Otra vez una historia de pibes con prontuario de barrio La Tablada que tiran
como locos y mueren como perros. Esta vez fue el turno de Joel Alcaraz, un muchacho de 19 años y un
sólido legajo delictivo. Sin embargo, y según se pudo reconstruir, el final de Alcaraz no provino
de un ilícito previo sino de una riña callejera derivada de una gresca en un boliche. La forma en
que fue dirimida esa disputa es producto de una cultura violenta que marca que así se resuelven los
conflictos en esa deprimida parte de La Tablada.
Los últimos días de Joel Alcaraz sirven para dar dimensión a su vida. El
miércoles último efectivos de la sección Homicidios y Patrulla Urbana lo detuvieron en la vía
pública como sospechoso del homicidio de Gustavo Alberto Acuña, de 23 años, el pasado 24 de octubre
en Ayacucho al 4000. Cara y ceca: aseguran que al momento de ser detenido viajaba en un Audi gris.
Ayer uno de sus amigos, parte de la barra brava de Rosario Central, puso los 2.300 pesos que costó
su funeral.
Tras esa detención estuvo a la sombra dos días y el viernes el Juzgado de
Instrucción 13ª lo liberó por falta de evidencia. El lunes de madrugada llegó al boliche de
Ayacucho al 5900, casi Arijón, que es propiedad de los hermanos Gustavo y Jesús Benavente. Un lugar
que desde hace dos meses le estaba vedado a partir de un viejo conflicto con el dueño del lugar.
Alcaraz fue igual, dicen que a buscar a su pareja, y ahí estalló una gresca donde terminó con la
cabeza rota por un botellazo.
"Joel iba al frente y no le importaba nada. Vos lo podías esperar con una
ametralladora que el tipo iba igual", recordó ayer uno de sus compinches. Y así fue. Alcaraz se
marchó del boliche enfurecido por la agresión. Fue hacia su casa, en Seguí y el puente de hierro,
tomó un arma y con un par de amigos se encaminó a la vivienda de su agresor, en pasaje Becquer al
500 bis, en la villa del Tanque. "En ese lugar tuvimos, antes de las 6.30, dos balaceras en pocos
segundos", relató una fuente allegada a la investigación. "Al llegar Jesús Benavente, de 23 años,
en su moto Honda 250 Tornado, Alcaraz y los suyos lo recibieron a los balazos. Recibió siete
impactos", explicó. "Cuando lo estaban socorriendo llegaron allegados a Benavente y balearon a
Alcaraz", agregó.
De gracia. El cuerpo de Alcaraz presentaba al menos seis disparos. Cuatro en la
espalda, uno en el pecho y otro en la cabeza. La trayectoria vertical de uno de los balazos, que
levantó la vereda, hace presumir que Alcaraz recibió un tiro de gracia", indicó una fuente
tribunalicia. "Había en el lugar unas 20 vainas servidas de tres calibres diferentes: 9, 11.25 y
40", describió el vocero. Todos cañones de arma de guerra.
"La cantidad de disparos hace pensar en un recio tiroteo", indicó el vocero
judicial. "También había unos diez proyectiles intactos desparramados como si a alguien se le
hubiera caído un cargador", añadió una fuente policial. Cuando la policía llegó ya no había armas.
"Las armas al caer al suelo desaparecen. No había más que casquillos", indicó la fuente
tribunalicia.
El cuerpo de Joel Alcaraz quedó tirado frente al 583 bis del pasaje Becquer,
frente a la casa de su agresor, durante unas tres horas. Y como si se tratara de un velatorio a
cielo abierto, con las primeras luces de alba, por delante desfilaron el juez de Instrucción Juan
Andrés Donnola; la fiscal Ana Rabin; una veintena de pesquisas y medio centenar de familiares y
allegados. La escena del crimen, que intentó ser preservada por un cerco perimetral, fue invadida
por curiosos, los perros callejeros y desconsolados allegados a la víctima. Jesús Benavente fue
trasladado al Clemente Alvarez donde quedó internado en estado reservado.
Luego de que la policía se fue del lugar, la casa de Jesús Benavente fue quemada
y saqueada. Su hermano Gustavo, de 33 años, está con pedido de captura y prófugo. La tempestad
amenaza con continuar.
Vida breve. A Joel Alcaraz lo investigaron por dos crímenes pero en ninguno hubo pruebas para
procesarlo. “Murió siendo inocente para la Justicia. En el caso del homicidio de Martín Ariel
Barreto —el 23 de junio de 2008 en pasaje Villar 119— lo tuvieron detenido cuatro meses
en el Irar y no hubo una sola declaración que señalara a Alcaraz disparando. Después todos
mintieron. Ese caso iba derecho al sobreseimiento”, indicó ayer el abogado Marcos Cella.
“Lo defendí desde los 14 años y era un pibe que tenía la chapa de pendenciero. Pero jamás fue
condenado”, describió el profesional. Las fuentes policiales consultadas fruncieron el ceño.
“Era un atrevido, muy violento, peligroso, que todo lo arreglaba a los tiros”,
coincidieron.
Todo lo ligado al homicidio de Joel Alcaraz y a las heridas recibidas por Jesús Benavente
tuvieron a lo largo del día de ayer al menos dos versiones contrapuestas, que hicieron recordar a
la muerte de Guillermo Torombolo Pérez, otro pibe de Tablada con prontuario abierto, que no llegó a
cumplir 24 años. Murió en febrero de 2008. Se trata de habitantes de una zona precaria en donde el
narcotráfico abre grietas entre familias trabajadoras y produce disputas violentas, a veces por
control de zona, algunas por diferencias comerciales, otras por peleas que, aunque surgidas de
cuestiones menores, se deciden entre personas habituadas a resolverlas de modo extremo.
Nueve víctimas
En La Tablada murieron asesinados este año Sergio Barrios (11/1
Patricias Argentinas 4800); Sergio Salinas (30/1, Grandoli al 3800); Walter Emanuelle (11/2, Medici
al 4900); Héctor Cardozo (7/6, Esmeralda y Garibaldi); Miguel Peña (19/7, Grandoli y Gûiraldes);
Pablo Gómez (29/7, Necochea 4200); Gabriel Sánchez (17/10, Alice y Lamadrid) Gustavo Acuña (23/10,
Ayacucho 4029) y Joel Alcaraz. Son mucho más numerosos los casos de heridos por armas de fuego.