Desde hace meses vengo siguiendo en los medios y canales de noticias las barbaridades y obscenidades que aquellos que tienen micrófono vienen diciendo sobre el tema del matrimonio homosexual. Muchos opinan de psicología, de lo mejor para los niños, del amor que se tiene para dar en adopción y no se deja, Pues señores, antes de hablar hay que leer un poquito de psicología evolutiva. Si Piaget se levantara de su tumba seguramente se le caería la pipa por quedarse boquiabierto al escuchar las locuras y burradas que se dicen. También quiero compartir con el lector que me siento permanentemente discriminado y atacado por pensar distinto: me permito denominar a esta actitud de aquellas minorías sexuales como una especie de "hetero-fobia" pues, parece que todo lo que planteamos es retrógrado, castrador, y de mente limitada. ¡Pues permítanme pensar distinto! Permítanme expresar mis valores y criterios sin atacar mi capacidad de razonamiento. Quiero aclarar en este punto que mi lucha no es "en contra de" sino "en favor de la vida en familia varón-mujer". Mi lucha no es contra la comunidad homosexual. Por el contrario: creo firmemente y defiendo con todo el corazón que todas las personas somos iguales en dignidad. Si en lugar de matrimonio homosexual, se pretendiera cambiar la ley por "poligamia" mi lucha sería la misma. Y una cosa más: creo que el sistema democrático debe representar a todos los sectores de la sociedad, privilegiando a las minorías, y a aquellos que no son escuchados. Creo firmemente en que se debe legislar la unión civil entre personas del mismo sexo ya que es una realidad existente en nuestro país desde hace años, y existe un vacío legal enorme en cuanto a derechos de herencia, patrimoniales, etcétera. Ahora bien: no todo es lo mismo. En una sociedad donde todo es relativo, donde todo da igual, quiero levantar mi voz diciendo: "no todo es lo mismo". No todo da lo mismo. Y entiéndase bien: marcar diferencias, no es discriminar, sino discernir. Cuando nos casamos el juez de paz nos exhorta a entender que el Estado ve en la familia varón-mujer la base de la sociedad. Si nos permitimos cambiar esta definición, estaremos cambiando los cimientos de nuestra sociedad: no creciendo, sino recortando, mutilando pilares y valores que desde años se quieren construir. Una vez más: no quiero herir a nadie con mis palabras: lejos de mis intenciones. Pero hay que decir las cosas como son. La institución matrimonio es pilar, base y fundamento de nuestra sociedad. Preguntémonos hacia dónde queremos caminar como sociedad, con qué valores queremos crecer y educar a nuestros hijos. Y lo último: aprendamos, miremos y estudiemos a nuestros representantes. En estas circunstancias vemos realmente quienes nos representan y a quienes se les ven los hilos.