—Contame un poco cómo es Karla, tu nueva criatura.
—Yo te diría que Karla, básicamente está loca, es una topadora, súper pasional. Y es de ésas personas que te pide que te comprometas con ella. Ella está enamorada y cuando arranca la película quiere llevar a cabo una venganza familiar y le pide al novio que la ayude, que la secuestre y que pida una guita.
—No es de lo mejor la chica, digamos.
—Ella es un desastre, es pésima, además se le muere el tío en un baúl, y es alguien que no tenía idea de nada, ni cómo se hace un secuestro, ni cuánto formol usar para dormir a alguien. Son un desastre los dos, ella y su novio, se creen que son de película, y es esa clase de minas que te pide «ayudame a vengarme» y le va muy mal.
—Con los hombres también tiene un temita.
—Es que con los hombres le va peor. No tiene ningún tipo de registro de lo que sucede a su alrededor ni de la realidad, ni nada. A ella le va muy mal y a los dos minutos busca por otro lado, y si va mal de nuevo cambia y nunca se para a pensar por qué las cosas le salen así.
—¿También hay un vínculo de encuentro y desencuentro con el encargado de la hostería en la selva del Iguazú, que interpreta Martín Piroyansky?
—Bueno, sí, es porque ella no puede relacionarse con los hombres si no hay algo en el medio, como de seducción. Todo es de película para ella.
—¿Alguien puede transformarse tanto con tal de lograr un objetivo mayor, como en este caso la venganza?
—Sí, ella sí, yo no lo he hecho en mi vida, pero creo que las personas que llevan a cabo este tipo de situaciones en algún momento se transformaron. Son locos que hicieron eso, en algún momento los superó algo y pudieron. Pero, en mi caso, para actuar, seguro que sí. Podés y debés transformarte.
—¿Te fue fácil construir este personaje?
—No, no fue fácil de movida. Hablamos mucho con Martín Salinas (el director), pero lo que no es fácil es el género de la película, que es una comedia negra que está muy bien escrita y ¡muuuuuy bien actuada! (risas).
—¿Pero por qué decís que te costó componer a Karla?
—Es que al principio costó, porque el guión es tan riguroso por su ritmo y porque tiene un efecto dominó sobre los personajes. Tiene como una fuerza centrífuga. Y al principio estábamos todos perdidos, hasta que Martín me mostró un poco cuál era la idea de lo que había pensado y empecé a entender algo de lo que él tenía en la cabeza. Y a todos nos empezó a entrar un chip del ritmo y la velocidad que requería la película, en la que la edición es un personaje importante.
—¿En qué radica esa importancia?
—Por los remates de las escenas, tiene algo muy dinámico y vertiginoso y nos costó entrar. Lo que pasa es que los actores no estamos muy acostumbrados a trabajar en un género como es la comedia negra.
—En "Un novio para mi mujer", "Viudas" y ahora en "Ni un hombre más" componés a un antihéroe. ¿Te sentís cómoda en ese rol?
—Me gustan mucho esos personajes, para mí el personaje de antihéroe es muy lindo, aunque yo en realidad lo llevo para ese lado. Para que sea antihéroe el personaje tiene que ser real, porque el héroe es totalmente irreal. Y esto no es San Martín ni Superman, a los antihéroes uno les ve cosas más cercanas y reales. Y a mí me gusta que se vea muy de verdad, y por ahí los personajes solos se me van para ese lado.
—También hay una carga dramática en tus personajes.
—Sí, son cosas que según qué director, película o personaje tienen más o menos carga dramática. Pero, para mí, para el humor, no hay mejor colchón que lo dramático. Cuando estás sensible pasás muy fácil de un lado a otro.
—La gente sabe que va al cine a ver una película tuya y seguro que se va a reír.
—Tengo las dos cosas, un modo duro de mirar y de mirarme, un poco más sórdido. Y también tengo algo con el humor, que es verdad que me gusta y me es inevitable e incluso, en situaciones terribles, la última salida que me queda es el humor, me doy cuenta que es medio escapista. Me resulta fácil el humor, pero por ahí es como una herramienta que uso para zafar.
—¿Creés que el cine argentino se está potenciando a partir del mayor presupuesto del Incaa y el apoyo a los nuevos realizadores?
—Sí, totalmente, están pasando muchas cosas buenas con respecto al cine. Por un lado, me está pasando como nunca tener mucho contacto directo con los guionistas, y creo que tiene que ver con que mi generación, que eran todos más pendejos, hoy están más grandes, igual que yo, y están empezando a moverse más fácilmente. Ya no son niños que tratan de llevar sus proyectos o señores grandes que tienen productoras y te hacen pasar por castings. Son iguales que yo y te dicen «tengo ganas de escribir tal cosa, ¿te copa?».
—¿De ese modo te sentís más parte de cada proyecto?
— Para mí es genial, tengo contacto directo en el momento de escribir y aportar. Además hay productores jóvenes, como el caso del productor ejecutivo de esta película, Juan Pablo Miller, que tienen otra cabeza, hay algo que cambió mucho. Y por otro lado hay leyes y decisiones que se tomaron en el Incaa que favorecen mucho y que de a poco se han dado cuenta que hay que proteger un poco al cine, está como un poquito más cuidado. No es tan inimaginable que ahora hagas un buen guión y que tras un recorrido real la película finalmente se estrene.
—Actualmente, casi todas las semanas se estrena una película argentina. ¿Es la prueba de este boom del cine nacional?
—Claro, pero además hay un espacio que se está rellenando con talento. Había mucha gente de talento y ahora le dieron las herramientas para que hagan lo que saben hacer. Te digo la verdad, por ejemplo el guión de esta peli es buenísimo, y no es muy común ver guiones así, acá hay mucho talento.
—¿Te sedujo especialmente el buen elenco de esta película?
—Sí, absolutamente, todos actores que teníamos ganas de trabajar juntos. Con Martín Piroyansky habíamos trabajado en "XXY" y fuera de la película nos reíamos mucho y nos la pasábamos filmando con una camarita todo el tiempo, siempre decíamos que teníamos que hacer otra película juntos, y qué bueno que sea justo una comedia. Con Luis Ziembrowski también habíamos trabajado juntos y teníamos ganas de repetir. Con Juan Minujin no, pero es un actor que me interesa por todo, por la película "Vaquero" que hizo, dirigió y actuó; con Vanesa Weimberg es con quien yo empecé a actuar haciendo teatro y con Emme, que se lanzó en la actuación y me parece súper potente.
—¿Más allá de tu buen momento en la pantalla grande, hay alguna posibilidad de que se te vea con más continuidad en la pantalla chica?
—La verdad que no es lo que más me entusiasma la tele. No me dan muchas ganas, no hay nada que vea que me gusta, no quiero decir que no la haría nunca, porque ya van a salir a decir «¿qué te creés?» o «ay, bueno, ella no hace tele» (risas), pero la verdad es que no hay nada en la televisión que me entusiasme mucho hacer.