandonar el país en un plazo de 72 horas a partir del 19 de abril.
Estas expulsiones se producen después de que el Gobierno ruso convocara de urgencia al encargado de negocios ucraniano, Vasili Pokotilo, con motivo de la detención de su cónsul, el viernes, cuando según Moscú habría recibido de manos de un ciudadano ruso información sobre el FSB. Pero en cualquier caso el diplomático debe gozar de las garantías de la Convención de Ginebra, obviamente violadas con el arresto del cónsul ucraniano.
Sosoniuk se encuentra ya en libertad tras haberse pasado varias horas retenido por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia, tal y como ha confirmado del portavoz del Ministerio de Exteriores ucraniano, Oleg Nikolenko, a la agencia RBK-Ukrania.
“Otra provocación en el contexto de las acciones desestabilizadoras de Rusia. Los agentes de la ley rusos detuvieron a un empleado del Consulado General de Ucrania en San Petersburgo durante varias horas. Ahora se encuentra en la sede diplomática ucraniana”, relató la agencia ucraniana de noticias.
El de este sábado es un nuevo episodio en el largo conflicto que enfrenta a ambos países desde que Rusia invadiera en 2014 Crimea y luego armara y dirigiera a los rebeldes prorrusos en el este de Ucrania. Rusia acumuló en las últimas semanas más de medio millón de soldados en su frontera con Ucrania, lo que hace temer una invasión en toda regla.
Los Acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución al conflicto, pero no han pasado hasta ahora de ser un frágil armisticio. Las hostilidades han dejado hasta la fecha al menos 13.000 muertos, según estimaciones de la ONU. En agosto de 2014, cuando las fuerzas rebeldes armadas por Moscú estaban siendo totalmente derrotadas por Ucrania, tropas rusas de primera línea cruzaron la frontera y recuperaron rápidamente el terreno perdido por sus pupilos. Los militares rusos actuaron sin insignias identificatorias, pero para los expertos era fácil identificar a las fuerzas rusas por sus armas, uniformes y equipo.
Denuncia de Alemania
La ministra alemana de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, ha señalado a Rusia por ser una amenaza “concreta e inmediata” para la seguridad europea.
“El armamento excesivo de Rusia y su guerra en el centro de Europa ha creado amenazas reales”, afirmó Kramp-Karrenbauer durante una charla de la Fundación Konrad Adenauer (KAS). La fuerte declaración indica que la "relación especial" que Alemania se esforzó por mantener con Rusia aún luego de la invasión de Ucrania en 2014, ha llegado a su fin.
“Señalarlo no es antirruso. Señalarlo es estar abordando un hecho político importante y estar tomando precauciones de seguridad activas para nuestro país y para Europa”, dijo la ministra.
Acusó a Rusia de desplegar misiles “que pueden llegar a Alemania en poco tiempo. Esto se hizo en secreto y en contra de los tratados de control de armas vigentes”, señaló. Tras tratar de ocultarlo, en 2018 Rusia confirmó el despliegue de misiles Iskander con un alcance de 500 kilómetros en el enclave de Kaliningrado, entre Polonia, Lituania y el mar Báltico. Estos misiles llevan cabezas nucleares.
Además, Kramp-Karrenbauer se ha referido al envío masivo de tropas y blindados rusos a la frontera con Ucrania. “La acción rusa, por desgracia, no fomenta la confianza, sino que tiene la intención evidente de provocar reacciones”, ha indicado. La ministra alemana ha elogiado así la “sensata” reacción de Ucrania. “Junto con Ucrania, no queremos entrar en el juego ruso”.
Rusia se define “cada vez con más fuerza como una antítesis antiliberal y antidemocrática de Occidente”, recordó la funcionaria alemana. “Los sofisticados ciberataques, las exportaciones de armas, la influencia política encubierta y abierta, los asesinatos, la participación militar directa e indirecta, son algunas de las herramientas de las que está haciendo uso Rusia”, enumeró Kramp-Karrenbauer. Claramente, los tiempos en que la Alemania de Angela Merkel mantenía a toda costa un vínculo especial con la Rusia de Vladimir Putin han pasado a la historia. Putin ha ido demasiado lejos, tanto en Ucrania con en el Báltico, según la lectura del caso que hace Berlín. El resto de Europa piensa lo mismo desde mucho antes.