La Argentina volvió al círculo vicioso de déficit, emisión, inflación y devaluación. El arbitraje de tasa de interés es vital para poder ganar dinero en una economía que no respeta los contratos. No hay una propuesta atractiva para el canje de deuda, los bonistas esperarán al próximo gobierno o al desgaste que invite a un cambio en la propuesta actual.
El gobierno realizó una propuesta de reestructuración de la deuda pública que invita a que los bonistas no la acepten, deje a Argentina en cesación de pagos y pasen a negociar en otro momento.
Los plazos de pago de renta y amortización invitan a no apurarse a cerrar un acuerdo por parte de los bonistas, que esperaran una nueva propuesta, o bien renegociar en otro momento, esperando la reapertura del proceso de reestructuración. Si acuerdan no cobraran nada, y si no acuerdan tampoco.
La mirada de algunos bonistas es muy clara, Argentina declara el default formal en 30 días, ya que la secuencia de no pago de bonos bajo ley argentina y extranjera dejaran al país expuesto a una rebaja de calificaciones que perjudicara la toma de financiamiento de las empresas privadas. La cesación de pagos y el efecto no deseado de la pandemia empujaran al país a una recesión que con el correr de los meses harán reflexionar al gobierno que el único camino para mejorar es que llegue financiamiento externo, y para ello tendrá que flexibilizar la propuesta de deuda.
En el exterior, la mayoría de la empresa de inversión avizoran que la negociación podría llegar a buen puerto hacia el tercer o cuarto trimestre del año, cuando la crisis argentina llegue a un pico, y la necesidad tenga cara de hereje.
En él mientras tanto el gobierno no desea que las provincias emitan monedas secundarias, y trabaja en un financiamiento a tasas del 0% para que puedan pagar la nómina salarial. Estas ayudas se extienden a los principales municipios del conurbano. La regla es que nadie tiene el dinero necesario para funcionar, cuando la cuarentena dejo sin flujo de fondos a muchos sectores no esenciales de la economía.
El déficit primario del gobierno podría ubicarse entre $ 1.500.000 millones y $ 1.800.000 millones para el año 2020, y esto debería ser financiado con emisión monetaria. El gobierno podría recurrir a remesar las utilidades de 2019 del Banco Central, dichas ganancias son ficticias ya que surgieron del proceso de devaluación de nuestro signo monetario, es una lisa y llana emisión espurea de dinero.
El ministro es inflexible (por ahora) en mejorar la oferta a los bonistas, quiere una tasa de interés en pesos baja para financiar al presupuesto. Casi una propuesta romántica a la luz de la luna llena.
En Argentina la moneda de ahorro es el dólar, y el peso se utiliza para circular por el país. Si la estrategia del gobierno es financiar el presupuesto con la moneda local, y propone una tasa de interés por debajo de la inflación, el camino es totalmente equivocado. Bajo estos parámetros estamos observando que los depósitos en dólares siguen bajando, y los depósitos a plazo fijo en pesos están estancados desde el mes de enero (caen en términos reales).
La tasa de interés baja es una invitación a la compra de dólar bolsa. El 30 de diciembre el dólar Bolsa valía $ 76, hoy coquetea con los $110 lo que representa una suba del 45% en pocos meses. En igual período el dólar oficial subió el 10%, ubicándose en torno de $ 66. La brecha es del 66% y si persiste la tasa baja, podría acrecentarse mucho más.
El Banco Central está devaluando nuestra moneda a una tasa del 38% anual, tomando la media de la devaluación del año y la del último mes. El dólar futuro descuenta una tasa del 48% anual, si arbitras tasas deberías vender dólar futuro en este escenario, aunque nunca sabemos cuándo aparece un nuevo cisne negro en la economía. Los bancos te prestan dinero a una tasa del 24% anual, siempre que estés calificado, no tengas cheques devueltos y muestres utilidad en tus balances, casi una misión imposible. Podes cambiar cheques en bolsa avalados por una Sociedad de Garantía Recíproca a una tasa del 20% anual.
Con estas operaciones a la vista, los agentes económicos prefieren tomar deuda en pesos, y postergar toda liquidación de dólares en el mercado.
En conclusión, la propuesta de reestructuración de la deuda no tiene ningún incentivo para acordar en lo inmediato, y es una invitación a esperar que Argentina flexibilice la propuesta, apremiada por la crisis en el segundo semestre. Si ello no ocurre, como no hay ningún pago en los próximos 3 años, y el capital en el mejor escenario se comenzaría a pagar en el año 2026, muchos esperarían a que en algún momento haya una mejor propuesta.
El elevado déficit fiscal que se avecina producto de la pandemia sería financiado vía emisión monetaria, lo que nos colocaría en el círculo vicioso de déficit fiscal, emisión, inflación y devaluación.
En los próximos meses argentina gozaría de un mayor ingreso de dólares producto de una balanza comercial positiva, la reducción a cero del déficit de turismo y menos pagos de intereses de la deuda, dicho ingreso de dólares podría generar una apreciación del tipo de cambio oficial que complicaría la competitividad de nuestras exportaciones futuras, ingresando en una dinámica nociva para recuperar el crecimiento económico.
El mix de falta de financiamiento externo, el circulo viciosos a los que no tiene acostumbrado nuestro país, un tipo de cambio oficial atrasado y una brecha muy alta con el dólar bolsa, nos coloca en una dinámica de alta desconfianza que podría llevar al PBI a una caída entre el 6% y 8% anual, una inflación alta pero atemperada por la gran recesión y desempleo, y un dólar bolsa despegándose del dólar oficial, por faltas de alternativas.
Ganará dinero el que sepa arbitrar tasas, acertar en la compra de activos, especular con el dólar bolsa, tenga una empresa ligada a sectores esenciales que generen un flujo de fondos positivos y proyecte buenas perspectivas de producción para exportar o colocar en el mercado interno. El resto la tendrá que remar en dulce de leche repostero.