Giorgia Meloni y su partido Hermanos de Italia ganaron con claridad las elecciones generales de Italia. La derecha que representa se impuso como anticipaban los sondeos y la dirigente romana sería la futura jefa de gobierno, la primera mujer en la historia de Italia. Pero aún faltan semanas y hasta meses de arduas negociaciones, cuyo resultado final es incierto. A la vez, las elecciones tuvieron una abstención récord, votó solo el 51%, un dato que se acentúa en cada ronda electoral.
Si Meloni es consagrada primera ministra, Italia habrá cerrado una etapa histórica, inaugurada en la posguerra con la instauración de la República y en la que el antifascismo era el rasgo que identificaba a la democracia italiana. Con Meloni, Italia tendrá a la gobernante más afín al fascismo desde el mismo Benito Mussolini. También tendrá efectos en la escena internacional: la coalición de Meloni tienen claras afinidades con el régimen del ruso Vladimir Putin, y a diferencia del gobierno de Mario Draghi seguramente su política hacia Ucrania será mucho más tibia. Como las otras derechas populistas europeas, la de Italia muestra relaciones históricas con el “zar” del Kremlin.
Los sondeos a boca de urna y luego las proyecciones coincidían con todas las encuestas de las últimas semanas, y marcaban a una victoria clara de la coalición de centroderecha (Hermanos de Italia, de Meloni, la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi) sumando en torno al 43% de los votos. La coalición del centroizquierda, que une al Partido Democrático de Enrico Letta con los ecologistas y una escisión del Movimiento 5 Estrellas (M5E) del canciller Luigi Di Maio, lograba un 26,5%, es decir, muy lejos de los vencedores. Tercero quedaba el Movimiento Cinco Estrellas (M5E), que optó por concurrir en solitario, con un 17%, según sondeos y proyecciones citados por la agencia Ansa. El Tecer Polo, la opción centrista del ex primer ministro Matteo Renzi y Carlo Calenda iba a continuación con un 8% de votos. Esta fragmentación del voto es típica de la política italiana y explica en gran medida su inestabilidad.
Según la RAI, Hermanos de Italia tendría entre un 22 y un 26% en la Cámara de Diputados. El PD se quedaba con el 17 al 21%, el Cinco Estrellas, del 13,5 al 17,5; la Liga, del 8,5 al 12,5, y el Tecer Polo, del 6,5 al 8,5. Forza Italia también se ubicaba en torno al 8,5%. El boca de urna de la cadena Mediaset era muy parecida, con “Hermanos” entre el 22,5 y el 26,5 y el PD con 17-21%.
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El porcentaje de voto, sin embargo, es engañoso. Sobre esa base la unión de la izquierda, el centroizquierda y el centro estaría por encima de la derecha, pero el sistema italiano es mixto: un tercio de las bancas se elige por sistema mayoritario y uninominal y en dos tercios por el proporcional con listas. Los expertos indican que la derecha obtendría cómodamente la mayoría absoluta. La RAI daba entre 237 y 257 diputados en la Cámara sobre 400 a la coalición Meloni-Salvini-Berlusconi.
En las próximas semanas los partidos deberán negociar para escoger la presidencia del Senado y de la Cámara de Diputados, y sólo después el presidente Sergio Mattarella hará una consulta con todas las fuerzas y designará a la persona que tenga más posibilidades para que intente formar un Ejecutivo. Debería ser Meloni, porque es la líder del partido más votado. Se convertiría en la primera mujer al frente del Ejecutivo italiano y además sería la primera ministra más a la derecha desde el mismo Mussolini. Para conocer los resultados definitivos habrá que esperar hasta el martes o el miércoles, con el recuento de los votos del exterior (en los que la Argentina tiene un rol importante). La definición llegaría recién a fines de octubre o principios de noviembre. Los tiempos de la democracia parlamentaria italiana son tradicionalmente extensos.
La participación de 51%, ocho puntos más baja que en 2018, cae a niveles sin precedentes, en línea con la falta de interés tan perceptible. La derecha había multiplicado esfuerzos porque temía que los suyos se quedaran en casa, y la izquierda había hecho un esfuerzo ingente en el sur en las últimas semanas con el mismo fin, pero el resultado ha sido negativo. En ciudades como Nápoles la participación se ha quedado en el 40%. El “Partido de la Abstención” tiene más seguidores que los demás. A su vez, la izquierda fragmentada y desdibujada, fue clave para abrir el camino a la victoria de la derecha, y muy en especial de Meloni y Hermanos de Italia. Una “derrota cultural” de enorme calibre para la “sinistra”, como no sufría desde la caída del Muro de Berlín en 1989.
La última vez que la derecha ganó las elecciones y pudo llevar a su líder en solitario al Palazzo Chigi fue con Silvio Berlusconi, quien cayó en 2011. Desde entonces habían sido gobernantes “tecnócratas” (Mario Monti, Mario Draghi) o de centroizquierda (Enrico Letta, Matteo Renzi) o del populismo inclasificable del M5E con Giuseppe Conte, aunque la Liga fuera parte del gobierno.
En 2018 las elecciones las ganó con gran ventaja el Cinco Estrellas, que llegó al 32,7%. Cuatro años después se hundieron al 18%, cifra que igualmente los ubica en el tercer puesto. El Partido Democrático, segundo en 2018, se mantiene en los mismos niveles. La Liga de Matteo Salvini llegó entonces al 17,4% y baja ahora casi a la mitad, trasvasando sus bases a Meloni. Y lo mismo le pasa a Berlusconi, que baja del 14% al 7%, aproximadamente.
Hermanos de Italia fue creado en 2012 por Meloni. En 2018 consiguió poco más del 4% de votos, pero ahora se impuso multiplicando por cinco aquellos resultados. Un partido de origen y reminiscencias posfascistas que ha sabido vender moderación y canalizar la ira, la frustración y el agotamiento de los ciudadanos. La victoria en las urnas es sólo la primera parte de un proceso complejo. Ahora se abren las negociaciones y en ese rol Hermanos de Italia no tiene la experiencia de sus aliados y sus rivales. La coalición quiere la presidencia de las dos Cámaras, pero eso requiere habilidad y saber repartir cargos.