“Las Juanas” es una obra que estuvo siempre dentro de mí, que estaba creciendo en mí desde hace muchos años, la vengo pensando y escribiendo desde el 2015. Un cúmulo de sensaciones, textos, pensamientos. Todos estos años estuvimos investigando mucho, leyendo sus poesías, sus tratados, sus biografías, yendo físicamente a los lugares donde han sido encerradas, quemadas, a los museos que conservan sus misterios y reliquias, a las plazas en donde se han manifestado, a los territorios que han defendido, a sus casas. Hace unos años también realicé seminarios de investigación teatral proponiendo las temáticas de sus vidas en Italia y Argentina junto a diferentes grupos de mujeres durante tres años. Esta obra nace de un deseo profundo de abordar el universo femenino. Sus vidas me representan a modo personal en muchos aspectos y es desde ahí que las invoco, las pienso, las escribo. La vida de ellas como punto de partida hacia mi mundo más íntimo.
¿Cuál fue el disparador?
Volvía a Argentina luego de haber vivido siete años en Europa. El hecho de que las Juanas lleven el mismo nombre y curiosamente hayan sido víctimas de las mismas acusaciones y precursoras de las mismas ideas a un lado y al otro del Atlántico, fue también un camino para mí. Se presentaba, en ese momento, como una oportunidad de reconciliación entre mis dos patrias, ya que hay cuatro Juanas latinoamericanas y cuatro Juanas europeas: Juana de Arco (Francia), Juana “La Loca” (España), Giovanna Marturano (Italia), la Papisa Juana (Alemania), Sor Juana Inés de la Cruz (actual México), Juana de Azurduy (actual Bolivia), Juana Manso (Argentina), Juana de Ibarbourou (Uruguay). En el 2018 comenzamos a trabajar con Severo y decidimos abordarla juntxs. Yo desde la dramaturgia y la actuación y él desde la dirección y puesta en escena, uniendo así nuestras poéticas teatrales: lo poético, lo político y el abordaje desde la construcción física. En enero del 2019 comenzamos los ensayos, desde ahí inició un profundo trabajo de selección de textos, búsqueda de imágenes, probando los cuerpos y las escenas. Pandemia de por medio, tuvimos mucho tiempo para ir hacia adentro, un viaje que nos permitió profundizar y salir adelante con creatividad.
Todas ellas se revelaron a su tiempo, vivieron la prisión, la guerra, pero defendieron sus ideales con la pluma o la espada Todas ellas se revelaron a su tiempo, vivieron la prisión, la guerra, pero defendieron sus ideales con la pluma o la espada
¿A qué hace referencia el subtítulo “Una herejía cósmica”?
Pensábamos con Severo en el género de la obra... ¿es un drama, una comedia, un hechizo, un ritual?... Es una herejía cósmica porque sentimos que la obra desacraliza, desmiente, desarma mitos, además porque todas las Juanas fueron acusadas de herejía de algún modo por su forma de decir, de hacer, de vivir, de pensar, concretamente como Juana de Arco que la Inquisición la quema en la hoguera, o como Sor Juana Inés de la Cruz, al otro lado del océano que también es acusada de herejía por escribir versos profanos despojándola de todas sus pertenencias terrenales, y todas las demás, a través de la censura, el encierro o el olvido. En este viaje, que es histórico pero también muy personal, a mí también uno de mis hermanos siempre me decía hereje. A mi me encantaba, me hacía reír y además si tenía que ver conmigo, nunca me gustaron las estructuras de ningún tipo, siempre las cuestioné, desde chica. En el dogma, en los cánones, en la moral, en las formas, no hay movimiento, y donde no hay movimiento, no hay vida. Por eso nos apropiamos de ese término también porque somos y seguiremos siendo herejes como ellas. Y con respecto a lo cósmico, tiene que ver con esa textura universal con la que están hechas todas las cosas y de la cual somos parte. Sentimos que a través de este trabajo sanamos algo en relación a la sangre, en relación a algo que nos une a todas, que viene viajando desde hace millones de años en nuestro cuerpo y en nuestra alma, esa injusticia y esa desigualdad que hubo a lo largo de la historia en la sangre femenina viaja en nosotras y queremos sanarla. Y también algo de lo cósmico nos atraviesa por la forma en la que abordamos la puesta en escena que va creando permanentemente universos mágicos.
¿Fue una coincidencia que todas las mujeres que se nombran se llamen Juana?
El nombre de ellas fue un punto de partida, un nombre en común para borrar las fronteras y buscar la unidad, ya que lo que inspira este trabajo son todas las cosas que tienen en común, cómo se trenzan sus vidas a un lado y al otro del océano, todas ellas se revelaron a su tiempo, vivieron la prision y el convento, fueron a la guerra, liberaron a sus pueblos y a sus almas, escribieron cosas hermosas, las sepultaron bajo otro nombre, siguieron su instinto, murieron en la pobreza absoluta pero quedaron estampadas en los billetes de sus paises, amaron locamente, se hicieron pasar por hombre para escapar a su destino, sufrieron violencia domestica, adicciones y abuso de poder, fueron procesadas y condenadas, cada una luchó por defender sus ideales, cada cual con su arma: la pluma, la espada, la palabra, la militancia política, el arte, la fe. Hay muchas Juanitas más. En las charlas con amigxs y colegas siempre aparece alguna nueva, ellas siguen llegando desde diferentes lugares, pero en un momento tuvimos que elegir y quedarnos con las que más me identificaba, estuve mucho tiempo escuchándolas a ellas y escuchándome a mí, para sentir que era lo que más resonaban de ellas en mi, con lo que nosotrxs queríamos decir. La obra, a través de un lenguaje físico, poético y creativo hace hincapié en las situaciones y universos que las unen: la política, la locura, el aborto, el travestismo, la maternidad, el deseo, la lucha, el feminismo, la patria, las contradicciones de la historia, la poesía, la paz, la fe, la libertad, la justicia. Todas Las Juanas han muerto, pero ha quedado mucho por decir, esta obra intenta recuperar la fuerza del grito que no han podido pronunciar.
