Con la alfombra roja más concurrida y colorida de esta edición del Festival de Cannes y una fiesta que se coronó sobre uno de los bares de la playa de la Croisette hasta altas horas de la madrugada de ayer, el film “Elvis”, del australiano Baz Luhrmann, llegó a Cannes, donde se ganó todos los flashes y ensombreció por unas horas el resto de las actividades que se desarrollan en el festival que hoy atraviesa su última jornada y que mañana revelará a a los ganadores.
La biopic interpretada por Tom Hanks como el polémico y maquiavélico “Coronel” Tom Parker, el mánager que lo llevó al estrellato pero también lo condenó a la soledad, las drogas y una mala copia de sí mismo en sus últimos años de shows en Las Vegas, y por Austin Butler como el genial cantante, es casi perfecta en su género, que transita con ritmo y donde atiende a todos los requerimientos de tratamiento obligatorio, con altísimo nivel técnico y poniendo en juego todas herramientas de la industria para una película pensada para llenar las salas cinematográficas.
“Esto va más allá o más acá del éxito que finalmente tenga la película, lo que más emocionó de este proyecto fue hacer una película que vuelva a llevar gente a las salas de cine y pienso que la ovación con la que anoche la gente saludó al filme en la gala de presentación fue, más que una ovación para el filme, una ovación a esta posibilidad de volver a ver cine en las salas, en una sala llena de amantes del cine de todo el mundo, un saludo a que todo eso vuelva a estar entre nosotros”, aseguró en la conferencia de prensa Baz Luhrmann ante los periodistas.
Al hablar sobre sus objetivos al realizar esta biopic sobre “Elvis”, el que fuera realizador de “Moulin Rouge” (2001), “El gran Gatsby” (2013) y que se diera a conocer en Cannes en 1992 con “Strictly Ballroom” señaló ser “un gran admirador del músico”.
“Quería tomar sus cosas con mucho respeto por todos los personajes involucrados pero también hablar sobre la experiencia profunda que significaron los 50, los 60 y los 70 en el mundo y la relación que se empieza a tejer entre los shows y los negocios entonces”, señaló.
El filme está narrado desde la voz, muchas veces en off, de Tom Parker y va desde los comienzos de este como mánager de circo y de cantantes country hasta su encuentro fortuito con Elvis y la conciencia absoluta de estar ante un “fenómeno” que venía a revolucionar los parámetros de la industria del entretenimiento y que se montaba y era parte influyente de una nueva ola que traía consigo cambios culturales que comenzaron a tomar protagonismo en la posguerra de la década del 50 y estallaron en los 60.
“No creo que Tom Parker fuera un tipo malo, fue un hombre que vio una oportunidad y una oportunidad de hacerse millonario. La primera vez que vio los efectos que Elvis generaba en la audiencia vio algo nuevo, una fuerza increíble que iba mucho más allá de lo que permitía su época y se jugó por eso, porque era un tipo que te prometía vivir algo que nunca habías vivido y cumplía, pero con sus costos”, afirmó en el encuentro con la prensa Hanks sobre el personaje que tuvo que interpretar, de quien dijo que “no conocía absolutamente nada, ni su aspecto, ni había leído sus libros cuando Baz me propuso el papel y cuando vi una foto de él dije: ¡Wow!”.
Algo que deja claro la película, al igual que el documental sobre Jerry Lee Lewis de Ethan Coen, que también se estrenó mundialmente en Cannes, es la influencia, el amor y la pasión de estos músicos por la música negra, tanto de los cantantes y guitarristas de blues a los que espiaban con el rabillo del ojo y entre el aire de las tablas de madera o chapas que hacían de paredes en los pobres bares donde tocaban y de la música gospel de las iglesias negras.
En los dos cantantes, contemporáneos entre sí (ambos nacieron en 1935 en el sur profundo de Mississippi y Louisiana con diferencia de meses), están las mismas influencias y las mismas pasiones musicales conocidas desde niños y los dos son artífices del origen, la propagación y la expansión del rock.
La “Elvis” de Luhrmann es luminosa y brillante en su textura jugando en sintonía desde la iluminación y el diseño artístico del vestuario y el decorado que puso en juego el cantante nacido en Tupelo en enero de 1935 y fallecido en Memphis a los 42 años de un ataque al corazón luego de estar expuesto a las píldoras durante años, y tiene la diferencia con el original de que en el filme el sonido de la música de Elvis, es mucho más high-fi que el original, que era, sobre todo en los comienzos, ruidoso, tosco y salvaje.
Luhrmann parece dominar todas las herramientas, para una película de alto impacto, utiliza también un montaje preciso y un ritmo que nunca se detiene ni cae en baches sino que avanza continuamente a buena velocidad al mismo tiempo que la historia va dejando datos insoslayables de la grandeza del personaje, transformado en mito más tarde pero también en máscara degradada de sí mismo con la sobreexposición de las imágenes de un Elvis intoxicado, gordo y vencido que hacía sus últimas temporadas en Las Vegas sostenido por las pastillas.
La película podría dividirse en tres décadas: arrancando por el ascenso en los 50 con sus comienzos en 1953, grabando su primer sencillo para la Sun Records de Sam Phillips (su verdadero descubridor, que busca un sonido blanco para la tradición negra); la aparición de Parker y la firma para RCA, momento a partir del cual aparecen Graceland y el ascenso, las controversias con sectores conservadores, su alistamiento obligado en el ejército y el regreso con gloria (aunque con su madre fallecida), para ingresar al cine y ser parte central del star system norteamericano.
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“Crímenes del futuro”, de David Cronenberg.
LAS QUE PICAN EN PUNTA PARA LA PALMA DE ORO
A un día de entregarse mañana los premios, dos revistas, la estadounidense Screen y la francesa, Le Filme Francais convocan a periodistas de determinados medios y les piden sus calificaciones. En Le Filme Francais que convoca 15 críticos galos pican en punta “EO”, sobre un burro que recorre Europa, del polaco Jerzy Skolimowski; “Armaggedon Time”, autobiografía del neoyorquino James Grey sobre un momento de su adolescencia, y “Decision to Leave”, policial noir, romántico y elegante del surcoreano Park Chan-Wook.
En el caso de Screen, que sigue las calificaciones de The Guardian (Reino Unido), Los Angeles Times (USA), The Paper (China), Die Zeit (Alemania), Le Monde (Francia), y la misma Screen International, entre otros 10 medios, gana por varios cuerpos “Decisión to Leave”, con 3,2 promedio sobre 4 puntos máximos posibles; seguida por “Armaggedon Time”, 2,8, y “EO”, 2,7 y, más atrás, “Crímenes del futuro”, del canadiense David Cronenberg; “RMN”, del rumano Cristian Mungiu y “Triangle of Sadness”, del sueco Ruben Ostlund, las tres con 2,5.