La ONU reveló hoy que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) dejó en Irak en tres años de ocupación (2014-2017) hasta 12.000 cadáveres enterrados en al menos 202 fosas comunes en el norte y oeste del país árabe.
En la norteña provincia de Nínive, cuya capital Mosul fue el principal bastión de los extremistas en Irak, se hallaron 95 fosas, el mayor número documentado en un informe publicado por la misión de la ONU en Irak (Unami) y la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos.
Asimismo, fueron encontradas otras 37 fosas en Kirkuk y 36 en Saladino, ambas al norte, 24 en Al Anbar, al oeste del país, y el resto en las centrales Babilonia y Bagdad.
Del total, 28 sitios han sido excavados hasta ahora por el Departamento de Fosas Comunes de la Fundación de Mártires iraquí, que ha informado a la ONU de que ha recuperado los restos de 1.258 cadáveres de los entre 6.000 a más de 12.000 cuerpos que la ONU calcula que se encuentran enterrados.
Entre las víctimas hay mujeres, niños, personas de edad avanzada, con discapacidades, miembros de las fuerzas armadas y de la policía iraquí y trabajadores extranjeros, según el documento de la ONU.
A pesar de la dimensión del hallazgo, la ONU advirtió de que esta cifra es provisional porque "puede haber muchas más" fosas que descubrir en el resto de Irak, donde irrumpió el EI en junio de 2014 y ocupó amplias zonas del país.
"Las fosas comunes documentadas en nuestro informe son un testimonio de la pérdida humana, el sufrimiento sustancial y la sorprendente crueldad" del grupo terrorista, subrayó el representante especial de la ONU para Irak, Jan Kubis.
Entre junio de 2014 y diciembre de 2017, el Estado Islámico llevó a cabo "una campaña de violencia generalizada y de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, actos que pueden equivaler a crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y un posible genocidio", denunció la ONU.
El líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, proclamó el "califato" en Irak y Siria a finales de junio de 2014 desde la ciudad de Mosul, que fue liberada del yugo de los extremistas en julio de 2017 por las fuerzas iraquíes con el apoyo de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.