La ciudadana llamada María Graciela Ocaña tiene como apodo "la Hormiguita". Se supone que dicho apodo tiene que ver con lo laborioso de ese insecto, pero yo estoy convencido que se debe a que se esconde bajo la tierra cuando surgen inconvenientes. Hace algún tiempo, unos afiches que se pegaron en Capital Federal tenían la leyenda "Ocaña nos engaña". Creo que el autor de los mencionados afiches conocía perfectamente a la Hormiguita. Cuando María Graciela Ocaña estuvo como máxima responsable del Pami realicé infinidad de denuncias por su irresponsabilidad e incapacidad. Esta señora sólo atinó, como única respuesta, a llamarme mafioso, situación ésta que me llevó a querellarla judicialmente por injurias. Asimismo me presenté ante los Tribunales Federales de Rosario para que la llamada Ocaña presentara pruebas en mi contra que acreditara su dicho de mafioso. Cabe destacar que nunca presentó prueba alguna, y una vez más se escondió bajo la tierra. En la Fiscalía Federal N° 1 de esta ciudad denuncié la posible comisión del delito de asociación ilícita en el Pami Rosario, involucrando en esta denuncia a Ocaña por comisión u omisión. Su incapacidad manifiesta nos enfrenta hoy con los mosquitos, portadores del dengue. Se han alzado numerosas voces de importantes profesionales, como asimismo científicos del Conicet, que denuncian que la epidemia actual del dengue se pudo haber evitado con el solo hecho de la prevención. Seguramente Ocaña llamará también mafiosos a estos profesionales y científicos, o culpará a los mosquitos bolivianos que han osado cruzar la frontera. Los argentinos nos merecemos algo mejor que una hormiguita para proteger nuestra salud. Necesitamos alguien con más cerebro y capacidad. Como primera medida que sea un profesional médico de reconocida trayectoria.