—A mediados de abril había otra perspectiva, ahora todo se agravó y desde acá no se ve otra cosa por delante que una dictadura. ¿Ustedes allí cómo lo ven?
—A mediados de abril había otra perspectiva, ahora todo se agravó y desde acá no se ve otra cosa por delante que una dictadura. ¿Ustedes allí cómo lo ven?
—Cuando hablamos en ese momento dijimos que si no se buscaba una solución negociada la situación empeoraría, y ahora se abre el escenario de una consolidación autoritaria, de una dictadura. El gobierno tiene el manejo de los pocos recursos que hay, que siguen en sus manos, y tiene la opción de hacer lo que le parezca, porque a esos recursos se suma el agotamiento de la oposición. Murieron más de 100 personas en estos meses en las calles y se sienten frustrados. Hay un agotamiento de la protestas como se han venido llevando a cabo; por un lado, fueron tan reprimidas, pero además se permitió que grupos violentos tomaran la vanguardia. Me refiero a grupos jóvenes no armados, porque realmente no se notó uso de armas salvo en dos casos. Eran una cosa muy casera, los llamados "escuderos", la "resistencia". Se permitió que en estos meses fueran creciendo, y es gente muy joven con mucha voluntad pero con muy poca estrategia. Se hicieron luego acciones de cierre de calles ("trancas") en zonas de clase media, lo que generó el rechazo de la gente. Así que las marchas empezaron a decaer, más que nada por la sensación de que no se generaba ningún impacto, ningún resultado, y por la represión, porque la Guardia Nacional nunca permitía que la oposición avanzara hacia los sitios adonde se convocaba la marcha. Exceptuando dos o tres ocasiones, la oposición nunca pudo marchar hacia las sedes del poder, ni siquiera del Legislativo. Esto desgastó muchísimo a la protesta. Se sumó la frustración de grupos de opinión dentro de la oposición que critican a la dirigencia, con o sin razón.
—Hubo en estos días una crisis o discusión dentro de la MUD, entre Henry Ramos Allup, que quiere presentarse a las elecciones regionales (postergadas arbitrariamente en 2016, se convocan este año) y los demás dirigentes que rechazan esa alternativa.
—La decisión aún no se tomó en la MUD. De acuerdo con lo que estuve sondeando con varios de ellos, antes de la constituyente había gente que decía "por qué no participar en la regionales si son convocadas de manera adecuada con garantías, cumpliendo con los lineamientos legales".
—Pero después de la elección tan irregular de la Constituyente del pasado domingo, parece ingenuo, ¿no?
—La pregunta que debe hacerse ahora la oposición es ¿que va hacer? Aunque el CNE (la autoridad electoral) no inspire ninguna confianza, se ha abierto un proceso electoral y hay ahí una posición, la de Ramos Allup, con quien nunca coincido pero esta vez me parece interesante, porque dice "si no participamos terminamos de entregar todas las gobernaciones. (Presentándose) se pierde menos, o se abre una posibilidad de ganar". Es muy distinto no haber participado de la constituyente, por el modo de su convocatoria que violaba la Constitución con un procedimiento irregular, en el caso de las regionales la convocatoria se ha hecho dentro del marco legal y constitucional. Desconocer esa convocatoria electoral, ¿qué implicaría? La oposición no tiene fuerza que respalde su posición, hay mucha gente en la oposición con una característica muy interesante, de organizarse, como se vio en el referendo del 16 de julio, pero a la vez no obedece a una estructura, y por esto tiene muy alta sensibilidad ante el fracaso, y cuando vieron que se realizaba la Constituyente y que la oposición no marchó contra ella inicialmente, se desalentó. Pero la oposición igual no tenía mucha incidencia, el gobierno se basó en su control del CNE y el Tribunal Supremo para hacer esa elección. El otro elemento que influye es el terror. Este gobierno ha hecho del terror una de sus armas, con la policía política rondando a los opositores, las amenazas del presidente contra los dirigentes opositores, contra los medios, contra los trabajadores estatales si no iban a votar la Constituyente. Es un gobierno que amenaza y al que no le tiembla el pulso para aleccionar de esa manera, como se vio con la violenta vuelta a prisión de Leopoldo López y Antonio Ledezma, a quien lo llevaron a empujones en medio de la noche, en piyamas. Persiguen a los magistrados designados, ya hay cuatro refugiados, tres en prisión y uno exiliado. Ese es el gobierno que tenemos.
—Desde abril la comunidad internacional ha subido el tono. Con Macri, Almagro, la OEA, creció el nivel de aislamiento de Maduro. ¿Hasta dónde sirve o puede corregir al gobierno esa presión externa?
—No lo corrige en absoluto, al contrario, lo exacerba. Porque no se tienen los votos necesarios en la OEA, y se advirtió, se dijo, que iba a pasar esto. Los países con una posición tibia o favorable al gobierno venezolano también han permitido que esto vaya avanzando hacia donde va. Ocurre que Venezuela siempre marca tendencia en América latina. Y en la comunidad internacional, en especial latinoamericana, ha habido mucho temor a un golpe de estado y un avance del sector militar; temieron que eso tuviera un efecto en otros países, cuando ya se da por superada la etapa de las dictaduras militares. El gobierno aplica con la Constituyente un modelo que es una especie de dictadura o un régimen del terror y se teme que eso pueda repetirse en otros países latinoamericanos de menor institucionalidad. La comunidad latinoamericana no termina de ponerse de acuerdo en cómo ayudar al país, no ya a la oposición o al gobierno, sino al país. Venezuela se ha convertido en un problema, tanto dentro como afuera.
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