Ligia Piro es una de las voces más destacadas de estas latitudes. Con una amplia formación artística, hace treinta años construye una carrera sólida, principalmente dedicada al jazz. Acaba de lanzar su noveno disco, y vuelve a Rosario para presentar “Obras argentinas y latinoamericanas”, en el que muestra su versatilidad y jerarquía como intérprete a través de un vasto repertorio de canciones populares de la región. El show tendrá lugar este viernes 16, a las 20, en el Teatro Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
La artista lleva la música en la sangre. Hija de Susana Rinaldi y del bandoneonista Osvaldo Piro, esa historia familiar tiene mucho que ver con los temas que eligió para este nuevo espectáculo, en el que se corre de su propuesta más tradicional. Ligia invita a un viaje por el territorio latinoamericano (hay temas de Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela y México) y por los géneros, versionando a Chabuca Grande, Jorge Fandermole, Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes, Luis Alberto Spinetta, Teresa Parodi, Chico Buarque, y Fernando Cabrera, entre otros.
“Obras argentinas y latinoamericanas” cuenta con la dirección de Popi Spatocco en el piano, el cuarteto se completa con Norbi Córdoba en bajo, Martín Pantyrer en saxo y clarinete, y Mario Gusso en la percusión. En diálogo con La Capital, Piro habló de su vínculo con el canciones de su espectáculo y su relación entrañable con Rosario.
Este show tiene como recorrido el disco que grabé en 2012, con dirección artística de Popi Spatocco. El disco se llama “Las flores buenas” y parte de ese repertorio estuvo en un espectáculo que yo hice el año pasado en el CCK, “Obras argentinas y latinoamericanas”. Con este espectáculo voy a ir a Rosario, a la Sala Lavardén, donde estuve hace casi exactamente un año con el show “Mucho corazón”. Ahí conocí ese teatro hermoso, así que estoy muy contenta de volver. A Rosario voy siempre con la propuesta que esté haciendo en Buenos Aires. Junto con Mar del Plata, son las primeras ciudades a las que llevo mi música. Volver a Rosario siempre es maravilloso, tenemos un público divino, que siempre nos da una cálida bienvenida y yo lo agradezco infinitamente.
- ¿Qué te habilita como artista este repertorio popular latinoamericano?
Suelo hacer un repertorio jazzístico. Estoy por presentar en Buenos Aires el disco que acaba de salir con Ricardo Lew, “Volumen II”. Es la segunda parte de “Trece canciones de amor”, que conceptualmente abarca desde el jazz hasta los temas pop de los años setenta, pop inglés sobre todo. Pero este repertorio de “Obras argentinas y latinoamericanas” me dio la posibilidad de cantar canciones que tienen que ver con mi historia personal, con mi historia familiar, conmigo. Estoy cantando en mi idioma. Son todas canciones con las que tengo una historia, o porque conocí al autor o porque se cantaban en mi casa. Por ejemplo, Chabuca Grande fue parte de mi infancia, ella tocó con mi madre y con mi padre en Mar del Plata. Tuve el enorme placer de conocerla, y la fascinación de ver a esa mujer tan fuerte, tan hermosa.
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“Oración del remanso” es una canción que canto hace muchos años. No lo hago porque vaya a Rosario y Fandermole sea de ahí (risas), sino porque es parte de mí. Lo mismo con “Barro tal vez”, es un clásico y también un clásico de mi historia. Es una de mis canciones preferidas. Spinetta es maravilloso, es alguien de quien nunca me voy a despegar. También hay algo de Fito. Toco populares venezolanas o mexicanas como “El monigote” o “La Llorona”. Hay una canción de Teresa Parodi también. Ella estuvo invitada en el primer espectáculo en el que yo canté. Es una mujer muy querida para mí. “Esa musiquita te la presto para siempre”, me dijo. Es muy lindo saber que cuando estoy estas canciones, tengo esas conexiones tan personales y particulares.
- Hay algo de cantar en español y de que sean temas populares que debe generar otro clima en el vivo. ¿Cómo vivís eso?
Por supuesto el idioma hace que nos sintamos más cerca. Pero hay realmente público para todo. A mí me sorprende día a día cuánta gente amante del jazz está férrea mirando el espectáculo. Yo a veces no puedo creer lo que está pasando. Todo es música y esa es la conexión principal. La música trasciende el lenguaje en que se hable.
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- A principios de mes sacaste un disco nuevo con Ricardo Lew. ¿Cómo fue el proceso de elegir esas nuevas trece canciones de amor?
Con Ricardo tenemos mucha historia, mucho camino. Trabajamos juntos muchos años. Estos dos disco que tenemos grabados para mí son dos joyitas, porque estamos él y yo solos. En vivo sumamos algunos integrantes porque necesitamos otra cosa, y también está bueno que cambie un poco el sonido. Elegir el repertorio es un trabajo arduo que lleva mucho tiempo. Da mucho placer pero por otro lado agota un poco. El hilo conductor es el motor principal. Me doy cuenta siempre que se arma solo, cómo comienza un disco o un espectáculo, y el sonido que sigue, y el otro, y el otro. Cada tema lleva al siguiente, abre un camino. Así que yo me entrego a lo que mandan de arriba, como digo siempre.
- Hace treinta años que estás profesionalmente sobre los escenarios. ¿Qué te sorprende todavía?
Me sorprende el encuentro con la gente, su calidez. Me sorprende que en los momentos de crisis los espectáculos se llenen y que la gente tenga la necesidad de escuchar música, de tener un ratio para disfrutar de algo artístico, de poder ser parte de un hecho artístico. Eso me conmueve más que sorprenderme. Me conmueve y lo necesito como artista y como espectadora. Porque soy espectadora también, voy a ver música, teatro. Lo necesito también. Creo que es el motor principal que tiene el artista para seguir, sin importar la época que lo acompañe.
- ¿Qué viste últimamente que te movilizó?
Fui al Teatro Picadero “La vida extraordinaria” con Valeria Lois y Lorena Vega. Son dos actrices maravillosas. Es una genialidad. “Prima Facie” también me encantó, es dura pero me gustó mucho. Y lo último que fui a escuchar fue a Sebastián Peyceré y su trio. Es un grande total, un talento impresionante. Uno de los grandes bateristas del mundo para mí.