Mientras los accidentes de tránsito siguen ubicando a Santa Fe como la segunda provincia con más
muertes a causa de estas tragedias, la educación vial sigue siendo una promesa y el resultado de
buenas voluntades. Desde la nueva gestión educativa se asegura que desde el año próximo esta
enseñanza estará presente en las aulas como un contenido transversal para todos los niveles.
En 1999, la legislatura santafesina aprobó la ley de educación vial, impulsada por el propio
Ministerio de Educación santafesino, pero nunca se reglamentó. Lo que en los términos prácticos
significa que no tiene vigencia por no contar entre otras cosas con la autoridad de aplicación de
la normativa.
Según anticipó a La Capital, el director provincial de Comunicación y Relaciones
Institucionales del Ministerio de Educación, Pablo Maino, se trabaja en forma conjunta con la
Agencia provincial de Seguridad Vial (creada hace poco tiempo) en un proyecto para reglamentar esta
ley.
El borrador de trabajo es incipiente, igual el funcionario ya adelantó que esta enseñanza será
un contenido transversal y no una materia aparte.
También se supo que abarcará todos los niveles del sistema educativo (desde el nivel inicial en
adelante) y que para el año entrante se prepara un congreso como punta de la capacitación que en
esta materia llegará a los docentes.
El Ministerio de Educación santafesino también dedicó este tiempo a relevar entre las ONGs y
empresas —por lo general compañías de seguros— los programas que desarrollan en materia
de educación vial.
De acuerdo con los datos relevados por la Fundación Luchemos por la Vida, Santa Fe es la segunda
provincia del país, luego de Buenos Aires, con más muertos por accidentes de tránsito: 707 durante
el año pasado.
Además las estadísticas muestran que los accidentes de tránsito son la principal y primera causa
de muerte en el país en la franja etárea que va entre los 15 y 35 años. Y por si fuera poco, tal
como lo expresaron especialistas locales en una nota publicada el miércoles pasado por el
suplemento Salud de La Capital, el factor humano incide en el 80 por ciento de estas
tragedias.
El miércoles próximo (8 de octubre) se cumplirán dos años de lo que se conoce como la Tragedia
de Santa Fe, en la que 9 estudiantes y una profesora del Colegio Ecos de Buenos Aires perdieron la
vida. Los chicos volvían por la Ruta 11 de un viaje solidario realizado a la Escuela Rural Nº 375
Colonia Parisal, de Chaco y un camión manejado por un conductor alcoholizado los embistió de
frente.
El año pasado para recordar la acción de estos alumnos, el Ministerio de Educación nacional
decidió establecer el 8 de octubre como el Día del Estudiante solidario.
Proyecto educativo. Más allá del gesto de transformar en acción el dolor de esta
tragedia, los padres de los alumnos fallecidos se organizaron para seguir dando pelea y evitar más
muertes en la organización Familiares y Amigos de las Víctimas de la Tragedia de Santa Fe
(www.tragediadesantafe.com.ar). Entre esas iniciativas figura la presencia en los festivales de
rock que reúnen a los jóvenes, como el que se dará el próximo miércoles en el Pepsi Music de Buenos
Aires.
Pero además, la educación no queda afuera de estos planes y por cierto ocupa un lugar
preponderante. Así, Lucila de la Serna y Alejandra Cucien, dos de las mamás de los estudiantes
fallecidos, diseñaron un proyecto de educación vial que presentaron a principios de este año al
ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, y más tarde a los ministros de todas las
provincias reunidos en el marco del Consejo Federal.
La propuesta se llama “Antorcha de compromiso social por la vida” y las autoras De
la Serna y Cucien —son psicopedagoga y psicóloga, respectivamente— lo definieron
(La Capital 23/02/08) como “puntual, sencillo y como un plan que pretende instalarse en
el corazón de la enseñanza”.
Más propuestas. Lucila de la Serna cuenta que en estos meses sumaron otro proyecto
al pensado para las escuelas, y es un seminario obligatorio para jóvenes. “Partimos de
preguntarnos por qué si la muerte por accidentes de tránsito afecta mayormente a los jóvenes hasta
los 35 años, no trabajar con ellos desde la educación”, dice.
Enseguida explica que el plan presentado ante el ministerio y con el que pretenden interesar a
los rectores y directores de universidades y tecnicaturas, por ejemplo, es para que se impulse la
participación obligatoria de los estudiantes en un seminario obligatorio de educación vial.
En especial los familiares piensan en esta instancia “porque los jóvenes que llegan a la
Universidad generalmente son los que tienen mayor poder adquisitivo y por lo tanto más
posibilidades de convertirse en conductores”.
De todas maneras, De la Serna advierte sobre los distintos proyectos que desplegaron sobre las
mesas de trabajo que comenzaron con mucho entusiasmo con el ministerio y funcionarios no tuvieron
la continuidad esperada.
La desazón. Además de pensar en algo posible de llevar al campo educativo y abarcar así a un
buen número de jóvenes y chicos, las madres reclaman “que también haya apoyo para los
sobrevivientes de la tragedia”.
Con profunda tristeza, Lucila de la Serna recuerda que luego de la tragedia “no recibieron
apoyo externo” y que “como familias dejaron de pertenecer al sistema
educativo”.
Con mucho dolor, la mamá de uno de los estudiantes fallecidos, se pregunta: “¿En dónde
quedó eso que nos decían sobre que todos éramos parte de una comunidad educativa?”.
En diálogo con La Capital, la madre y educadora sostiene que “estamos ante una
tragedia de gran impacto, porque es como que nos hemos acostumbrado a vivir con la tragedia
misma”.
Y enseguida cuestionó el accionar de la Justicia , “porque lo que pasa muestra una
cadena donde hay un gran deterioro del sentido de la ley”.
“Con el paso del tiempo —agrega— vamos reconstruyendo lo que pasó y eso nos
lleva a preguntarnos por el lugar de la Justicia y si ésta no es también cómplice del deterioro que
hoy vemos respecto del cumplimiento de la ley”.
Hoy, dice, trabajan no sólo por sostener un ideal sobre lo que debe ser la educación vial sino
“valorar la vida misma”.
Por eso la mamá asegura que el 8 de octubre debe entenderse como el Día del Estudiante
Solidario, no por una acción concreta, por el contrario como un homenaje a todos los jóvenes que
eligen “la solidaridad como un modelo de vida”, tal como lo hicieron sus hijos y los
demás chicos del Colegio Ecos de Buenos Aires.