La frase, grandilocuente, pertenece al abogado Marcelo Lesgart, quien en nombre del grupo llevó hace tres años a Buenos Aires un disco de acetato que había grabado el niño Astor en 1931, para que el director Daniel Rosenfeld filmara el final del emotivo documental "Los años del tiburón" sobre Piazzolla.
Son ocho piazzolleros de la ciudad, los que mantienen el legado recreando sus temas, escribiendo sobre él, escuchándolo y coleccionando lo posible y hasta imposible de su inagotable creación.
Un Piazzolla sin bandoneón
La tríada de la nueva camada formó una banda y acaba de grabar su primer disco con marca piazzollera de pe a pa. El grupo se llama Onda 33, en homenaje al tema "Onda 9" de Piazzolla y también por respeto al "maldito" compás 33 de la partitura de un tema del disco, que les complicó más de un ensayo. No flaquearon: como titula el disco lo intentaron una y cien veces y el último sábado de junio sacaron su primera creación digital que definen así: "Es un Piazzolla sin bandoneón y con ocho temas de su autor. Una marca personal de Onda 33".
Iván toca el clarinete, incursionó por el clásico y el jazz y es quien en un solo difícil de "Escualo", el primer tema del disco, "sufrió" con el compás 33, desde donde siempre retomaban el ensayo que dio nombre al grupo. Buen ejemplo de los errores productivos. Valentín, un pianista también amante de la música clásica y Gastón, el guitarrista con impronta folclórica y popular.
Con la fusión de esos instrumentos y con arreglos propios, sacaron su primer disco con temas para el deleite: Michelángelo70, Escualo, Libertango, Oblivion, Primavera Porteña, Tanguedia III, Adios Nonino y Revolucionario.
"Lo conocíamos por arriba a Piazzolla pero lo descubrimos hace dos años en un festival en el colegio cuando una banda tocó 'Escualo'. Dijimos '¡guau!' es la conjunción de todo lo que nos gusta: clásico, jazz, tango. Y empezamos a estudiar sus acordes, sus arreglos: Piazzolla siempre es futuro", asegura Valentín, quien fiel a la persusión de la banda aclara que Piazzolla siempre compuso en piano, salvo "Adiós Nonino", tema que creó en bandoneón.
El trío asegura que el disco es una síntesis. "Piazzola tocaba con cinco músicos y nosotros somos tres y contaba con bandoneón y contrabajo. Esta es la versión de Piazzolla de Onda 33", advierte Iván, el clarinetista para luego relatar que el disco se grabó entero antes de la pandemia en el estudio de Ramón Merlo en zona sur.
"El primer ensayo fue de nueve horas, luego le dedicábamos unas cuatro cada vez y siempre que teníamos una hora libre aprovechábamos y nos poníamos a ensayar en la escuela donde contamos con todos los instrumentos a mano".
Gastón, el guitarrista rescata a Ramón Merlo en esta primera producción. "Nos ayudó mucho, es casi el cuarto integrante de la banda". Cuenta que la tríada no eran amigos en el colegio pero Piazzolla los "unió".
"Además venimos musicalmente de lugares diferentes, Iván más del jazz y el clásico como Valentín, yo de la música folclórica y popular, pero por eso decimos 'Cien veces Piazzolla', no solo por el centenario del nacimiento sino porque es un artista inagotable que une lo distinto".
Se puede acceder a "Cien veces Piazzolla" por Youtube y también por Spotify. La foto de tapa es colaboración de la mamá de Valentín. Ayuda y colaboración no faltó, dicen. Pero lo que ahora quieren estos pibes es subirse a un escenario a tocar en vivo.
"Onda 33 se subió una sola vez a un escenario y la pandemia interrumpió todo", lamentó Gastón pero dio a entender que Piazzolla está siempre listo y ellos también para acompañarlo.
Un libro bilingüe al salir
Cuando Lesgart presenta a sus amigos y se refiere a "el líder", habla del docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y psicoanalista de 67 años, Carlos Kuri, quien compartió varios momentos de su vida con Piazzolla, fue a 15 de sus conciertos, estuvo en su funeral y guarda "joyas" creativas del músico como un verdadero albacea.
