Hace un año, el 20 de junio de 2018, el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobaba el acuerdo stand by solicitado por la Argentina para evitar formalizar la cesación de pagos en el marco de la crisis cambiaria iniciada en el mes de abril. El préstamo original fue de u$s 50.000 millones, aunque tres meses después debió ser ampliado a u$s 57 mil millones, debido a la persistencia del sacudón macroeconómico.
Fue en medio de la corrida, durante el mes de mayo, que el presidente Mauricio Macri anunció que el gobierno argentina volvería al FMI, ocho años después de que la administración kirchnerista saldara la totalidad de la deuda con ese organismo de crédito internacional.
Un mes y medio después del anuncio presidencial, el directorio del Fondo aprobó el acuerdo y el primer desembolso por u$s 15 mil millones. A cambio, exigió un programa de ajuste fiscal severo pero gradual. Pero pasaron cosas. El entonces presidente del Banco Central, Luis Caputo, se fumó el monto correspondiente al primer tramo, vendiendo dólares baratos en el mercado para que los inversores que habían tomado posición en Argentina para participar de la bicicleta financiera, pudieran recuperar su inversión y fugar las divisas.
Tres meses después, el gobierno nacional se vio obligado a negociar otro acuerdo. Merced a la fuerte presión del gobierno estadounidense de Donald Trump, la conducción del Fondo aceptó ampliar el préstamo y adelantar los desembolsos, a cambio de adelantar las metas y llegar al déficit cero en 2019. El organismo internacional dispuso que el 90 por ciento del préstamo, el mayor de la historia, se entregara directamente a Mauricio Macri.
La flexibilidad del organismo con el gobierno, que contrastó con la rigurosidad de las exigencias en materia de reducción de salarios, obras públicas y prestaciones previsionales, se puso en evidencia nuevamente en abril pasaod, cuando volvió a habilitar al Banco Central a vender dólares en el mercado para evitar que suba la divisa. Una medida que va en contra, incluso, de sus propios estatutos.
En paralelo al despliegue del acuerdo, la actividad cayó por once meses consecutivos de caídas. La industria cayó 8,8 por ciento interanual en abril y trabaja al 40 por ciento. El desempleo volvió a dos dígitos (10,1 por ciento en el país y 11,7 por ciento en Rosario), y la inflación está en el 57 por ciento anual.
Los sucesivos cambios en el acuerdo agravaron el cronograma de vencimientos de deuda del nuevo gobierno, a partir de diciembre próximo.
Lozano: "Argentina fue al FMI en default"
"Cuando Argentina va al FMI, va en default", recordó el economista Claudio Lozano, que la semana pasada presentó en Rosario su libro sobre la deuda externa. Y opinó que, frente a ese default, el FMI "debió haber obligado al gobierno a reestructurar la deuda y plantear un programa de largo plazo para resolverlo". Pero no lo hizo porque "era imposible que Macri, si quería ganar las elecciones en 2019, reconociera en 2018 que el mejor equipo de los 50 años había defaulteado la Argentina".