El autor de “Solo se trata de vivir”, entre unas 1300 canciones grabadas, acaba de lanzar el libro “Las letras de Nebbia”, editado por la Universidad Nacional de Córdoba, donde selecciona 268 letras de canciones, que incluye como souvenir el disco “Cuadernos de apuntes sonoros”, con 21 temas instrumentales. Este año, en el que el mundo se paró por la pandemia, él compuso en su casa de Tigre otros dos discos: uno titulado “Cuadernos del cine francés de los 60” (Una evocación de la nouvelle vague y el cine noir), como una manera de homenaje al cine de Godard, Truffaut, Agnés Varda, Louis Malle y toda esa filmografía inspiradora de su juventud; más “Nunca encontraré una casa como la que hay en mí”, un disco con 16 canciones originales, en el que “sólo hay tres canciones viejas, aunque en versiones actuales”, como cita él mismo en el cuadernillo, donde también afirma “Viva la música”.
—Sacaste un libro con 268 letras seleccionadas de tus canciones, un disco de canciones nuevas, y otros dos instrumentales, uno dedicado al cine francés y otro con melodías que podrían ser banda de sonido para distintos momentos del día. ¿Aunque el mundo se detuvo, el universo creativo de Litto Nebbia nunca entra en modo pausa?
—Todo lo que hago son cosas que conviven dentro mío desde muy chico. Así ha sido mi educación, gracias a la bohemia y el arrojo de mis padres. Menciono el arrojo, porque dedicarse a hacer sólo lo que a uno le gusta, lo que realmente siente, es muy bueno, casi ideal, pero hace falta mucho coraje también. Nadie te implora que seas lo que vos querés?Si comenzás a hacerlo, el mundo está delante tuyo, con sus aciertos y dificultades.
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El libro, un trabajo cuidado y cronológico sobre las letras de sus canciones.
—Hay una cuidada selección en el libro de letras de canciones, con menciones a personas determinantes en tu vida: desde tu padre Félix, tu madre Martha, tu hija Miranda y tu mujer Alex hasta Actemio, amigo sonidista, o Lennon. ¿Qué criterio tomaste para elegir entre 1300 canciones lo que ibas a seleccionar?
—No quería hacer un libro que pareciese “las mejores canciones”, sino una antología que vaya mostrando cronológicamente, como fueron apareciendo las cosas. Porque muchas de esas letras están relacionadas con mi crecimiento, mis errores, mis culpas, mi abnegación. Me interesa que alguien sepa que no escribí “Canción sin puñales” antes que los temitas de mis 14 años con Los Gatos Salvajes.
—Hay algo que ponés al pie de “Nadie es tan importante como uno cree” y es que “no toda la música tiene que ser hitera o ganchera”, y que ese tema fue creciendo con el paso del tiempo. ¿Cuál es tu posición frente a los temas que se convirtieron en hit, como “Solo se trata de vivir”, o “La balsa” o “Zamba para mi tierra”, por nombrar algunos? ¿Celebrás que sean exitosos o en cambio renegás de cierto éxito porque sentís que tuvieron mejor suerte que otros, que merecían ser más populares y no lo fueron?
—El compositor nunca sabe cómo y hasta dónde puede llegar a tener éxito una canción. Cuando me refiero a los temas que “van creciendo con el paso del tiempo” ( y tengo muchos así?), hablo de canciones que cuando aparecieron no tuvieron una aceptación instantánea, y luego se van metiendo y aparece un reconocimiento, tardío, pero muy valioso. Es casi como que la canción “creció”, pero su público, también. Te cuento un ejemplo preciso. Durante 1973 compuse y grabé el tema “El otro cambio , los que se fueron”. Era el tema con letra más extensa, canción muy larga, y encima sin base rítmica, ni bajo ni batería, solo el acompañamiento de mi piano. Me decían, “esto no te lo pasa nadie por la radio?ponelo para cerrar el álbum, y cosas por el estilo”. Hoy día es uno de los temas que más me piden y lo han grabado Adriana Varela, Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Andrés Calamaro, Fito Páez, entre tantos otros. Creo que ha trascendido el paso del tiempo, por su letra, por la ambientación que describo.
—En todo el libro se percibe un sinceramiento digno de elogio, porque revelás desde algunas cuestiones de la relación con tu padre hasta los momentos en que fueron compuestos determinados temas. ¿Está bien revelar el ADN de una canción o es mejor tirar la botella al mar y que cada uno haga la interpretación libre al recibirla?
—Creo que está bueno que el autor pueda entregarnos una pista de sus motivaciones. Pero siempre quedará esa libertad para el que escucha. La de hacer o sentir su propia asociación, con lo que lo emociona. En definitiva sucede que uno escribe sobre la vida y muchas de las cosas, tarde o temprano las atraviesa cualquier persona. Sea de la extracción que sea.
—Tanto en el prólogo del libro como en el cuadernillo del disco hay una frase que se repite: “Viva la música”. Hoy es el boom del trap, y en otros momentos hubo otras músicas de moda que no le hacían tanto honor a esa frase. ¿Sentís que hay música buena y música mala, o simplemente bien hecha y mal hecha?