"Su amigo personal, Victor Oliveros (N.de la R. fallecido el año pasado) me legó todo lo que tenía de él, cartas, discos, recortes, revistas: sé que soy un privilegiado pero no celoso de lo que tengo y por eso comparto con los piazzolleros de acá y de otros lados este patrimonio".
Kuri presentará en agosto el segundo libro sobre el músico marplatense: “Archivo Piazzolla”. Un libro objeto y bilingüe por estar dedicado a un músico de reconocimiento mundial. Es una obra de 510 páginas que editó la UNR y que le llevó dos años de trabajo: un texto analítico, cronológico, biográfico y de cuidada gráfica que incluye colecciones personales de fanáticos y el análisis de la recepción polémica que tuvieron las creaciones del autor Adiós Nonino. Su primer libro de cuatro ediciones en su haber ya tiene 29 años y se llama "Piazzolla. La música al límite".
Dice Kuri que descubrió a Piazzolla en 1972 cuando escuchaba rock sinfónico pero se cruzó con "Fuga 9" por el Conjunto 9. Al día siguiente comenzó a recorrer disquerías para comprar todo de él. Desde discos, pasando por ensayos a material fílmico. Pero no se queda en su vínculo personal con Astor sino que habla del grupo de melómanos que integra en Rosario, no institucionalizado como otros de Buenos Aires (Fundación Piazzolla o Centro Piazzola) u otros países, pero con desayunos, cenas y viajes compartidos a granel.
"El primer libro que escribí fue la antesala del grupo. Aparecieron piazzolleros con más años e historias acumuladas que yo incluso. Nos distribuimos tareas, digitalizamos el material y si nos piden algo por un motivo especial lo compartimos", asegura Kuri al referirse por ejemplo al Quinteto Sónico del contrabajista argentino Ariel Eberstein, que hizo contacto con él y el grupo.
"El bandoneonista francés Lysandre Donoso son pidió un disco para un festival, cómo no vamos a compartir un material para algo tan importante", dijo con tono de obviedad.
Dice que "nunca" se cansa de escuchar la Serie del Angel y del Diablo del concierto que Piazzolla grabó en 1965 con la Philharmonic Hall de Nueva York y entre sus anécdotas guarda una especial: "El tenía muy en cuenta a quienes le prodigaban confianza auditiva, en una cena nos regaló el disco La Camorra, del 89, a Víctor y a mí. Nos dijo 'a vos Víctor seguro te gusta la suite 1 y a vos Kuri, la 3. Y así fue".
En el 2000 Kuri viajó con Pessinis, un integrante de los piazzolleros locales, a la neoyorkina L.I (Little Italy). Se colocó una placa en la segunda casa del músico y se organizó un congreso. "Allí nos encontramos locos de Piazzolla de todo el mundo: un japonés, un turco, la biblioteóloga que donó la placa, de Boston, colombianos, el uruguayo Ramiro Carámbula y tantos más".
Si se le pregunta al "líder" por las polémicas posiciones políticas de Piazzolla, aclara que para él su zigzagueo no es condenable.
"Se declaraba antiperonista en los 40 y 50 porque entre otras cosas lo habían metido preso a Pugliese, pero en su retorno Perón le pidió disculpas al pianista. Además, Piazzolla años después le escribió una partitura elogiosa a Perón y Evita a pedido de un amigo y viajó a Milán para grabar la música para la película 'Llueve sobre Santiago' sobre el golpe a Allende porque su director, Helvio Soto, estaba allí exiliado. Piazzolla no era alguien que se dedicara a reflexionar sobre política y podía decir barbaridades sin embargo muchos cineastas de izquierda adoptaron su música para sus películas. Fue un autor revolucionario con su música, vivía envuelto en una partitura",
El que más veces lo aplaudió en vivo
Jorge Pessinis es un ingeniero mecánico electricista jubilado quien supo tocar el piano; un tipo de "81 pirulos, el que más conciertos vio de él en vivo" de todo el grupo, así lo presentó su amigo.
