"Asimilo esta situación a la estrategia económica que siguió Martínez de Hoz". Así de determinante fue la opinión de Arnaldo Bocco, ex director del Banco Central de la República Argentina (BCRA), sobre la política de Mauricio Macri. El economista disertó en La Bancaria de Rosario, invitado por el Frente Sindical Felipe Vallese , integrante del Movimiento Evita.
Bocco estima que la inflación rondará entre el 43 y 45 por ciento este año "un nivel que dobla al de 2015" pero con el agravante de que la estrategia oficial descartó la protección, las políticas de estímulo y no direccionó crédito para reactivar el consumo. "Hay un shock muy fuerte sobre la economía y eso va a tener consecuencias sociales, tanto en la generación de pobreza como también en el aparato productivo" indicó y planteó como la gran preocupación "el aumento de la desocupación".
— ¿Cómo impactan las medidas macroeconómicas del gobierno de Macri en el empleo?
—Creo que el conjunto de medidas económicas es necesariamente injusto, pero es parte de la filosofía del gobierno. Tenía la posibilidad de ir haciéndolo en forma gradual para cumplir con sus objetivos _ no necesariamente con los de la sociedad _ y decidió hacerlo sin anestesia. Más allá de que hay diferencias entre los criterios de funcionarios de gobierno, el impacto de la apertura de la economía es muy grave, muy serio, en desocupación, en caída de ingresos y de poder adquisitivo, en fragmentación de los mercados, tanto en bienes como de trabajo. El gobierno llegó y aprobó todas las DJAI que estaban paradas de la gestión anterior. Hay casos de importadores que habían presentado tres veces las mismas y las autorizaron a todas. Entonces, hoy hay una oferta de productos compitiendo y no se prestó atención si entraban a precio de dumping, si venían con dumping social o económico. Hay un shock muy fuerte sobre la economía y eso va a tener consecuencias sociales, tanto en la generación de pobreza como en el aparato productivo. Porque el gobierno priorizó dos sectores: el complejo agroexportador, básicamente de commodities y el financiero.╠
—¿Qué efectos tuvo eso?
—Si uno mira, no exportamos más leche en polvo, no entramos al mercado chino, no hicimos nada de eso. Además China nos está diciendo que de acá a cinco años va a importar sólo materias primas salvo que haga convenios para inversiones en manufacturas. Vamos a exportar cada vez más productos primarizados y eso tiene una sola lectura: menos trabajo local, menos inversiones en manufacturas de origen agropecuario, por eso caen los precios. Con lo cual, la ideología es más la de la Sociedad Rural, un enfoque vinculado a una parte del sistema bancario que junto al agroexportador son los grandes ganadores del modelo en estos nueve meses.
—¿El resto es todo pérdida?
—El resto es un sector postergado. Incluso el sector automotor, que puso mucha expectativa en esta gestión, está complicado porque el gobierno decidió darle la espalda al Mercosur y además decidió desentenderse del tema brasileño. Argentina fue neutral, hasta diría expectante de la caída de Dilma (Rouseff) y Lula (Da Silva). Pero lo que sostiene el complejo automotor es el Mercosur, porque es una unidad, no está fragmentado en Argentina y Brasil. Ahora, si a la Argentina le va mal y Brasil produce más no tengan ninguna duda de que las fábricas van a priorizar Brasil porque es un megamercado y tarde o temprano se va a recuperar. Entonces la industria automotriz va a desalentar líneas de producción locales.
—El gobierno asegura que despega en 2017, después de prometer hacerlo en este segundo semestre ¿se puede?
—Esto es un tejido fácil de desarmar, muy difícil de recomponer. Por eso asimilo esta situación a la estrategia económica que siguió Martínez de Hoz. Desarmó las instituciones tal como el mercado funcionaba, abrió la economía, generó un sistema financiero de altísima especulación que es lo que hay hoy. Y si hoy uno examina cuál fue el éxito que tuvo el gobierno se puede decir que: aumentó la exportación de productos de cero valor agregado que es la estructura primaria pura; aumentó las importaciones de bienes de consumo, bajó el producto bruto, subió la inflación al doble, estamos con un déficit fiscal mucho más alto y se proyecta el año próximo 1 por ciento más del PBI, el gasto no lo bajó y no subió el gasto social. Es bastante ineficiente el gobierno para manejar el sector público. Además, obras públicas nuevas no hay, están continuando las anteriores y los que estuvimos muchos años en el Estado sabemos que una licitación es una cosa muy compleja. Si hoy se presenta una licitación y se publica puede ser que la obra empiece en el último trimestre de 2017. Falta más de un año largo para que la obra pública impacte. No digo que no esté bien esto, está fenomenal que la competitividad se logre con inversiones de estas características como las que el gobierno anunció. Pero aún no sabemos si tiene recursos o si va seguir endeudando a la economía.