—Creo que en el arte, en el deporte, en la política, hay gente que aborda su ocupación, su creación, de diversas maneras. Está quien se dedica a la música por pura vocación, o investigación y también estará aquel que tiene el propósito de evolucionar como persona, descubriendo nuevas texturas de belleza y formas del arte. Pero también está el que se dedica a esto porque quiere tener mucho éxito, ganar toneladas de dinero, ser excesivamente popular. No me interesa meterme en la cuestión de si uno es “bueno” y otro es “malo”. Son dos maneras de pararse frente a la vida. Cada quien puede elegir la que más le plazca.
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El disco de canciones lleva en la tapa la foto de Laia, nieta de Nebbia.
—Tu disco de canciones se titula “Nunca encontraré una casa como la que hay en mí” y en la tapa aparece tu nieta Laia. ¿Sentís que esa letra, que comienza diciendo “Me gusta escribir tu nombre en las paredes del barrio”, hecha hace 50 años, se resignifica en un mensaje de amor hacia tu nieta?
—Puede ser. Solo hay que pensar qué quiere uno escribir en las paredes del barrio. Puede ser el nombre de un ser querido, de una figura mítica, como Evita o John Lennon. O simplemente la palabra “libertad”. Pienso que este temita es una buena intro para el disco con letras nuevas.
—Tu disco nuevo sigue respetando la esencia del Nebbia que todos conocemos, pero “Sentimiento natural” se destaca porque tiene una frase que pareciera ser una síntesis de algo que querés gritar bien fuerte: “No importa que suene un viento distinto, si lo que uno sembró aquí se quedó”. ¿Tiene que ver con tu legado en la música o también con tu rol de lo que sembraste en tu familia o como hombre de la cultura?
—Me parece que es la sumatoria de muchas cosas. Para mí nunca está dividido lo que uno realiza artísticamente con la vida diaria. Uno proyecta una emoción y luego puede haber guerra o paz, pero la emoción persiste.
—A lo largo de las 16 canciones del flamante disco se ratifica lo que escribís en el cuadernillo con la cita “hay un gran acento puesto en el amor” y es algo que se repite en gran parte de tu obra. Más allá de que a lo largo de tu carrera tuviste sobradas demostraciones de tu pensamiento político hacia los sectores populares, no compusiste canciones teñidas de una bandera ideológica o una elección partidaria determinada, salvo “Quien quiera oír que oiga”, relacionada con el filme “Evita, quien quiera oír que oiga”, de Eduardo Mignogna. ¿No sentiste esa necesidad de cantar sobre determinadas temáticas sociales o simplemente no es lo que te gusta hacer?
—Siempre digo que si mañana hay una huelga de panaderos porque se comete una injusticia sobre sus libertades, prefiero escribir sobre las posibilidades de crecimiento que tenemos, si logramos entendernos, sin odio, sin violencia. Me interesa mucho que una letra diga lo que siento, pero de una manera amplia de imágenes, que cualquiera pueda llevarla para su historia personal. Comprendo que muchas veces han sido necesarias canciones de esas que llaman de “protesta”. Y las respeto. Pero no está en mi fibra transmitir así.
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Un disco dedicado al cine francés, con arte de tapa sobre una pintura de su mujer, Alexandra Deluca.
—”Yo no permito” es el último tema que aparece en tu libro de letras, que casi olvidás ponerlo según revelás, y explicás que la canción “se ha convertido en una sólida actitud frente a la vida”. A casi cuatro décadas de que la compusiste, ¿sigue siendo un sentimiento vigente en este presente, o qué otros “yo no permito” agregarías en este 2021?
—Creo que con la cantidad de desequilibrios sociales que existen internacionalmente, sumado a la violencia, las drogas, la ambición, la pandemia, las guerras, las fronteras, la pobreza y tantas otras cosas, siempre hay lugar para plantarse y decir “yo no permito”. Y seguramente ese llamado de atención del “yo no permito” deba comenzar humildemente por cuestiones que rodean la vida diaria.
—La última, después de tantos discos grabados y de tu libro de este año, ¿qué planes tenés para el 2022, en cuanto a giras y nuevas grabaciones o ediciones?
—Tenemos para este 2022 una presentación muy importante y masiva. El sábado 19 de marzo actuaremos en el famoso Lollapalooza. Lo haré en formato de quinteto junto a Nica y Tomás Corley (Los Reyes del Falsete), Leopoldo Deza y Ariel Minimal (Pez). En algún momento del año también debemos publicar un par de álbumes que ya están listos y no pudimos editarlo porque no hubo manera de presentarlos por la situación. Se trata del Vol. 2 de “Amigos del Litoral” con Los Hermanos Nuñez y Cacho Bernal, por un lado, y el otro es “Los Reyes del Falsete celebrando con Nebbia”. Lateralmente y en cuanto a ediciones discográficas aparecerá la Obra “Don Juan Tenorio”, el clásico que inició el gran Waldo De Los Ríos y luego continué y arreglé, a pedido de su viuda. También aparecerá un libro muy simpático (al menos para fanáticos), que son las “Conversaciones sobre canciones & composiciones 1965-1981”, que realizamos con el periodista musical Pablo S. Alonso. Y también seguramente editaremos alguna música de película y también un nuevo disco. Y si el tiempo y los huesos lo permiten, también habrá alguna que otra tocada de aquí para allá.