Pessinis es quien aplaudió por por primera vez al bandoneonista en 1957, con la orquesta en el teatro El Círculo de Rosario, y quien lo vio por última vez en 1989, en el Opera de Buenos Aires. Podría decirse que lo marcó cuerpo a cuerpo durante toda la carrera y que ahora a la distancia se anima a decir que mucho de lo que hizo Piazzolla no era tango: "su obra es inclasificable, universal".
"Tenía 8 años cuando lo escuché en la radio por primera vez y oí algo distinto. Soy un fanático, no solo porque tengo todos sus discos comerciales sino porque guardo grabaciones inéditas de televisión y radio tanto como conciertos en vivo. Materiales que compartimos con el grupo de acá y también de otros países. Con Piazzolla la pasamos bárbaro, comemos juntos, nos entretiene, nos une, nos hizo amigos", señala Pessinis.
Dice que guarda como la vida misma, la una copia de la primera grabación que tocó Piazzola con solo 9 años. "Era algo sencillo que tocó con el bandoneón y se grabó en acetato cuando vivía en Nueva York".
Cuando se le pide que elija un solo tema, Pessinis reniega de un reto tan difícil. Entonces apunta a "La Camorra" como "la obra más importante después de Adiós Nonino" y agrega "Tango diablo" de 1965, porque dice que "refleja su personalidad y audacia al componer". Y se excusa: "es una respuesta difícil".
Como cierre dirá que él separa al Piazzolla-hombre -criticado por sus posturas políticas, su divorcio o su paternidad- del Piazzolla artista, también criticado por "sepultar al tango". Para este piazzolleano "las personas destacadas hablan por su obra", y así lo rescata él.
El que nunca lo vio pero lo ama
"Zissú" es Marcelo Zissú, de 56 años, en cuclillas en una foto de los piazzoleros que comparte con este diario. Es un guitarrista y profesor de música de primaria y terciario, que conoció a Piazzolla por radio AM en su preadolescencia y mucho más tarde comenzó a analizarlo. "Me di cuenta que trascendía el tango rioplatense, su música era porteña, moderna", recuerda el docente que dice tener "freezado" un posgrado donde el tema será obviamente "Piazzolla".
Dice que el primer disco que tuvo del bandoneonista fue el del Quinteto grabado en el teatro Regina en el 70 y elige entre toda la herencia del músico al DVD del recital en Leverkusen (Alemania). "Es de otro planeta", confiesa quien dice que nunca vio a Piazzolla en vivo y cuenta una anécdota sobre esa pena.
"La última vez que vino a Rosario, al Astengo, fue a principios de los 80, yo trabajaba para una empresa de iluminación contratada para el espectáculo: me dije 'voy y me cuelo', pero esa noche me tocó trabajar en otro lado y no pude ir, me quería matar".
Zissú, como guitarrista, si tiene que elegir un solo tema del artista se queda con "Café 1930" de "La historia del tango", para guitarra y flauta traverso. Y rescata del grupo de Piazzolleros rosarinos ser "analistas" de la obra y de quienes la ejecutan aún hoy. "Astor siempre da vueltas en nuestras charlas, nos interesa su música y su vida porque allí se ven las emociones del artista que impactan en su creación: pero analizamos, no solo hablamos de él desde la admiración", concluye.
El archivista
Presentado como "Bustos, el archivista", Jorge Heberto Bustos, de 74 años de edad, es un ex calígrafo público Nacional y jubilado del Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe. Un tipo que se crió en una casa con un padre a quien le gustaba cantar tangos y canzonetas napolitanas y una madre, pianista. Alguien que de adolescente bailó en asaltos donde sonaban rock y el twist y que a sus 16 años vio en un boliche de Dorrego y San Juan al varón del tango en vivo: Julio Sosa. El coctail musical siguió con el barroco, los conciertos de violín y de cello de los clásicos, el blues y el jazz y los Beatles. Hasta que apareció el long play de Piazzolla-Mulligan "Reunión Cumbre". "Especialmente el tema 'Años de soledad' me conmovió. Fue mi inicio", admite.
