El 1º de enero Luiz Inácio Lula da Silva asume su tercera presidencia en Brasil con un doble desafío, “recuperar el crecimiento para que la economía vuelva a tener cierto dinamismo, y desactivar la bomba que representa una altísima polarización y niveles de violencia política”. Así lo consideró Eduardo Crespo, doctor en economía y profesor de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) y también de la Universidad Nacional de Moreno en Argentina.
Especialista en política económica internacional, Crespo consideró acertado el nombramiento de Fernando Haddad como ministro de Economía del gabinete de Lula porque se trata de un “un hombre de la política que buscará acuerdos”, algo que planteó como una tarea clave para el futuro gobernante que no tendrá mayoría en el Congreso y deberá hacer alianzas para garantizarse la gobernabilidad.
Para Crespo, cualquier política pública estará supeditada primero a la recuperación del crecimiento. “La economía brasileña está estancada”, dijo y a su juicio hay margen para la adopción de políticas fiscales un poco más expansivas, pese a los límites que el ex gobierno de temer la impuso por ley al gasto público. “Está la expectativa de que Petrobras retome un papel protagónico en la inversión en general y es probable que traten de impulsar algún programa de inversión pública ya que la infraestructura está muy deteriorada en Brasil”, a partir de un renovado protagonismo del Banco Nacional de Desarrollo (BNDS).
Sobre el escenario económico argentino de cara a 2023 fue más escéptico. El de Massa es “el Plan Llegar”, dijo en referencia a las medidas para frenar la sangría de reservas y contener momentáneamente la inflación de cara a un año electoral. “No hay nada estructural y la idea es llegar a las elecciones de 2023 de forma no caótica, pero no veo que se estén tomando medidas que apunten a un largo plazo”, aseveró Crespo.
_¿Qué puede significar en materia económica y política el triunfo de Lula en Brasil?
_En principio el gran desafío de Lula es tratar de recuperar el crecimiento económico que Brasil, por lo menos desde 2014 no verifica. Tuvo algunos años de crecimiento positivo, pero si uno lo mide de 2010 para acá el ingreso per cápita _para ponerlo en un número_ es más bajo que en 2010 y apenas por encima del crecimiento de la población. La brasileña es una economía estancada. Uno de los desafíos principales es tratar de retomar el crecimiento, algo no va a ser simple. Lula ganó por muy poco margen, perdió en la mayor parte de los estados, no tiene mayoría en el Congreso y tendrá que hacer grandes alianzas políticas para implementar medidas que puedan revertir el cuadro. A esto se agrega que hay una serie de dispositivos colocados durante el período de Temer, como el techo de gasto público, que son una dificultad importante para tomar medidas que reviertan la situación. Todavía no está claro hacia dónde se va. Fernando Haddad será ministro de Economía. Es un hombre de la política que se supone buscará acuerdos, alguien que se aproxime a distintos sectores. No va a ser nada sencillo, diría que Lula llega si no con las manos atadas, al menos con muchas dificultades. En el plano político creo que el principal desafío también es desactivar el altísimo nivel de polarización de la sociedad brasileña que llegó a un nivel de enfrentamiento muy grande entre 2018 y 2022. Esto es bastante inédito en la sociedad brasileña, que hoy está en altísima tensión política y que ve al otro como un enemigo, un delincuente que tiene que estar preso. Los ánimos están muy caldeados. El nuevo presidente tiene esos dos grandes desafíos y creo que son complementarios: recuperar el crecimiento y que la economía vuelva a tener cierto dinamismo, y desactivar esta bomba política dada por un altísima polarización y niveles de violencia política.
_¿Hay una tendencia de los gobiernos de centroizquierda, como ocurrió en Chile, de dejar el manejo de la economía en espacios más ortodoxos para garantizar la gobernabilidad?
_ Esa fue la tónica del primer gobierno de Lula, no tan así del segundo, y tambien del gobierno de Dilma. En este caso con el nombramiento de Haddad entiendo que se va a buscar a alguien con peso político, un poco como ocurrió en Argentina con Sergio Massa, que busque negociar con distintos sectores. En principio hay gente de distintas extracciones en los equipos. Lula siempre fue muy dialoguista, lo hace con Enrique Meirelles, por ejemplo, que fue ministro de Hacienda de Temer y fue presidente del Banco Central de su gobierno. Pero hay gente más progresista, más de centroizquierda o más heterodoxa participando. No sé si es claro que va a haber un vuelco en la política económica hacia la derecha. Entre otras cosas, porque necesitan retomar el crecimiento. Acá puede se puede ir más a la izquierda o más a la derecha pero si no hay crecimiento me parece que la situación va a seguir siendo muy difícil y se va a acentuar la polarización que se vivió en los últimos años. Me parece que hay una prioridad de retomar el crecimiento como sea, tal vez con una serie de políticas pragmáticas que involucren elementos ortodoxos y heterodoxos. Un poco como lo fue el primer y sobre todo el segundo gobierno de Lula, del 2007 al 2011. Me imagino un cuadro más de ese tipo, pero todavía es una incógnita.
