Los amantes del bolero podrán ver y escuchar "Juntos", el espectáculo musical protagonizado por Armando Manzanero junto al intérprete rosarino Marco Antonio Denis. El compositor mexicano, último representante de la camada que puso las bases del movimiento bolerístico latinoamericano, vuelve a Rosario en una etapa de la gira que protagoniza por escenarios de Sudamérica y el Caribe. La cita es hoy a las 21 en el City Center (bulevar Oroño y avenida Circunvalación).
Estudiosos de la música popular sitúan el origen del bolero en Cuba, a mediados del siglo XIX y consideran a "Tristezas", del cubano José Pepe Sánchez, el primer bolero registrado.
Luego, grandes nombres alimentaron al género como los de Agustín Lara, Rafael Hernández, Ernesto Lecuona, María Grever, Miguel Matamoros, Pedro Flores y Armando Manzanero, el mismo que esta noche encenderá la mecha.
Antes de subir al escenario del City Center, el enorme y generoso compositor, pianista y cantante mexicano dialogó con La Capital haciendo gala de una cordialidad inusual en una gran estrella internacional de la música popular.
-Hola Armando le habla un colega.
-Mucho gusto, encantado.
-No se confunda. No soy músico, pero mido 1,65.
-(Risas) No, pero yo estoy más abajo que usted (risas).
-Gabriel García Márquez definió al género del bolero como la música de Latinoamérica. ¿Usted que piensa?
-Es la música de toda la gente, de todo el mundo que está enamorado. Sucede es que, al componerse en español, el latinoamericano lo comprende más. Creo que sí es la música de Latinoamérica y en especial del argentino, del colombiano, porque lo bailan y al bailarlo, los acerca a sus parejas, al ser que se propone conquistar.
-¿No se siente un poco responsable por tantos niños que hay en el mundo?
-Y bueno, yo también hice muchos, así que estamos en el mismo rubro (risas).
-¿En un mundo con tanta violencia, cantarle al amor, ¿no es una ingenuidad?
-Todo lo contrario. Si hay un dolor de cabeza se toma una aspirina. Con tanta violencia, inseguridad, desgracia y tristeza, una canción de amor es un alivio para cualquier corazón.
-¿Cuántos años lleva con la canción?
-Mire, yo tengo 76 años de vida y desde los 8 estoy dedicado a la música. A los 12 años tuve el primer grupo musical y después, ya a los 15, toqué en la primera orquesta y me hice compositor. A los 20 me fui a buscar fortuna a la ciudad de México y, hasta la fecha, sigo buscando fortuna en todo el mundo (risas). Sigo en el mismo trabajo.
-¿Cuáles fueron sus motores?, ¿a quiénes admiraba? ¿a quién se quería parecer?
-Los motores míos fueron muchos, muchos. En primer lugar mi padre, que también era músico. Eso hizo que la música entrara a la casa. Mi madre era una señora que tocaba muy bien su piano y era bailarina de folclore, con lo cual la música ocupaba toda la casa. Y yo quería ser compositor. La verdad es esa: yo quería ser compositor y alcancé a escucharlo a Carlos Gardel en "El día que me quieras".
-Que es casi un bolero...
-Es que la buena canción se puede tocar en todos los ritmos. Lo que sí, siempre me gustaron las cosas buenas. En todos los aspectos. Las cosas buenas son caras, cuestan, pero duran para siempre. La buena música, los lugares bellos y las mujeres bellas también.
-¿Quién le agradece más su trabajo, las mujeres o los hombres?
-Creo que los hombres porque tienen material para ganarse a cualquier chica.
-Usted ha estado metido en medio de miles de romances...
-Sí, además he estado metido yo también en eso (risas).
-¿En qué medida nos parecemos con los mexicanos?
-En primer lugar en el idioma y en segundo lugar en el sentimiento: el mexicano es igual de lloroso cuando le falta la pareja y exactamamente igual de feliz cuando la tiene a su lado. Y hablo por mí mismo, porque el beneficio más grande que tengo es tener a la persona que amo a mi lado. Es lo más grande. Es más, no lo cambio por nada.
-¿Cree que el artista necesita a su público hasta el último día?
-Definitivamente. Nada hay más agradable que poder hacer una canción y que haya un público que la escuche.
-O sea que usted va a seguir su carrera hasta el final.
-Ojalá que me vaya yo sobre un escenario. Sería el regalo más grande que Dios me podría dar. O encima de mi mujer...(risas).