A partir de allí descubrió las grabaciones del primer quinteto y empezó a seguir el programa radial de Gerardo Quilici, a quien llama "el hombre enciclopedia del tango". Burgos recuerda que los domingos por la mañana Carlos Kuri hacía un micro de Piazzolla que no se perdí. Y que lo enlazó a Kuri: el puntapié para él con viejos y actuales piazzolleros. Lo enumera: "Pessinis, Mario Bonacci, Quillici, Manuel Aranda, Alfredo Pastore, el historiador de tangos Lautaro Kaller, Gaby Estrada, Leonel Capitano, Simon Lagier, Cristian Gustafsson y Humberto Panero, dueño de Audioteca, el mejor negocio de audio de los 90 con una tecnología de avanzada que nos permitía conocer todo tipo de materiales. No recuerdo cuando empezaron las reuniones con loa amantes de Piazzolla, pero sé que no terminaron", comenta.
Y cuenta una anécdota que pinta de cuerpo entero la importancia de los archivados de los piazzolleros vernáculos. "Con una grabadora de CD importada de Inglaterra pudimos desgrabar las cintas abiertas de audio de los conciertos de Piazzolla en el Teatro Colón y en el Roxy de Mar del Plata, que nos prestaba el sonidista Carlos Melero. En reunión de 1996, Kuri señaló lo injusto que era para Piazzolla y sus admiradores, que nosotros tuviéramos esa grabación del Concierto de Nácar en el Colón y que no pudiera editarse públicamente. Fuimos a Buenos Aires con Bonacci a hablar con Daniel, el hijo de Piazzolla, pasamos al museo donde está el retrato que le hizo Rivera a Piazzolla. El hijo consultó nuestra inquietud con su hermana Diana y la ex mujer de Astor, Laura Escalada, nos dieron el 'si' y la grabación se hizo pública".
La ñata contra el vidrio
Lesgart, de 56 años y el presentador de todo el grupo piazzollero, es un tanguero sin vueltas. Habla sin impostar con tono canyengue y con metáforas discepolianas. Cuenta su historia con la música en distintos momentos de su vida y recuerda particularmente cuando se metió en el tango radial a los 20 años con un ex compañero del colegio, Fabio Rodríguez, con quien llegaron a hacer un programa donde provocaban a los tangueros tradicionales. "'Fabio y Marcelo los jóvenes del tango', se llamaba el programa, nos llamaban veinte y nos puteaban diecinueve porque poníamos a Rodolfo Mederos, por quién conocí el tango moderno y a Piazzolla, por supuesto".
Al primero que nombra del grupo de piazzolleros es a quien llama "el gordo Bustos". Dice que es un tipo "generoso" y que cuando lo veía a él y a su grupo con "la ñata contra el vidrio", el gordo lo invitó "a pasar". Le grabó de todo, material que él sumó a todos los discos que ya había comenzado a comprar del bandoneonista. "El disco 'Nuestro tiempo' es uno de mis preferidos porque me encanta esa época musical de él, la de 1962".
Y se detiene en la anécdota del autógrafo de Piazzolla que guarda especialmente enmarcado. "Mi vieja había ido al cine a ver el estreno de El Exilio de Gardel a Buenos Aires y cuando sale lo ve a Piazzolla y a su mujer, Laura Escalada. Mi vieja se abrió a los codazos cuando vio al maestro y le dijo: 'Maestro mi hijo tiene 20 años y es fanático suyo', y él me puso: 'Gracias Marcelo, Astor 86´. El me ponía gracias a mí, imaginate si no es importante para mí. Es mi ídolo musical no solo por su arte sino por cómo llegó a la creación, por su vida: cuando amás a un artista querés saber todo, cómo se levantaba, cómo se acostaba y no parás de investigar y eso hicimos con todo el grupo".
La amistad con los piazzolleros de Rosario y de Buenos Aires se alimentó literalmente con decenas de comidas y Piazzolla sigue sentado entre ellos. "Me recibí de piazzollero el día que traje a Casilda al flautista de Piazzolla, Arturo Eric Schneider. Es el que toca en el tema 'Fuga y Misterio´: 'Parapapápapa papapapapapaaaa'", explica cantando Lesgart. No podía ser de otro modo.