La cantante y compositora Lila Downs, uno de los grandes nombres de la world music y el canto latinoamericano, además de una performer de inigualable energía sobre el escenario, está de regreso por los escenarios argentinos para ofrecer su espectáculo Dos Corazones Tour. En el marco de esta gira, la mexicana se presentará con su particular estilo este sábado a las 20 en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito de Rosario (Parque Urquiza), en un concierto junto a La Delio Valdez, uno de los conjuntos musicales de cumbia más pujantes de la escena nacional.
Autora de “La cumbia del mole”, de una particular versión del anónimo “La cucaracha” y de “Zapata se queda”, Downs supo reconciliar tradiciones telúricas con sonoridades que no excluyen ni lo percusivo, ni el pop, ni lo eléctrico ni el jazz, y vincularlos al canto popular.
Luego de un extensa gira por el país, que la llevaron al Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires, el Cine Teatro Español de Neuquén y el Cosquín Rock, la cantautora hará pié en la ciudad para compartir escenario por primera vez con La Delio Valdez, en un recital donde la música, el baile y la cultura musical latinoamericana prometen ser los verdaderos protagonistas.
Este regreso de Downs a la Argentina es diferente a sus presentaciones anteriores. La mexicana llega embargada por un profundo dolor por la pérdida de quien fuera su pareja en los últimos 30 años, el bajista Paul Cohen, con el que gestó y desarrolló todo su proyecto musical, y que falleció en diciembre pasado a los 69 años.
“Aquí estoy, sobreviviendo a esta nueva vida después de haber perdido a mi pareja y coautor de todos mis cantos, es una nueva vida y hay que ponerle todo; afortunadamente la música nos acompaña y nos ayuda porque nos permite expresar nuestro sentir y creo, de hecho, que para nosotros músicos se trata de momentos únicos en los que nos desenvolvemos sobre el escenario de una manera más profunda cuando estamos atravesando un sufrimiento tan grande”, cuenta Lila en un charla telefónica con Télam, desde su casa en las colinas de Oaxaca donde está cocinando para su hijo de 12 años.
“No, no estoy haciendo mole -contesta-, sino un pastel de carne que se hace tradicionalmente en Estados Unidos pero viene de la tradición alemana”.
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MUCHO MAS QUE CUMBIA. La Delio Valdez combina ritmos del folclore argentino y centroamericano.
La gira Dos Corazones, inspirada en una canción nueva que grabará para el próximo disco, pensando también en Paul, propone un show con composiciones recientes que irán a este nuevo material de estudio que está presentando junto a temas anteriores, algunos convertidos ya en clásicos y que todo su público espera volver a escuchar cantando por ella en vivo, así como composiciones históricas de su extenso repertorio.
“Vamos cambiando de acuerdo a nuestro sentir, cada día y en cada ciudad sobre el escenario, y pensando también en ese cariño tan grande que viene de la gente. El amor es único y tan efímero y en estos momentos quiero expresar lo que estoy pasando, con un aprecio profundo por la vida y también un adiós a otro capítulo de la vida”, relata Lila.
—¿Dónde estás ahora, Lila?
—Estoy en mi casa de Oaxaca en en el sur de México, cerca de la ciudad pero algo apartada, sobre las colinas, estoy cocinando para mi hijo de doce años que tiene que comer un poco más de carnes, le va venir bien estar en Argentina.
—¿Cómo atravesaste la pandemia y el aislamiento que trajo consigo?
—Llegamos allí sin hacer mucha música pero felices de estar en casa y hacer cosas en familia. También sufrimos, como todo el mundo, la cuestión de la pareja en medio de todo ese encierro pensando en la posibilidad de ir cada uno por su lado pero surgieron cosas dentro de la misma música y el trabajo que hicieron que repensáramos nuestra vida. Después de estar mucho tiempo con alguien hay que decidir si estamos a gusto así o qué hacemos y eso nos pasó a nosotros, porque se dieron una serie de cosas, también el tema del peso de la muerte en Paul, ya hacía 10 años que sabíamos que él iba a perder la vida y eso no es fácil de atravesar, porque por un lado quieres vivir más y por otro te vuelves muy cuidadoso, eso nos afectó pero también, afortunadamente, la vida nos volvió a reunir. Al final de su vida, Paul tocó mucho, estuvo tocando mucha música al final, y eso es un ejemplo de fortaleza de vivir con esa realidad y vivir plenamente.
—Las pérdidas de gente tan querida y cercana son difíciles.
—Sabíamos que él iba a morir, cuando llegó la muerte fue como si la estuviéramos esperando todo ese tiempo y fue algo muy pesado, aunque también es verdad que en cierta forma yo lo supe enfrentar, cuando tenía 16 años perdí a mi padre de un paro al corazón y fue muy trágico. En ese momento, yo estaba sola con él y tuve como un pánico y tardé como siete años hasta restablecerme de eso y volver a sentirme como una persona total. En el caso de Paul no es que estaba preparada, pero sí consciente de que esto iba a llegar, es algo muy difícil de aceptar pero también es como un camino que sueltas, tu tienes la posibilidad de soltar, como dicen los budistas, y eso es necesario.