Dos hombres armados le robaron alrededor de 150 mil pesos a una familia que días atrás había cobrado un resarcimiento a raíz de un accidente de tránsito ocurrido cinco años atrás. El atraco ocurrió antenoche en una modesta vivienda donde funciona una despensa en la zona oeste de la ciudad, cuando los hampones ingresaron a cara descubierta, encañonaron a una mujer y a su hija y huyeron con el dinero que, por alguna razón, sabían que había en el lugar.
El miércoles, alrededor de las 21, Cintia Soto estaba alimentando a sus hijas cuando fue sorprendida por dos hombres que aparecieron sin aviso en la cocina de su modesta casa de Pasco al 6300. A cara descubierta, los delincuentes habían entrado por un pasillo lateral de la vivienda.
Muy seguros de lo que buscaban, y encañonando a una de las mellizas de 6 años que es discapacitada, los delincuentes le dijeron a la mujer: "Venimos por la plata".
"Ella les ofreció unos cinco mil pesos que tenía en la granja pero ellos le contestaron «no, vos tenés más»", comentó una fuente policial consultada sobre el atraco.
Entonces los ladrones —en apariencia, de entre 25 y 30 años— llevaron a la mujer a la habitación y la pusieron boca abajo mientras buscaban el dinero que finalmente hallaron en una caja de mayonesa que estaba arriba de un ropero.
Indemnización. Evidentemente los delincuentes sabían que la familia guardaba allí unos 150 mil pesos que a mediados de la semana pasada había cobrado Franco, un hermano de 20 años de Cintia que vive con la familia de ésta y que cinco años atrás había sufrido un accidente de tránsito por el cual llegó a estar internado en muy grave estado.
"Iba en una motito y un auto lo atropelló en Cullen y Cochabamba. Casi pierde las piernas", contaba ayer a este diario Diego Lucero, el marido de Cintia, sobre el accidente que originó el resarcimiento económico.
"Con ese dinero y algo más íbamos a comprar esta casa. Ayer (por el miércoles) a la tarde habíamos hablado con la dueña", comentó el hombre de 47 años respecto de la vivienda que alquila con su esposa desde hace nueve años —la edad de su hija mayor— y donde siete años atrás abrieron una pequeña despensa que ella atiende para sumar a los ingresos que él obtiene como vendedor ambulante.
"¿Sospechas? Muchas, pero... la verdad es que no sé cómo se habrán enterado, porque nosotros no le habíamos dicho nada a nadie", señaló triste y resignado Lucero, a quien ayer sólo le quedaba una especie de consuelo: "Menos mal que yo no estaba porque no sé cómo hubiera reaccionado al ver que a mi nena le ponían un arma en la cabeza. Quién sabe lo que hubiera ocurrido".
Lo cierto es que los delincuentes se llevaron no sólo el dinero que la familia de Diego y Cintia atesoraba para comprar la casa que actualmente alquila sino también lo que había recaudado la despensa durante el día, así como teléfonos celulares, tarjetas de AUH y otros efectos de valor. "Si hasta se quisieron llevar una prótesis que tiene que usar mi hija, que es especial, pero mi mujer los convenció de que no lo hicieran", agregó con pesar Diego.