Una mujer denunció haber sido víctima de un ardid mediante el cual le sustrajeron una cifra aún no evaluada en joyas y objetos de oro, documentación de otras viviendas de su familia y una suma no determinada de dinero en efectivo. Aimará Mazzoi, de 55 años, dijo en la seccional 3ª que Sandra Viviana M., a quien tenía contratada para cuidad a su madre de 90 años y postrada en cama, de “desvalijarle y destruir el mobiliario” de su departamento de calle San Martín al 400 junto a dos cómplices. El hecho, según la mujer, sucedió el fin de semana del 18 y 19 de abril pasados, cuando ella se ausentó del hogar.
La denunciante contó detalle por detalle lo que considera un argumento falso usado por su asistente para justificar un robo del que, para ella, Sandra M. “es la única responsable”. El mencionado fin de semana Aimará viajó a Córdoba y al volver se encontró con el faltante y la excusa de un supuesto secuestro virtual del que habían sido víctimas su madre y la asistente por el cual tuvieron que entregar todas las pertenencias a los falsos captores. Pero la dueña de casa no creyó ni creé en esas palabras.
Un falso hecho. Dijo Aimará a La Capital: “Yo tenía que ir a Córdoba, a la casa de una amiga, y se me ocurrió dejar a mi madre con esta asistente. Es la primera vez que la dejo y la verdad que me fui preocupada. Tanto es así que no hacía más que llamar a Rosario. Es más, en la ruta de vuelta, el domingo 19 por la tarde, debo haber llamado unas 10 veces. Pero resulta que esta mujer no me atendía y eso me preocupó más”, expresó Aimará, que luego del robo y el estrés sufrido, tiene todavía un problema muscular en sus ojos.
Cuando Aimará llegó a su casa confirmó sus temores. “Entré al departamento y vi a Sandra que me miraba desencajada. Estaba en medio de un desastre. Zapatos tirados, ropa desparramada, palos de golf, vestidos y maderas rotas. La zamarrié y le pregunté por qué había hecho eso y ella me contestó una locura, algo imposible”, contó.
Aimará relató que Sandra le dijo “que yo la había llamado, que le dije que estaba secuestrada y que en mi placard había dinero, que los secuestradores iban a ir a casa y que yo misma la autorizaba a romper las puertas de placares y aparadores para buscar la plata necesaria para pagar el rescate. Un delirio”, calificó.
Todo roto. Los muebles estaban destrozados y los vestidos manchados. La madre de Aimará se encontraba en la cama, muy mareada y dormida, por lo que su hija cree que “le habrán suministrado tranquilizantes”. Lo cierto es que la mucama tenía sangre en la nariz y adujo que la habían golpeado. Esa noche terminaron las dos en la seccional 3ª, donde Aimará no dudó en acusar a Sandra de haberla desvalijado.
Un fiscal pidió el registro de las cámaras de vigilancia del hall de entrada del edificio y en las imágenes se ve llegar a dos hombres, “uno joven y el otro no tanto”, sostuvo Aimará, que se saludan con la acusada. Una hora después la misma cámara da cuenta de la despedida de esos hombres con bolsas llenas de cosas y Sandra que los despide.
“Yo quiero que la busquen y la encuentren. Ni sé si la fueron a buscar a su casa. Me robó con un argumento estúpido y siento mucha impotencia. La Justicia no siguió la investigación y yo no sé que hacer. Tengo miedo que vuelvan y nos hagan daño a mi madre y a mi”, contó Aimará, quien todavía está en una clara situación de estrés y pánico.