El Partido Comunista de China prometió "perseguir con decisión las actividades de infiltración y sabotaje de fuerzas hostiles", tras las mayores manifestaciones callejeras registradas en décadas, protagonizadas por ciudadanos hartos de las duras restricciones contra el coronavirus.
El comunicado publicado por la Comisión Central de Asuntos Políticos y Legales se difundió tras un enorme despliegue de las fuerzas de seguridad para enfrentar las nuevas protestas tras las celebradas el fin de semana en Beijing, Shanghái, Guangzhou y otras ciudades.
Aunque no mencionaba de forma directa las protestas, el comunicado remarcó la determinación del partido para imponer su autoridad.
Cientos de camionetas y vehículos blindados con luces encendidas se veían estacionados en las calles, mientras policías y fuerzas paramilitares realizaban controles aleatorios de identidad y registraban los celulares de la gente en busca de fotos, aplicaciones prohibidas y otras posibles pruebas de que hubieran participado en las marchas.
No hay información oficial acerca de cuántas personas fueron detenidas en las manifestaciones y en acciones policiales posteriores.
La comisión celebró una sesión ampliada el lunes para analizar los resultados del partido del congreso celebrado el 20 de octubre, según el comunicado del ente. Xi Jinping se otorgó en ese congreso un tercer mandato de cinco años como secretario general, lo que podría convertirlo en líder vitalicio de China, y llenó los organismos del partido con personas leales, además de eliminar voces discrepantes.
"La reunión recalcó que los organismos políticos y legales deben tomar medidas efectivas para salvaguardar con decisión la seguridad nacional y la estabilidad social", señaló el comunicado, y añadió: "Debemos perseguir con determinación las actividades de infiltración y sabotaje de fuerzas hostiles de acuerdo a la ley, perseguir con determinación las actividades ilegales y criminales que interfieren con el orden social y mantener la estabilidad social general con efectividad".
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Ni el presidente ni el partido mencionaron expresamente las protestas, que se expandieron a campus universitarios y a la ciudad semiautónoma de Hong Kong, y encontraron muestras de apoyo en el extranjero.
La mayoría de los manifestantes centró su indignación en la estrategia de "Covid cero" que recluyó a millones de personas en confinamientos y cuarentenas, con acceso limitado a medicamentos y comida, al tiempo que trastoca la economía y restringe de forma drástica los desplazamientos. Mucha gente se burló de los argumentos cambiantes del gobierno, así como de las afirmaciones de que "fuerzas hostiles extranjeras" avivaban el descontento.
Sin embargo, voces más audaces piden más libertad y democracia, y la salida de Xi Jinping, el líder más poderoso de China en décadas y del partido que dirige. Ese discurso se considera subversivo y puede conllevar largas penas de prisión. Algunos manifestantes exhibieron hojas de papel en blanco para expresar su falta de libertad de expresión.
Las protestas del fin de semana respondían a la indignación por la muerte de al menos diez personas en un incendio en el oeste de China el 24 de noviembre. La gente se preguntaba en internet si los bomberos o las víctimas que intentaban escapar se habían visto bloqueados por normas de control del coronavirus.
La Comisión Nacional de Salud reportó el miércoles 37.612 casos detectados en las 24 horas previas en China, mientras que la cifra de muertos se mantuvo sin cambios en 5.233. Con esta cantidad de fallecimientos, el gigante asiático está por debajo del puesto 35 de países con mayor cantidad de decesos por el coronavirus.