Este mes se cumplen 50 años de la histórica huelga bancaria de 1959, que marcó un hito en la historia de las luchas por las reivindicaciones de los trabajadores bancarios. Este conflicto gremial me encontró entre uno de sus miles de activos participantes junto a entrañables amigos. Cansados de promesas incumplidas, lanzamos un 13 de abril de hace 50 años, una de las más prolongadas, dolorosas y, a la vez, enriquecedoras huelgas del movimiento obrero argentino. A lo largo de 69 largos días sobresalió el compromiso de dirigentes, el acompañamiento de las bases, la unidad y la solidaridad de los compañeros en lucha. La huelga contaba con la adhesión de todos los bancarios del país. Famosas fueron las marchas que se realizaron en Buenos Aires y en las principales ciudades del interior. Los bancarios eran acompañados por los trabajadores del seguro y estudiantes universitarios. Muchas de estas movilizaciones fueron ferozmente reprimidas. En nuestro banco –por entonces el Provincial de Santa Fe– es imborrable en mi mente la imagen que les voy a relatar. El Ejército llegó a la puerta de entrada y comenzó a preguntarnos sí trabajábamos. La respuesta de la inmensa mayoría fue negativa. Nos subieron a camiones y fuimos llevados detenidos al ex Regimiento 11, en la zona sur de Rosario. En el país, el "escarmiento" a la huelga representó casi 6 mil cesantes. Rindo homenaje a la dignidad gremial de Andrés P'Feuthy, empleado del banco City y secretario de la bancaria de Rosario. Andrés rechazó su reincorporación al saber que a sus compañeros les confirmaban las cesantías. En el Banco Provincial fuimos cesanteados 91 trabajadores. Vendrían tiempos difíciles. Durante los primeros años parecía haber una orden no escrita que vedaba el acceso a cualquier trabajo al que fuese un "cesante bancario". Pasarían seis interminables años para que fuéramos reincorporados. Fue durante la gestión como gobernador de Santa Fe del doctor Aldo Tessio y de su ministro de Trabajo el doctor Marcucci. Lo hicieron posible la sensibilidad oficial y la tenacidad de nuestra comisión de cesantes y de los delegados Onix Lux D’Angelo y Amílcar Tamburri. Después de seis amargas nochebuenas, retornamos al lugar de donde nos habían expulsado como malhechores por defender el irrenunciable derecho a un salario justo. Aprovecho para saludar a mis viejos compañeros con un abrazo fraterno y a los jóvenes bancarios les pido siempre tener presente que, por encima de las personas, la Asociación Bancaria es la organización de todos los trabajadores bancarios.