—¿Qué análisis hace del nivel de endeudamiento?
—El gobierno tiene un fracaso ostensible. Hoy lo corporiza en el debate que se tuvo hace días sobre la inflación y los modos de abordarla, donde se pelea un ministro con el titular del BCRA y ya sabemos que habrá uno que va a quedar en el camino, porque es evidente que el tenor del debate al que asistimos como sociedad es demasiado pesado para el tipo de problema que tenemos. No es un tema menor. Este mes la inflación va a ser más baja y será así porque el Indec no va a contar el aumento de las tarifas Seguramente en los meses que vienen la inflación va a ser de nuevo alta, quizás no tan alta como el famoso pico que tuvimos en mayo,pero va a ser alta. Vamos a terminar con 43 o 45 por ciento de inflación, que dobla a la de 2015. El gobierno no dio protección, ni hizo políticas de estímulo ni otorgó crédito para reactivar el consumo. Además yo soy muy pesimista sobre el nivel que va a tener el blanqueo. El sistema financiero internacional no está cooperando. Ningún banco va a decir: llevate la plata a la Argentina, que te la cubrimos.
— ¿Hay incentivos para que la gente se incline a blanquear?
—No. La Ocde, que es la amenaza que hay para los que son tenedores de depósitos en el exterior, no tiene intercambio con Estados Unidos. Y el grueso del dinero no está en otra parte, en sociedades o paraísos fiscales o guaridas. El dinero está en los bancos norteamericanos y esos bancos no van a compartir los datos. El gobierno no ha logrado que Estados Unidos le comparta la información fiscal. Entonces supongamos que vienen miles de millones a la Argentina, cosa de la que tengo dudas. El blanqueo más exitoso lo hizo Cristina, que fue de 4.000 millones. En ese momento entraron sólo 585 millones, el resto de la plata quedó afuera. Pero igual, si entra el dinero en Argentina, hay que recordar que en 100 años de historia económica argentina, en el único año donde la inversión traccionó el crecimiento del producto fue en el 59 con Frondizi, cuando entraron todas las automotrices y todas las petroleras. En ese momento la inversión fue tan poderosa, la economía venía tan raquítica que indujeron a un crecimiento muy importante. Hoy lo que tracciona la economía es el mercado interno. El 85 por ciento del Producto lo explica el consumo y la inversión local. Y el 5 por ciento o 10 por ciento las exportaciones. El mercado mundial está amarrete con relación a los productos argentinos. Los clientes nuestros están debilitados porque les cayeron el valor de los commodities y el superávit comercial lo hacíamos con América latina y le dimos la espalda. Entonces ¿quién compra? Es una duda. Segundo, se desploma el mercado local, y nadie va a venir hasta tanto no tenga claro cómo se comporta la economía y el crecimiento en el país. Además, hay otra cosa, el ministro Prat Gay debería tener más transparencia en los niveles de endeudamiento público. Nos estamos endeudando y no estamos rindiendo cuentas. Por ejemplo, el endeudamiento que se hizo para el rescate de bonos no se usó para eso, los bonos no se rescataron, y la deuda se tomó.
—¿A qué se destinó ese dinero?
—Esa es la pregunta. Se licitaron mil millones de dólares hace pocos días, luego 500 millones. El gobierno los va a tomar porque la tasa de interés va a caer porque hay exceso de liquidez en Argentina y en el resto del mundo. No importa que la tasa sea baja. El problema es que dentro de unos años, el año que viene, ya hay que empezar a pagarla.
—El gobierno habla de que está bajando la inflación ¿la que venia de arrastre o la que el propio gobierno provocó en estos meses?
—Devaluación y eliminación de retenciones tiene efecto sobre la formación de precios, sobre la canasta de bienes y salarios. El 10 por ciento más rico de esta sociedad se lleva el 40 por ciento del consumo y el 20 por ciento se lleva aproximadamente el 50 por ciento de consumo. El resto se reparte en el resto de la sociedad. Esos son datos inmodificables. Si yo golpeo a los de abajo, hay una mitad del consumo lo liquido
—¿Cómo ve el mercado de trabajo de aquí a fin de año? ¿Se podrá recuperar el poder adquisitivo del salario?
—Veo un crecimiento de la desocupación. A mi me atemorizó mucho un desempleo del 10,5 por ciento en ciudad de Buenos Aires (Caba). Para mí es un indicador del agotamiento de la estructura productiva y del desplome el hecho de tener una tasa de desempleo de más de 11 puntos en lugares como Rosario, Gran Buenos Aires, Mendoza y Córdoba. Eso pone al descubierto que se agotó el modelo. Que la política económica terminó asfixiando a un sector del aparato productivo, por las tasas, la caída del mercado interno, los plazos de pagos y la caída del consumo.