"Era un ángel y estos hijos de puta me lo arrebataron", exclamaba ayer a la mañana un hombre en cuclillas mientras lloraba en forma desconsolada en la vereda de una modesta casa del barrio Tablada. Horas antes su hijo Fabricio Nahuel Fernández, un adolescente de 17 años, había muerto luego de agonizar durante cuatro horas tras ser baleado por dos motociclistas cuando se encontraba jugando a las bolitas con dos amigos enfrente de su vivienda.
Anoche al cierre de esta edición ninguna fuente vinculada con la investigación del caso había brindado precisiones sobre la motivación del crimen, pero algunos vecinos de Fabricio señalaron que no era el destinatario de los tiros. "Lo confundieron con otro pibe", afirmó una piba amiga del pibe asesinado.
Jugando. Fabricio vivía con sus padres y sus dos hermanos en una vivienda ubicada en Garibaldi al 200 y concurría a la escuela de Enseñanza Media Nº 435 "Luis María Drago" de Buenos Aires al 5300.
El sábado a la tarde el adolescente había compartido un partido de fútbol con algunos amigos en la plaza del Che, situada en 27 de Febrero y Maipú. Cuando terminó de jugar regresó a su casa de Tablada, en un sector del barrio ocupado por modestas viviendas de material y zanjas a cielo abierto.
Cuando ya eran cerca de las 18 del sábado, el adolescente salió a la calle y se juntó con otros dos pibes para jugar a las bolitas. Seguramente nunca imaginó que en minutos se desataría el cruento suceso.
Dos muchachos montados en una moto Enduro roja aparecieron en escena por Garibaldi en dirección hacia el este. Cuando los motociclistas estuvieron frente a los pibes, uno de los ocupantes del rodado abrió fuego. Una fuente policial señaló que el agresor les disparó a todos los chicos, pero algunos vecinos comentaron que "le tiraron a Fabricio, pero los balazos no eran para él. Lo confundieron con otro pibe", dijeron.
Apenas consumado el ataque el pibe se derrumbó malherido al suelo. Minutos después un patrullero arribó a la escena del hecho y, a raíz de la gran cantidad de sangre que estaba perdiendo el chico, los uniformados lo trasladaron al hospital Roque Sáenz Peña. Por la gravedad de las heridas que presentaba, Fabricio fue derivado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde los médicos comprobaron que dos proyectiles le habían atravesado el pecho y perforado el tórax y el hemitórax derecho. Unas cuatro horas después, cerca de las 21.50 del sábado, la vida del chico se apagó.
Lamento. Ayer al mediodía, la escena en la cuadra de Garibaldi entre Ayacucho y Alem, poblada por un racimo de casas humildes, sin revoque ni pintura en algunos casos, era desgarradora. Algunos hombres y mujeres con los ojos clavados en el suelo estaban en la vereda sin pronunciar palabra. Sólo escuchaban el lamento estremecedor de Jorge Rafael Fernández, el padre de Fabricio.
Casi arrodillado en la vereda y sostenido por tres vecinos, el hombre de 41 años lloraba sin cesar. "Estaba jugando a las bolitas y lo mataron en la puerta de mi casa. Mañana (por hoy) debutaba en primera y me lo arrebataron", repetía sin consuelo el padre del adolescente en alusión a un día muy especial para su hijo y la familia: hoy iba a debutar como arquero en el equipo de un club barrial.
En el interior de la vivienda de Fabricio se habían arremolinado varios familiares y allegados mientras esperaban que les entregaran el cuerpo del pibe luego de la realización de la autopsia de rigor en el Instituto Médico Legal.
Para despejar dudas acerca de que el violento suceso no se trató de un acto de venganza, una mujer sesentona y una piba coincidieron en que Fabricio era un "pibe muy bueno, querido en el barrio y muy servicial con los vecinos". Y la amiga agregó: "No tenía broncas con nadie. Lo mismo que los pibes que estaban jugando con él cuando lo mataron".
La pesquisa del crimen que ocurrió en jurisdicción de la comisaría 11ª quedó a cargo del fiscal de Homicidios Miguel Moreno y de la Policía de Investigaciones (PDI).