La decisión de la Santa Sede de demorar el otorgamiento del plácet a Jean-Loup Kuhn-Delforge
provocó una polémica y una crisis en puerta en la relación con Francia.
Tras la muerte en diciembre del año pasado de Bernard Kessdijian, el anterior embajador
francés en la Santa Sede, el gobierno de Nicolás Sarkozy propuso a Jean-Loup Kuhn-Delforge, el
secretario general adjunto de la Cancillería francesa, informa hoy el diario Clarín.
Sin embargo, desde hace casi nueve meses el Vaticano se niega a otorgar el plácet al
embajador designado sin dar explicaciones oficiales al respecto.
Lo mismo ocurrió con el caso de Alberto Iribarne, que debía ser embajador argentino ante el
Vaticano y no lo fue porque la Santa Sede rechazó que fuera divorciado, hasta que la semana pasada
se designó finalmente a Juan Pablo Cafiero en el cargo.
Hace unos días, el diario católico francés Le Figaro, afirmó que la Secretaría de Estado
vaticana no había aceptado el nombramiento por el “perfil personal” del candidato.
En tanto, la agencia de noticias italiana AGI sostuvo que el aspirante francés “es un
diplomático homosexual declarado y militante, tanto que agregó a su propio apellido el del hombre
con el que convive abiertamente”.
En una crónica titulada “no se encuentra un embajador hétero y monógamo”, AGI
señala que el primer candidato del presidente Sarkozy fue el historiador Max Gallo, quien no
aceptó, y que el segundo fue rechazo por el Vaticano porque es divorciado y vuelto a casar.
Aún es una incógnita si el gobierno francés buscará otro candidato al cargo o si esta
decisión del Vaticano provocará una crisis en la relación entre el país galo y la Santa Sede.
Por lo pronto, según Le Figaro, hay dos “buenos candidatos” de reserva: Stephane
Chmelewsky, un diplomático que organizó el viaje de hace unos días del Papa Benedicto XVI a Francia
y el hombre de negocios Marc Odendall, que también es ciudadano alemán y está bien vinculado al
Vaticano