Sobre el escenario, Luciano Cáceres es René, un hombre que fue abandonado a los diez años y quedó subjetivamente estancado en esa infancia. En un pueblo remoto y rural, enfrenta sin maldad las violencias de sus vecinos y de su propia historia. “Muerde”, el primer unipersonal del actor, llega este viernes 7 de junio al CEC (Paseo de las artes y el río) con dos funciones a las 20 y a las 21.30
Escrita y dirigida por Francisco Lumerman, la obra se estrenó en 2023 en el Teatro Moscú, del circuito independiente porteño. Después, hizo una exitosa temporada en Mar del Plata que culminó con el Premio Estrella de Mar a Mejor Unipersonal.
“Muerde” es “un thriller en solitario, casi policial”, en el que René “intentará averiguar de dónde vienen sus heridas”. A lo largo de casi una hora, Cáceres le pone el cuerpo a ese niño adulto, desanda silencios espesos y dolorosos, y navega las turbulencias de una vida marcada por la marginación y el desamparo.
“A mí me interesó mucho el material, poder contar la historia de René, la historia de un hombre bueno, de un distinto. Es un chico al que primero abandona su madre al nacer y después su padre a los diez años en un taller de carpintería de ataúdes en un pueblo rural de la Argentina profunda. Se cría solo, tiene todo su desarrollo físico y se convierte en un hombre pero su cabeza se queda en esos diez años. Ve todo sin maldad, con inocencia, todo por primera vez. En el correr de 55 minutos de obra el público va a conocer su relación con el amor, con la sexualidad, con la gente del pueblo”, contó Luciano en diálogo con La Capital.
Para el actor, “Muerde” significó la posibilidad de abordar temáticas complejas desde la perspectiva única de esa infancia, una mirada que se corre de la crueldad y la mezquindad que además resuenan con el clima de época, en tanto modos imperantes de percepción de los otros.
“En estos tiempos, creo que vale la pena hablar de un hombre bueno en el sentido de la humanidad entera, no del hombre en tanto masculinidad. Lo interesante del enfoque es que es una obra muy potente y oscura, pero con el contraste de la luminosidad de la mirada de un nene de diez años, que no ve las cosas con el prejuicio o el juicio de lo que está bien o lo que está mal”, detalló Cáceres.
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Ante la frecuencia de los destratos de sus vecinos, René comprende que no debe salir de su casa durante el día y restringe sus expediciones exteriores a la nocturnidad. De esta forma, desarrolla el don de ver sin luz, el cual rápidamente es descubierto y aprovechado por los habitantes del pueblo para pedirle que se involucre en “cosas no muy santas como apropiarse de lo ajeno”. Todas estas secuencias van llevando al personaje a descubrir un límite, y en ese filo se construye el thriller.
Sobre el proceso que lo llevó a protagonizar la obra, el actor aseguró que hace “mucho tiempo” que quería trabajar con Lumerman. “Nos conocemos hace más de veinte años. Él se formó en la misma escuela que yo, en Andamio 90. Venía viendo sus trabajos y él los míos y teníamos muchas ganas. Me mandó el texto cuando yo estaba filmando una película en Madrid, lo leí en un tirón y le dije que cuando volviera a Buenos Aires nos poníamos a ensayar. Y así fue”, repasó.
Un unipersonal con varias capas
Aunque está solo en el escenario por primera vez en su carrera, Cáceres hizo hincapié en el equipo de trabajo de “Muerde” y la importancia de todos los roles creativos a la hora de sostener el unipersonal.
“Para mí, es un desafío enorme pero estoy muy contento. Se vivió todo el proceso con mucha naturalidad y si bien hubo parte del trabajo que fue en soledad, hubo mucha química con el director y con todo el equipo creativo de la obra. Si bien pareciera que uno está solo, no lo estoy para nada. Nunca más agarrado a un equipo como en este unipersonal. Muy bien acompañado con las luces, con la música original, con el espacio, con los elementos, que son muy poquitos pero están para contar muchas cosas”, afirmó.
De manera similar, Luciano subrayó la relevancia de la complicidad con los espectadores para contar la historia: “El vínculo con el público es personal. Por eso vamos a espacios donde el público pueda estar cerca. Intentamos cuidar esa magia. Y por eso preferimos, como el viernes, hacer dos funciones en un lugar donde pueda estar esa conexión con cada uno de los presentes, que ir a una sala más grande”, sostuvo.
Y esa relación con el público adopta particularidades territoriales. Antes de llegar a Rosario, “Muerde” pasó por teatros independientes de algunas localidades de provincia de Buenos Aires como 9 de Julio, Chivilcoy y General Rodriguez. “En los lugares más pequeños, la obra se resignifica y todos te dicen que conocen a un René. Y te cuentan atrocidades que les han hecho a estos personajes”, apuntó Cáceres en este sentido.
A su vez, el actor adelantó que si bien la historia se cuenta desde el punto de vista excepcional de una otredad, apuntala temáticas universales como “el poder de los unos sobre los otros”. Detalló: “El motor de la obra nace de una nota periodística donde a un pibe por robar un celular lo matan entre treinta, entonces tiene muchas lecturas: el abandono, la violencia naturalizada, la tendencia a ir en contra de un distinto, y también el amor y la ilusión”.
Finalmente, Luciano habló de la importancia de contar las historias propias, en un contexto de desfinanciamiento de instituciones culturales y de avasallamiento simbólico del trabajo e los artistas por parte del gobierno nacional.
“Yo confío en que el trabajo que uno hace, cuando es esencial, particular, autóctono, nuestro, se puede volver más universal porque tiene algo más verdadero. Hay un deseo genuino de contar eso, de no pensar en los números antes que en la artística. En ese sentido hablo a favor de la cultura en general, porque hay una tendencia a estandarizar, a contar de las mismas maneras. Y no porque algo funcionó en Nueva York tiene que funcionar acá. Creo que al potenciar nuestras historias, nuestros personajes, se logran mejores resultados”, apuntó Cáceres.
“Por eso es necesario que todas nuestras instituciones del Estado, las leyes y los derechos adquiridos para la promoción y para la actividad sigan vigentes, porque el peligro está ahí: no sólo en que deje de existir una industria, sino en que se dejen de contar nuestras historias. Y lo digo como alguien que vive en Buenos Aires y tiene otras facilidades y otros privilegios, y también la posibilidad de contar con cierta notoriedad y tener espacios para comunicar lo que hago. Pero lo que más peligra es el hacer. Porque si todo va a depender de que una plataforma venga a poner dinero para hacer una película acá, hay muchas historias que se van a perder”, concluyó.