Ese 8 de marzo recordando a las mujeres trabajadoras de la fábrica fue resignificándose, ampliando al colectivo de mujeres con todas sus diversidades, hablando de trabajo productivo y reproductivo, de la pobreza, de la violencia, del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, entre otras cosas. Construimos nuestro propio 8M, paramos al mundo, hablamos de las mujeres, de las travas, de las trans, de las lesbianas, las bi y todas las identidades disidentes.
En el camino de generar nuevos consensos, hemos logrado ampliar nuestras reivindicaciones históricas, o más a bien decir, hemos empujado para que cada reivindicación tenga su lugar protagónico. Hace ya mucho tiempo que pedimos la implementación efectiva de la Educación Sexual Integral (ESI), una ley que nos permite desde las escuelas y espacios educativos, construir una sociedad más igualitaria, tolerante y diversa.
Libres nos queremos. Asistimos a un momento de quiebre en el 2018 donde millones salimos a las calles a exigir el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Gran parte de quienes se manifestaron y aportaron una impronta llena de risas, colores y glitter fueron las adolescentes. Son ellas, ellos y elles quienes mayoritariamente se posicionaron a favor y le exigieron a sus propias instituciones la implementación de la ley, debatiendo sobre la importancia de contar con ésta para entenderse y reconocerse, para erradicar las discriminaciones absurdas y las intolerancias, para construir una sociedad con un piso mayor de igualdad.
Vivas nos queremos. Sin ESI no hay Ni Una Menos. Sin la posibilidad de educar a nuestres niñes y adolescentes desde la perspectiva de género, enseñándolo y entendiéndolo como una construcción social, deconstruyendo las violencias naturalizadas que tienen su base en la desigualdad entre varones y mujeres, seguiremos contando casos de femicidios, la violencia hacia las mujeres más extrema. Un gran porcentaje de esas muertes son de adolescentes mujeres, menores a 15 años, la gran mayoría asesinadas por un miembro de su familia y abusadas sexualmente.
ESI para prevenir abusos. Está comprobado que mientras mayor es la educación sexual, mientras más conocemos nuestros cuerpos y sabemos cómo cuidarlos, mayor cantidad de niños y niñas han podido reconocer situaciones de abusos, pudiendo hacer las denuncias correspondientes a tiempo para no pasar gran parte de su vida sufriéndolos, como es corriente.
ESI para poder decidir. Porque somos autónomos y autónomas, decidir sobre nuestros cuerpos es un derecho. Planificar una familia y decidir lo que deseemos en determinado momento de nuestras vidas, como continuar o detener un embarazo, es un acto de amor y responsabilidad. Educar para la libertad, educar para decidir.
El rol del Estado en la implementación de la Educación Sexual Integral es determinante. El Estado es responsable de las muertes evitables, de construir mayores niveles de democracia y garantizarnos libertades. La ESI es popular: se debe dar en las escuelas y la desarrollamos todo el tiempo las organizaciones en nuestros trabajos comunitarios o en la promoción de derechos. Es necesario que el Estado local también asuma la responsabilidad de generar iniciativas, políticas públicas y ordenanzas que apunten a fortalecer una Educación Sexual Integral.
El Día Internacional de las Mujeres será, entonces, un día de luchas, en plural. Porque estaremos en las calles, reafirmando que es allí donde hemos conquistado nuestros derechos y donde los seguiremos peleando. Seremos la marea verde y violeta, con la bandera del orgullo, también símbolo de la lucha por la educación sexual porque no hay democracia sin feminismo ni disidencias.
Este 8M paramos el mundo una vez más. Porque somos millones y no hay vuelta atrás.