El último informe mundial de la Unesco sobre la tecnología en la educación insta a los países a que establezcan sus propias condiciones para el diseño y el uso de estas herramientas en las escuelas, “de modo que nunca sustituya a la enseñanza presencial y dirigida por docentes, y apoye el objetivo compartido de una educación de calidad para todos”.
“Tecnología en la educación: ¿Una herramienta en los términos de quién?”, es el nombre del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de 2023, presentado a fines de julio en Montevideo (Uruguay). Entre otros puntos, sostiene que no abundan “pruebas sólidas” sobre el valor añadido de la tecnología digital en la educación. “La tecnología evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar: de media, los productos de tecnología educativa cambian cada 36 meses y la mayor parte de las pruebas proceden de los países más ricos”, sostiene el estudio. A modo de ejemplo, advierte que muchas de las evaluaciones proceden de quienes intentan vender la tecnología. Y que Pearson —editorial multinacional que vende servicios educativos— “financió sus propios estudios para refutar análisis independientes donde se demostraba que sus productos no tenían ninguna incidencia”.
“La tecnología ofrece la esperanza de una educación a millones de personas, pero excluye a muchas más”, señala en otro apartado el informe. En este sentido, reconoce que la tecnología accesible brinda nuevas posibilidades a estudiantes con discapacidad, y que alrededor del 87% de los adultos con deficiencia visual indicaron que los dispositivos de tecnología accesible estaban sustituyendo a las herramientas de apoyo tradicionales. También que el aprendizaje en línea impidió el colapso de la educación durante el cierre de las escuelas provocado por la pandemia, aunque advierte que esta modalidad a distancia no logró llegar a los estudiantes más pobres. “Si bien el derecho a la educación es sinónimo de derecho a una conectividad significativa, el acceso es desigual. En todo el mundo, solo el 40% de las escuelas primarias, el 50% de las de primer ciclo de secundaria y el 65% de las de segundo ciclo de secundaria tienen conexión a internet”, agrega Unesco.
Contextos
El documento reconoce que algunas tecnologías educativas pueden mejorar ciertas modalidades de aprendizaje en determinados contextos, y que “ha aumentado de forma drástica el acceso a recursos”. Pero que cualquier inclusión “debe centrarse en los resultados del aprendizaje, no en el aporte tecnológico”. Cita como ejemplo el caso de Perú, donde se distribuyeron más de un millón de netbooks “sin incorporarse en la pedagogía, por lo que el aprendizaje no mejoró”.
Unesco también advierte que el rápido ritmo de cambio tecnológico dificulta la adaptación de los sistemas educativos. Es que mientras el 54% de los países de todo el mundo cuenta con normas sobre competencias digitales, “a menudo estas han sido definidas por actores no estatales y, en gran medida, comerciales”. “Muchos estudiantes no tienen oportunidades de practicar con tecnología digital en las escuelas. Incluso en los países más ricos del planeta, solo alrededor del 10% de los estudiantes de 15 años utilizan dispositivos más de una hora a la semana en matemáticas y ciencias”; sostiene Unesco. Los docentes, por su parte, “suelen sentirse poco preparados y sin confianza para utilizar la tecnología en la enseñanza”.
“El contenido en línea —abunda Unesco— lo producen grupos dominantes, lo que afecta a su acceso. Casi el 90% del contenido de los repositorios de educación superior con colecciones de libre acceso se ha creado en Europa y América del Norte; el 92% del contenido de la biblioteca mundial OER Commons está en inglés”.
Como último ítem, el documento sostiene que la tecnología suele adquirirse para llenar un vacío sin tener presentes los costos a largo plazo para los presupuestos nacionales, ya que el costo de adoptar un aprendizaje digital básico en países de ingresos bajos y de conectar a Internet a todas las escuelas de países de ingresos medios incrementaría un 50% su déficit actual de financiación para alcanzar las metas nacionales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. En cuanto a la privacidad, solo el 16% de los países garantizan explícitamente por ley la privacidad de los datos en el sector educativo; y 39 de los 42 gobiernos que ofrecieron educación en línea durante la pandemia fomentaron usos que ponían en riesgo o infringían los derechos de los niños.
El informe completo puede leerse en el sitio unesco.org.