La difusión de hechos que honran la dignidad de los seres humanos, tarea que no se caracteriza por su elevado porcentual desde los orígenes de la difusión masiva de las noticias, encuentra cada tanto saludables excepciones. En tal sentido, las circunstancias vividas por mí durante el período de mi internación en el Sanatorio Plaza con motivo de una cirugía, durante los días 20 al 23 de febrero, amerita que haga público mi profundo agradecimiento y afecto a la totalidad del personal a cargo de mi atención. Médicos (doctoras Romina Bottari y Evelin), enfermeras, camareros y trabajadores de la salud, desempeñaron con la mayor eficiencia cada una de las tareas asignadas. Pero, fundamentalmente, desplegaron en mi persona durante todo el tiempo que duró mi permanencia en el nosocomio, la contención espiritual indispensable con miras a la superación de la patología que me afectaba. Fui destinatario de permanentes muestras de empatía por parte de esas personas, la que, unida a la asistencia amorosa de los miembros de mi familia, un bien que recibo cada día, resultaron decisivas para alcanzar mi mejoría. Sucesos como el resumido, también merecen ser conocidos. Muchas gracias.