El maestro David del Pino Klinge, quien desde el 2015 está al frente de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, se despide este año de la ciudad. Fueron tres años de trabajo intenso que incluyeron la presentación de obras nunca antes escuchadas en la ciudad y que llevó a la orquesta a nuevos niveles de excelencia.
La vida de un director de orquesta es muy activa y requiere producir el programa de la temporada de conciertos, que sea equilibrado, interesante y que atraiga al público. A eso se suman ensayos agotadores, compromisos internacionales, la organización de concursos, la dirección de óperas, los conciertos didácticos y el estudio de nuevo repertorio, entre otras actividades. De algunas de ellas, además de sus planes para el futuro, habló Del Pino Klinge poco antes de dejar su cargo en esta ciudad, en un balance que calificó como "muy feliz".
—¿Cual es su plan luego de dejar la dirección de la orquesta?
—Mi plan es instalarme en algún lugar en el 2020. El 2019 va a ser el decisivo y tengo tres opciones: Santiago de Chile, Lima y el tercer lugar, es Mendoza, no solo por que fui por muchos años titular de la orquesta sinfónica provincial, sino que tengo en esa hermosa ciudad un núcleo de amigos todos de la misma edad que pensamos en envejecer juntos. Pero en lo mas próximo, deseo tomar medio año sabático, ir a Alemania, leer todos los libros que dejé de leer estos años, hacer vida familiar, porque entro a mi casa y ya me estoy yendo. Por compromisos adquiridos siempre hago visita de turista. Creo que de los cuarenta años que llevo dirigiendo, 27 he sido titular. Ya es tiempo suficiente para parar un poco.
—Ahora que usted se va, la orquesta debe elegir un nuevo director. ¿Como ve que sea la orquesta el que elija su director?
—Yo creo que está muy bien que sea la orquesta que escoja a su director, es la costumbre en Europa y Latinoamérica. Por supuesto que hay formas que hay que cuidar, por esa razón se presenta una terna al ministro o ministra, pero el ministro debe tener la sensibilidad de entender que sus expertos del área son los músicos. Sería muy torpe que un político con buena intención escogiera a alguien que la orquesta no quiere. Aquí ha funcionado siempre muy bien este sistema.
—Uno de los grandes logros de su gestión fueron sin duda los conciertos didácticos. ¿Qué reflexión le merecen?
—En todas las orquestas donde he estado de titular apliqué los ciclos didácticos, pero el lugar donde ha dado resultados más espectaculares diría que ha sido en Rosario. Hablamos de una concurrencia de entre 13 mil y 15 mil niños. Todos los días, dos conciertos por día, no es fácil para lo orquesta, pero aman hacer eso y se les nota. A los niños hay que servirle un menú bien pensado, breve, ligero, brillante, con un idioma de calidad y los niños responden muy bien.
—¿Qué resta de la programación hasta el fin de esta temporada?
—Tengo que dirigir aún los tres conciertos que hemos llamado "Ciclo descubrimiento". Es la posibilidad de que músicos jóvenes de la orquesta se presenten como solistas. Este ciclo descomprime, da más espacio, incluso para el director, ya que no necesito hacer grandes sinfonías, sino alguna obertura, una danza sinfónica, dejando un espacio mayor para los solistas de la orquesta y esto es muy positivo. Y por supuesto continuar con el Ciclo Gustav Mahler para el cual haremos la Sinfonía Nº 6, "Trágica".
—Usted siempre ha sido muy positivo con la reacción del público a la propuesta de la orquesta. ¿En qué basa su opinión?
—Desde este año ya no se cobran las entradas como parte de la política de la provincia. El año pasado, que aún se cobraba una entrada económica, notamos que la gente llenaba el teatro y este año, que no se cobra, se sigue llenando, o sea que la propuesta y el crecimiento de la orquesta ha llegado al público en general que viene a disfrutar del programa. La gente percibe que esto va en serio y lo apoyan, independientemente del costo o no de la entrada.
—¿Cuál es balance que hace de estos años como director de la Orquesta Sinfónica?
—Mi experiencia en Rosario la califico como muy feliz. Esto que digo no tiene nada de diplomático. Yo me hubiera quedado otros dos o tres años, pero el cansancio es mucho. Rosario se me cruzó en el camino de mi vida y fue una experiencia muy enriquecedora. Me enriquecí con personas muy valiosas en esta ciudad y me llevo un montón de rostros queridos.