Como rosarino me avergüenza que el intendente de Rosario salga a criticar con dureza la decisión del intendente de San Isidro de levantar un muro para intentar vanamente terminar con la inseguridad o disminuir su índice. La medida del intendente de San Isidro es absolutamente repudiable, pero no porque lo diga el intendente de Rosario, fiel a los principios del partido de la rosa roja, que por cierto va perdiendo su color. Es que en 20 años de gestión socialista se trazó una línea imaginaria entre los barrios más humildes de Rosario y los bulevares o barrios privados y céntricos. No es novedad que el presupuesto municipal se concentre en los sectores que menciono y que Rosario está dividida estructural y socialmente en dos sectores. La moneda corriente de esta gestión es que el que más tiene menos pague y el que menos tiene más pague. Lo puede corroborar cualquier ciudadano leyendo el moderno código urbano. Para pensar de cara a las elecciones de concejales.