Pocos han reparado que Miguel Torres Del Sel es sin dudas la gran revelación de la política argentina en los últimos tiempos. Su carisma y sensibilidad lo llevó a un paso de ser gobernador de la provincia de Santa Fe. Vale recordar que en aquella oportunidad Del Sel fue superado por el socialismo en horas de la madrugada, cuando todos nos fuimos a dormir con su sorpresiva ventaja sobre el candidato oficial. Finalmente, quedó a escasos puntos del oficialismo, habiendo realizado una magnífica elección. Este acontecimiento debió merecer el respeto de gran parte de la ciudadanía santafesina; más aún, cuando resultaba reprobable que previo al acto eleccionario se despreciara al candidato, se lo discriminara por su condición de cómico del espectáculo. Muchos argumentaban "cómo votar a ese payaso", olvidando que "ese payaso" decidió dedicarse a la política siendo ya una persona exitosa. Conviene remarcar que Miguel Del Sel no necesita de la política para subsistir, es una "rara avis". Su vida ya estaba sostenida antes de dedicarse a ella. En este contexto Del Sel irrumpe para dar lo mejor de sí, su honestidad, su valentía, su sentido común. Es el nuevo fenómeno de la política actual; es el cambio que tanto se aclama. Su fina ironía, su bajo perfil, el no responder a difamaciones, marcan su estilo. Sólo le interesa recorrer cada rincón de la provincia de Santa Fe para interiorizarse de los problemas puntuales de cada lugar. Bajo estos antecedentes, el resultado de las Paso marcaron que las elecciones de 2011 no fue pura casualidad; cuando todos le presagiaban un tercer y cómodo lugar, responde con otra excelente elección contradiciendo las encuestas previas. Es llamativo (algo que pasó desapercibido por analistas) que la figura de Del Sel logra mayor adhesión al sufragio en los barrios periféricos de nuestra ciudad. En aquellos barrios difamarlo de "payaso" no juega como rédito electoral. Decía el famoso clown Caroline Dream que "los payasos no son personajes, son personas, los más humanos de los seres humanos". La gente lo sabe, no se deja engañar. Han pasado gobernantes con títulos profesionales y legos de la política que nunca hicieron nada por ellos. Resulta sorprendente verificar la atracción de Del Sel para y con la gente, en cada barrio que visita. Es uno más, se interioriza y preocupa por ellos; el eslogan "Miguel de la gente" encuentra sustento en la realidad y no en la mera propaganda. Hoy "el payaso" está respondiendo a sus difamadores; hoy Del Sel es un candidato que merece el respeto de todos; es una persona exitosa, que vuelve a destacarse en un espacio que le es hostil, pero que seguramente le brindará en un futuro próximo la satisfacción de haber logrado su objetivo primigenio: hacer algo por el otro, hacerlo feliz.