“Si hay una ley para que los menores voten...tiene que haber una ley para que los menores vayan presos”. Eso dijo un santafesino famoso a raíz de ese pibe de 15 años, con un hijo y una vida de porquería, que destrozó la vida de una mujer y sus hijos. Pero hay que aclarar que se lo deja votar pero no se lo forma para esta vida; no los criamos, no les damos atención, protección, mientras la droga está al alcance de cualquiera. Qué difícil es todo, porque yo no mato, no violo, no robo, pero tuve una familia que me contuvo, aunque los milicos hicieron desastres en mi familia. Nunca estuve sola, mi madre trabajó toda su vida; nosotros fuimos a la escuela, al club, al taller, tuvimos contención psicológica y nunca nos faltó la comida, ni la ropa. No teníamos televisor a color, no nos comprábamos zapatillas chetas, ni nos fuimos de vacaciones nunca, excepto los campamentos con el taller “Había una vez”. Pero no vivimos en la miseria, ni fuimos marginales. Vivimos en Empalme Graneros, donde mi madre y mi hermano se inundaron y perdieron todo; yo crecí en Grandoli y Gutiérrez con mis abuelos paternos, sin gas natural, sin televisor, sólo juegos, y todo esto hizo que pudiera hoy ver las cosas diferentes. No miro desde arriba sino desde donde viví y crecí, y desde ahí me duele que este pibe de 15 años llegue a tener esta vida de porquería, aunque él haya destrozado la vida esa pobre mujer. Me pregunto por qué él llega a eso. Cada sábado que veo a l@s niñ@s el taller de “ La Libertad”, donde trabajo hace muchos años, en barrio Corrientes (ex villa La Lata), me hago la misma pregunta: por qué. No tengo esa respuesta, sí tengo toda la energía en el cambio. Trabajo diariamente para eso, por la igualdad, porque no haya más pibes de 15 años haciéndose pelota, para que deje de existir ellos o nosotros, sino todo@s juntos.