La madrugada del 6 de mayo Adrián Carrizo estaba parado solo en la esquina de Domingo Candia y Beatriz Vallejos, en la Zona Cero, barrio con la particularidad de que las calles tienen nombres de poetas, artistas y figuras destacadas de Rosario, casi una burla para una de las zonas más castigadas por la violencia. El hombre de 31 años estaba allí parado cuando pasó una moto desde la que dispararon contra la esquina y él fue alcanzado por balazos en las manos, piernas y abdomen. Estuvo internado hasta el 24 de mayo en el Hospital Eva Perón donde murió tras 18 días de agonía. Adrián era militante social orgánico del Partido Obrero y junto a su pequeña familia se habían trasladado a una humilde casa del barrio hacía cuatro meses. “Era un pibe buenísimo, la pagó por la junta y por mala suerte”, dijo un amigo de Adrián.
La familia Carrizo está tajeada y por eso el padre de Adrián prefirió no hablar ayer con este diario mientras el cuerpo de su hijo era velado en una cochería de Alberdi. Pero las calles del barrio sí hablan.
El parte policial es corto y con pocos detalles. La fiscal Marisol Fabbro ordenó que una brigada de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) fuera al Hospital Eva Perón donde Carrizo había ingresado con variadas heridas de arma de fuego. El médico de guardia Matías Cúneo le diagnosticó impactos de bala en la mano, las piernas y el abdomen, pasó a quirófano y fue intubado el 7 de mayo. Esa semana los policías relevaron cámaras y testigos. El parte termina ahí: un informe.
Pero las calles y los vecinos cuentan que Adrián era un gran tipo y que tenía “mala junta” en un barrio atravesado por bandas que se disputan los territorios por la venta de drogas, particularmente de cocaína “que ahora se la fuman, ya la marihuana no es un problema en el barrio”.
En el caso de Adrián suponen que estaba esperando a alguien en una esquina que ya había sido baleada. “La noche anterior, el 5 de mayo, una moto pasó por la esquina y tiró una ráfaga. Hay un búnker en la esquina, no sabemos por qué Adrián estaba ahí. Por ahí lo confundieron con un vendedor, un soldadito o algo así, pero nada que ver. El era un pibe buenísimo, un pan de Dios, la pagó por otros”, agregó otro amigo. Cuando lo balearon alguien llevó a Adrián hasta su casa, a menos de dos cuadras de esa esquina, y de ahí al hospital.
Viejos y nuevos apodos
En la Zona Cero los vecinos aprendieron con el tiempo a conocer apodos y nombres de los encargados de manejar la venta de drogas en kioscos y delivery. “Iván”, “Agustina”, “La Poro”, “Gordo Flan”, “Jésica”, “Rafa”, “Darío”, “Los Tuerca”, entre otros. Entre los apodos nuevos ahora se colaron otros dos: “Nau” y “El Gordito Leo”. Y allí apuntan como los que dispararon contra Adrián: “Son parte de una bandita que se llama “Los Carra”, ellos fueron”, cuentan las frías calles de Zona Cero.
El 11 de abril pasado nueve personas fueron detenidas acusadas de conformar un clan familiar que comercializaba drogas al menudeo en los barrios Rucci, La Cerámica y Zona Cero. Las detenciones se produjeron luego una investigación de once meses de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y tras diez allanamientos se secuestraron 21 gramos de cocaína fraccionados en 40 dosis, 677 gramos de marihuana, tres pistolas, un revólver y chalecos antibalas, además de 118 mil pesos, dos motos, y 18 teléfonos celulares.
“Por nada”
“Se matan por cualquier cosa y te matan por nada. Pasan tirando y el que está, está. Antes podía ser la marihuana pero ahora es cocaína que se fuma, no paco sino merca. Estamos cansados de todo”, se lamentaba la tarde del miércoles un vecino.
Adrián era albañil y no había terminado la escuela secundaria. Su madre falleció hace un tiempo y vivía con su padre y su hermana discapacitada.
En su página de Facebook el Polo Obrero realizó un obituario a la altura de Adrián: “El Adri, junto a otros compañeros, abrió la primera asamblea en Zona Cero, que fue también una de las primeras asambleas del Polo Obrero en la ciudad, abriendo paso al crecimiento de nuestra organización en Rosario. Joven, siempre solidario, siempre presente en las actividades, falleció asesinado por el régimen narco, como una nueva víctima de la descomposición social que reina en nuestra ciudad, con complicidad de los gobiernos”.
“Lo recordaremos preparando la leche en el merendero Mariano Ferreyra, para las chicas y los chicos, llevando la bandera del Polo Obrero de Zona Cero, ayudando a descargar mercadería y acompañando con enorme impronta cada lucha en las calles, ya que destacaba por su personalidad y sonrisa”, agrega la publicación.