Ulrich Mott es un seductor por naturaleza. Pero lo suyo va más allá de la conquista de una mujer poderosa, como en este caso la famosa periodista Elsa Brecht. Lo suyo es ir por todo, y para ir por todo no se puede estar del todo cuerdo. El doble ganador del Oscar Christoph Waltz (por “Bastardos sin gloria” y “Django sin cadenas”, ambas de Quentin Tarantino) debuta como director en una película que no llegó a los cines comerciales de Rosario y que está disponible en Amazon. Se trata de una historia basada en un caso real -del cual no conviene dar muchos detalles para no spoilear la resolución- y en la que Waltz tomó el difícil desafío de protagonizar y estar detrás de las cámaras. Aquí se pone en la piel de Ulrich Mott, un ambicioso escalador social que miente tanto que se cree sus propias mentiras. Sus planes no pasan por enriquecerse nada más, eso es poca cosa para Ulrich. Su coqueteo con la alta clase social de Georgetown tiene que ver con proponer planes de política exterior que podrían darle grandes soluciones a Estados Unidos. Su locura llega tan lejos que hasta anda por las calles disfrazado de embajador de Irak y llega a confundir a mentes brillantes. Quizá, al exponer que no eran tan brillantes, resida uno de los grandes logros de esta ópera prima. Lo primero que hace Ulrich es conquistar el corazón de Elsa (Vanessa Redgrave), quien podría ser su madre y sin embargo llegará a casarse con ella pese a la resistencia de su hija Amanda (Annette Bening). Con este trío protagónico, “Georgetown” atrapa de movida, sobre todo porque desde el vamos la trama toma vuelo con la muerte sospechosa de Elsa. Es aquí cuando el avance y retroceso en el tiempo va mostrando dónde estaba la punta del hilo en la enmarañada madeja. La película tiene separadores en los cuales se va viendo la evolución de Ulrich en la escala social en paralelo a su involución psíquica, derivada de sus ambiciones desmedidas. El Waltz director puso especial énfasis en mostrar una química tóxica en la relación de pareja de Urlich y Elsa. Ambos sienten más rechazo que atracción, pero están juntos porque se necesitan. Ella para demostrar que pudo superar la muerte de su marido y que pese a su edad es capaz de seducir a alguien más joven; y él porque tiene un plan maquiavélico en mente y no se detendrá hasta conquistarlo. Es en ese juego de intereses donde el film levanta la vara, y porque Waltz parece un director experimentado al lograr llevar el pulso de la película sin perder ritmo y manejar con sutilezas las situaciones dramáticas evitando golpes bajos y subrayados. Sin ser imperdible, bien vale la propuesta de viajar hasta “Georgetown”.