San Martín es nuestro libertador, pero no tanto porque libertó a tres naciones, sino porque enseñó que cada hombre o mujer debe alcanzar por sí mismo la libertad.
“Estimular en Mercedes la caridad con los pobres”, dice una las máximas.
San Martín es nuestro libertador, pero no tanto porque libertó a tres naciones, sino porque enseñó que cada hombre o mujer debe alcanzar por sí mismo la libertad.
Seremos libres si sabemos trazarnos normas de conducta que definan el sentido de la responsabilidad, de la disciplina interior y exterior, de la capacidad de organizarnos mediante las normas de convivencia, de capacitarnos mediante el estudio y el trabajo, de elaborar solidariamente una lectura crítica y activa desde la perspectiva de la educación para la ciudadanía y la solidaridad, la vida democrática y los derechos humanos en la que todos y todas tengamos “palabra”. Seremos libres si sabemos dominar estoicamente las pasiones para renunciar a las fruiciones de lo efímero, de lo mezquino, de lo superficial, de lo aparente, según aquella admirable lección que dejó cifrada en las máximas escritas para la educación de su hija, que era entonces Mercedes, pero que lo es hoy nuestra juventud necesitada de una sociedad formadora de valores y promotora de conocimientos, trabajo, inclusión social y expansión de las posibilidades de desarrollo y progreso.
Las máximas han sido reproducidas muchas veces. Son éstas:
1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible.
2. Inspirarla en el amor a la verdad y odio a la mentira.
3. Inspirarla en una gran confianza y amistad, pero uniendo el respeto.
4. Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.
5. Respeto por la propiedad ajena.
6. Acostumbrarla a guardar un secreto.
7. Inspirarla en sentimiento de indulgencia hacia todas las religiones.
8. Dulzura con los criados, pobres y viejos.
9. Que hable poco y lo necesario.
10. Acostumbrala a estar formal en la mesa.
11. Amor al aseo y desprecio al lujo.
Las máximas para la educación de su hija determinan el criterio pedagógico de San Martín y descubren un ideal de juventud que defienda la verdad, la justicia y rechace todo tipo de violencia y busque la paz, descubriendo lo valores de la dignidad humana en el entorno y actuando en su favor. Se trata de engendrar y hacer crecer las elevadas normas de conducta pública y privada (del “gran hombre de bien”, como lo llama Félix Frías), a través de una juventud que se comprometa a formar una conciencia social que condene toda forma de injusticia e impunidad incluso aquellas todavía sostenidas por las actuales estructuras de la sociedad. Una juventud que se comprometa con valentía y realismo a situarse críticamente ante los tiempos que vivimos y sea instrumento para que el país se piense a sí mismo con visión de futuro, de igualdad de posibilidades y de ideales enlazados en una misma opción histórica.