"Es una comedia dramática, como filmo un poco yo; lo que propone la vida es medio multigénero". Así definió Marcos Carnevale el estilo de "El espejo de los otros", el filme que se estrena hoy. Se trata de cuatro historias protagonizadas por Norma Aleandro, Graciela Borges, Leticia Brédice, Alfredo Casero, Pepe Cibrián Campoy, Mauricio Dayub, Julieta Díaz, Luis Machín, Oscar Martínez, Ana María Picchio, Favio Posca, Carola Reyna, Marilina Ross y María Socas. Ellos interpretan a los comensales de un singular restaurante ubicado en una catedral en ruinas, donde cada noche es la Ultima Cena.
Los dueños son dos hermanos que controlan entre bambalinas cada encuentro, al modo "de un Gran Hermano", contó Carnevale, responsable de "Elsa y Fred" , "Corazón de León" y director de contenidos de Pol-ka, adelantó que está preparando su versión de "Amigos intocables", con Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna, basada en el filme homónimo y segundo más exitoso de la historia del cine francés (ver aparte).
—¿Cuál fue el origen de la película?
—Nació de un sueño. Estaba de vacaciones en el mar tratando de descansar después de un año muy estresado de trabajo y dije no voy a leer, no voy a ver televisión, ni voy a ver películas, no voy a escuchar música. Nada. Y estuve así siete días. Una mañana me estaba despertando y empezó a aparecer una idea vieja que tenía de hacer un restaurante con una única mesa y aplicar en ese restorán el concepto de la Ultima Cena, y llamar al restaurante Cenáculo como el Cenáculo de Cristo. A partir de ahí me vinieron imágenes de unas iglesias que conocí en Guatemala que no tienen techo. Entonces pensé porqué no armar un restaurante en una catedral para hacer algo más imponente y sin techo. A diferencia de una película episódica, en este caso está conectada por una historia principal que es la de los dueños de ese restaurante, que son como voyeurs , como dos Gran Hermano, como la mirada de Dios, mirando esos humanitos buenos y malos repartidos en el planeta representados en cuatro historias.
—Mezclás comedia y drama, como hiciste en otros trabajos...
—Sí, es una comedia dramática, como filmo yo, como lo que propone la vida, que es medio multigénero. Por momentos despierta la comedia, por momentos sobreviene el drama, por momentos es una película de Sundance un poco más contemplativa y por momentos es lo que quieras.
—Pepe Cibrián debuta en cine. ¿Cómo fue dirigir a otro director?
—Es su debut y está fantástico. Está feliz además. Para mí fue todo un desafío y una jugada porque siempre lo conocí como el director de esas comedias musicales tan enormes, y dirigir a un director puede llegar a ser un motivo de conflicto. Fue lo primero que le planteé a Pepe, ¿podés dejar el director en tu casa y traer al actor? Y me dijo "Por supuesto, soy un profesional". Y lo fue. Sin ninguna duda se ganó el amor de todo el equipo. Fue un soldado prusiano a la hora de trabajar, se entregó totalmente. Con todo el elenco fue un placer muy grande. Ya he trabajado con casi todos ellos. Muchos son amigos. Son todos excelentísimos actores, entonces cuando uno cuenta con instrumentos tan refinados se hace muy fácil para un director hacer una puesta.
—Resultan llamativos varios de los elementos de la película ligados a lo religioso, como la catedral, la Ultima Cena, los dos hermanos omnipresentes y vigilantes. ¿Te sentiste observado por la religión, por algún tipo de poder?
—Sí, claro. Me siento vigilado por esta cultura juzgadora, prejuiciosa, muy cristiana, muy rígida, que nos impone algunas cosas, y eso lo vengo contando en mis películas anteriores; cómo estamos mal educados, sobreexigidos, autoexigidos. Tenemos un peso de la cultura que nos dice que tenemos que ser exitosos, altos, flacos, buenos mozos, ricos, casados con chicas católicas, tener al menos tres o cuatro hijos, un auto, vivir en un barrio, y otras cosas más. Y eso creo que hace que uno se sienta permanentemente observado por el otro, por el espejo de los otros justamente. El otro te está mirando y te está tomando examen, a ver si te pusiste la camisa Hugo Boss, o qué tenés. Creo que es una pelea que tengo con la cultura. Cada vez transo menos con la mirada del otro, cada vez trato de deshacerme más del juicio del otro y ser feliz con lo que a mi me parece que tengo que ser feliz. Con lo que a mi me parece y no con lo que el otro cree que yo debería ser feliz.
Paralelamente a este estreno estás disfrutnado de que "Elsa y Fred" se hizo en Hollywood y "Corazón de León" partió a Francia...
—La verdad es que tengo mucha suerte de que las ideas que se generan se recreen en otras latitudes. Es un honor y ese es un síntoma de que uno está haciendo las cosas más o menos bien.
Esa también es la devolución del espejo de los otros, pero la buena...
—La buena, el espejo lindo (risas).
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