_En lo estrictamente económico ¿cuáles serían las bases de lo que podría ser un programa que recupere ese crecimiento?
_Brasil tiene muchas reservas internacionales y, si bien ha tenido un salto inflacionario de la pandemia para acá, tampoco es algo que tenga la gravedad que tiene en la Argentina. Entiendo que hay margen para políticas fiscales un poco más expansivas, porque de hecho fueron contractivas durante la mayor parte de estos años, exceptuando 2020 y 2022, el primero de la pandemia y el otro electoral. Hay un techo de gasto público que debería ser revertido. Está la expectativa de que Petrobras retome un papel protagónico en la inversión en general. Es probable que traten de impulsar algún programa de inversión pública ya que la infraestructura está muy deteriorada en Brasil. Los últimos años sufrió un abandono general, desde las calles, las rutas hasta las universidades y colegios. Todo ha sufrido un deterioro muy grande. Otra política que se me ocurre que podrían implementar, y que Brasil la tuvo siempre pero que han tratado de desmontarla en los últimos años, es que el Banco Nacional de Desarrollo (BNDS) recupere un papel protagónico en promover la inversión, financiar proyectos, etcétera. Esto se puede revertir, aunque el daño fue muy grande. Después, una política fiscal un poco más expansiva. Ya con eso el cuadro cambiaría bastante. No diría que retoma un dinamismo como tenía Brasil en los años 60 pero por lo menos ya habría una cierta reorientación, un cambio de rumbo. Apuntaría a ese tipo de políticas, que se orienten a la inversión pública y a recuperar las instituciones que fueron muy dañadas en los últimos años.
_¿Qué se puede esperar del vínculo de Brasil con Argentina, que estuvo bastante distante durante el gobierno de Bolsonaro?
_Especialmente en el gobierno de Lula, más que de Dilma, hubo un protagonismo muy grande de Brasil en la escena internacional y gran protagonismo también en América latina. Sería de esperar que retomen un poco esa agenda. Habrá que ver de qué manera, porque en lo que fue el proceso de destitución de Dilma se hablaba mucho de la injerencia de Estados Unidos debido a que la administración norteamericana estaba molesta por ese rol internacional de Brasil. Veremos cómo operan ahora. Mi impresión es que van a tratar de cambiar el rumbo en relación a lo ocurrido con Bolsonaro y buscar que el país vuelva a tener no sólo protagonismo sino liderazgo en la región. Pero insisto, si no se retoma el crecimiento económico todo eso es cosmético. Se necesita que Brasil vuelva a crecer porque no es mercado para nadie, no tiene mucho para ofrecer.
_Por estos días se está discutiendo la posibilidad de un swap con Brasil, de un aporte del Banco Nacional de Desarrollo al gasoducto Néstor Kirchner. El ministro Sergio Massa está esperanzado con la posibilidad de que una vez asuma Lula pueda darle algún alivio a las reservas del Banco Central. ¿Son expresiones de deseo o se puede establecer una relación económica en este sentido entre Argentina y Brasil a partir de este momento?
_Sería muy cauto, no porque no haya intención sino porque la política del Banco Nacional de Desarrollo durante el período de Lula era justamente servir como palanca para los negocios brasileños en América latina y en Africa. Hubo inversiones en Angola y en Mozambique. Lo que ocurre desde la caída de Dilma es que esto se judicializa. Entra esto que llamamos en lawfare y se pone en duda todo lo hecho. También molestaron muchísimo a la administración norteamericana algunas intervenciones de Brasil en el Caribe. Tal vez en Argentina haya más margen. Habrá que ver cómo se maneja eso. Esto se judicializó y de forma muy pesada durante los últimos dos años.
_Respecto a la economía Argentina, ¿Cómo ve el proceso que se inició en el segundo semestre en la Argentina y qué proyecciones se pueden trazar para el 2023?
_La elección de Sergio Massa como ministro de Economía ocurre en una crisis total. Entiendo que en las primeras semanas meses fue bastante exitosa, evitó un colapso. Argentina estaba perdiendo reservas de una manera que asustaba. Hubo cierta acumulación de reservas pero no pasan de ser un conjunto de medidas provisorias. Acá no hay nada estructural. Entiendo que la idea es llegar a las elecciones de 2023 de forma no caótica. Pero, no veo que se estén tomando medidas que apunten a un largo plazo. Más bien lo que hubo, pese a que acumular reservas obviamente ha sido muy positivo y trajo cierta tranquilidad, fue profundizar la lógica del cepo y hoy tenemos 15 cotizaciones del dólar, algo inviable en el largo plazo. Obviamente hay tiempos electorales que no son los de la economía y una devaluación, una salida del cepo en este contexto, probablemente tendría consecuencias político-sociales negativas para las chances electorales del gobierno. Pero de esto en algún momento hay salir. Entiendo que el período de Massa es positivo con relación al drenaje permanente de divisas, pero es algo provisorio. Es el “Plan Llegar”. No lo veo con un plan que tenga un horizonte a largo plazo, esto apunta a llegar de manera mínimamente ordenada o no tan desordenada al 2023.