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“Esta obra que estuvo siempre dentro de mí", dijo la actriz Agustina Toia.
¿Qué le dirían estas mujeres a las mujeres de hoy?
Que sigan su camino, su instinto, que luchen por sus ideales y deseos sin miedo, pero sin violencia. Que no usen las mismas armas que usaron ellos para someternos, que busquemos un camino nuevo sin revancha. Hacemos teatro para sanarnos y sanar el mundo también un poco. Vivimos el acto creativo como una artesanía. Creemos en un teatro que nos represente, invitándonos a emocionarnos, a desprejuiciarnos. Poder trascender con una mirada abierta y profunda, proponiendo un territorio sin patria, sin sexo, donde todxs podamos identificarnxs. Para nosotros este ritual, es una oportunidad para sanar cuestiones personales, para repensar los lugares que ha ocupado a lo largo de la historia en la sociedad la mujer, para homenajearlas por su condición, su perseverancia y valentía, y sobre todo para pensar en un camino que no sea ni de hombres ni de mujeres, sino de humanos, de seres en búsqueda de libertad, amor, pasión y armonía. Creo que ahí está el verdadero desafío en este momento que nos toca vivir.
¿Qué le dirían a los hombres de hoy?
Que construyamos un camino juntxs. Nos tocó una época hermosa para acompañar los procesos de independencia y deconstruccion de la mujer, que son también del hombre, porque cuando se deconstruye la figura histórica de la mujer automáticamente también se deconstruye la del hombre. Es una oportunidad que nos da esta era de poder compartir este camino, un camino largo, que recién empieza, pero que tiene que ser de escucha, con paz y sin violencia. Y también que ellos descansen del patriarcado que les ha exigido ser tantas cosas, que las reconozcan y las transformen también, esta oportunidad de cambiar y tomar conciencia es de todxs. Como dice la partisana Giovanna Marturano en un momento... “es mover o morir”.
¿Creés que las cosas realmente cambiaron o están cambiando en relación al reconocimiento a las mujeres?
Están cambiando, pero todavía hay mucho por hacer. Pienso en nosotras, que a veces incluso siendo independientes y pudiendo trabajar, a veces igual volvemos a esos lugares de víctimas, de niñas, porque eso está en la sangre. Así como para los hombres les es natural, por más sensibles y respetuosos que sean, volver inconscientemente a querer ocupar el lugar de poder, a tener supremacía en las desiciones, a querer tener razón y a asustarse y abandonar los lugares que les proponen tomar una actitud diferente.
Ante los casos de violencia que persisten, ¿podría pensarse que hay un discurso de cara al público y otro para el ámbito privado?
Todas somos Juanas. Queremos caminar sin miedo por la calle, opinar y ser escuchadas de verdad, amar sin ser poseídas en todos los sentidos: ni ese amor idílico que nos viene a buscar y nos envuelve la vida completa por haber sido criadas como princesitas, ni esa posesión del macho y la propiedad privada. Todas las mujeres estamos buscando un camino propio, alternativo que no sean los destinos históricos de la hembra... ¿madre, monja, puta o loca? como dice la obra en un momento. Hay mucha hipocresía todavía en la sociedad. Hombres que venden una imagen que después no corresponde con su intimidad, espectáculos, películas, el humor y la publicidad, letras de canciones, opiniones de la gente, en donde todavía se sigue cosificando a la mujer. A diferencia de éstas, en las que nos inspiramos que vienen abriendo caminos, hoy podemos escribir sin miedo, manifestarnos, trabajar en mejores condiciones, elegir no maternar por ejemplo o viajar y decidir estar solas, pero todavía hay injusticias y violencias. Sobre todo en la calle, en los lugares de poder y hasta en la vida cotidiana, a veces sin darnos cuenta en las cosas más pequeñas. “Queremos ser libres y sensibles, no fuertes”… Hay un tratado sobre la emancipación de la mujer de Juana Manso que yo reescribí haciendo una versión propia, de lo que yo diría hoy al respecto y ahí está la voz de mi abuela en esas palabras y ahí se cura la sangre. Crecí escuchando a mi abuela diciendo “a mi me hubiese gustado estudiar” y a mi otra abuela que quería ser actriz y que cuando lo manifestó recibió una cachetada de su padre, sin duda vengo a sanar eso también... Durante muchos años también pensé que tenía que ser fuerte y salir a la guerra, porque era mujer y encima me gustaba el teatro y quería vivir de él y era todo muy difícil. Pero la guerra no sirve para nada, usar las mismas herramientas que ha usado históricamente el patriarcado para someternos hay que prenderlas fuego y buscar otro camino, más humano. El teatro, el cine, la escritura es el modo que encontramos para poder transitar las cosas que vamos sintiendo, que nos van pasando y le van pasando al mundo. Desde la ficción, para construir realidad, porque es el lugar que elegimos. Hoy es nuestro momento, cada una desde el lugar que nos toca.