Rodrigo Yelin dice que tiene "casi 49 años", nació en Rosario cerca del Parque Independencia pero es hincha de Central. No es religioso, corre, le gusta la naturaleza y terminó quinto año en el Politécnico. Hasta ahí un rosarino más.
Por Laura Vilche
Rodrigo Yelin dice que tiene "casi 49 años", nació en Rosario cerca del Parque Independencia pero es hincha de Central. No es religioso, corre, le gusta la naturaleza y terminó quinto año en el Politécnico. Hasta ahí un rosarino más.
Pero vive un presente que lo hace singular entre los habitantes de la ciudad e imprescindible para la humanidad: es un científico que está trabajando 15 horas por día por una vacuna del Covid-19 en San Diego (Estados Unidos), la tercera ciudad del país en ciencia. Es uno de los tantos rosarinos por el mundo.
En diálogo con la Capital aseguró que "las investigaciones van muy bien". La vacuna en la que trabaja "no necesitará refuerzos, estamos por empezar los estudios clínicos con 108 personas, tendríamos los resultados entre septiembre y octubre, e incluirá adultos mayores y también a niños", adelantó y no descartó poder contar con las dosis a principios de 2021.
Yelin lideró varios programas de biotecnología para el agro y el desarrollo de remedios. Y cuando salió a escena el coronavirus a principios de año lo encontró trabajando en un proyecto de vacunas contra el cáncer en el laboratorio Arcturus Therapeutics de biotecnología de California.
Pero si bien esa investigación es vital, el Covid-19 revolucionó con su letalidad y rapidez de contagio al mundo, lo llamaron desde Singapur pidiéndole una vacuna y el laboratorio puso un equipo de 60 personas a trabajar rápidamente.
"Por suerte los resultados con animales fueron muy buenos, nuestra vacuna se queda en el cuerpo varias semanas y produce el antígeno del virus por mucho tiempo, por lo que los niveles de anticuerpos suben semana tras semana, sin necesidad de refuerzos: con una dosis estaríamos inmunizados por varios años porque a diferencia del resfrío este virus al parecer no muta tanto", dijo Yelin remarcando que esto es una hipótesis tras cinco meses de trabajo. Un comentario que genera esperanzas.
Pero no todo es color de rosas. Cuando este diario le preguntó si creía que la vacuna debía ser a "precio de costo" como está proponiendo la ONG Médicos sin Fronteras o si al menos sería accesible a todos los bolsillos contestó sin rodeos: "Lo más probable es que tendrán acceso primero los países que tengan los bolsillos más holgados, pero de alguna forma tiene que terminar siendo algo accesible para la humanidad".
El biotecnólogo agregó que no se puede desconocer que "hay muchos millones de dólares invertidos para llegar a un rédito loable y hay muchas personas que están trabajando tras las vacunas".
Sí, "las vacunas" porque hay más de cien investigaciones en juego en todo el planeta y Yelin sólo refiere al proyecto en el que está trabajando.
"Nuestra vacuna es de escasos microgramos (millonésima parte de un gramo) lo que permite fabricar millones de dosis, sin antibióticos, adyuvantes ni conservantes, algo que cuestionan los antivacunas, y como dije antes, de mucha durabilidad en el cuerpo", especificó y si bien no quiso polemizar dejó en claro que no acuerda para nada con los argumentos de quienes se oponen a vacunar en una pandemia como la del coronavirus.
De Europa oriental a Santa Fe y San Diego
A finales del 1800, varios inmigrantes judíos llegaron a Argentina desde Polonia, Rusia y otros rincones de Europa oriental. Se los conoció como Los Gauchos Judíos. Poblaron y trabajaron las tierras que había comprado el filántropo Barón Mauricio de Hirsch y el abuelo de Yelin, Benjamín, fue uno de los descendientes de estos inmigrantes.
"Aún recuerdo mi infancia en esos campos, con apenas cuatro años, junto a mi abuelo y en la yerra", rememora el investigador quien no heredó ni la actividad de su abuelo ni la de su padre, Julio, un comerciante.
Yelin padre nació en Villa Trinidad, en el departamento San Cristóbal, al oeste de la provincia y se enamoró de una maestra de escuela, Kuky Bleger, quien vivía a sólo 65 kilómetros de allí, en Monigotes. Ambos viven en Israel desde hace 30 años y ella se dedica a la rehabilitación de enfermos de cáncer a través del arte en hospitales.
Ambos, Julio y Kuky se mudaron más tarde a Rosario para escolarizar a sus hijos: Rodrigo y Gabriel, hoy geofísico en Houston (Texas). Allí, con él, sus padres y sus respectivas familias se los ve a ambos hermanos en en una foto familiar que ilustra el perfil de su WhatsApp.
"Era habitual que las familias judías del campo manden a sus hijos a la ciudad buscando carreras universitarias . Así fue que nací en Rosario, asistí a la Bialik y luego al Poli", dice Yelin quien confiesa que tiene un grupo de WhatsApp muy activo de nueve compañeros del secundario que se llama "My Brothers Politécnico" (Mis Hermanos del Poli).
Soñó con estudiar en el Balseiro ingeniería nuclear, pero se inclinó por la biología. "Porque es la vida, siempre me interesó ser científico, de niño me gustaba observar los insectos, mucho más tarde la genética para beneficio humano, la ciencia aplicada", comentó.
Apenas terminó el secundario en 1988 viajó a estudiar a Israel, donde viven sus padres desde hace 30 años. Estudió biología, hizo su doctorado en bioquímica se casó con una investigadora especializada en neuroncología, tiene dos hijos varones de 8 y 12 años, hinchas del club de Arroyito y desde hace tres años vive y trabaja en San Diego, sobre el Pacífico y pegado a Tijuana (México), en un país donde "el gobierno federal miró para otro lado, no trabajó contra el Covid como en Argentina, y los números hablan lamentablemente por sí solos solos", analiza.
Para Yelin , "lamentablemente habrá un rebrote acá en breve, en este momento estoy en una zona veraniega, y la gente está sin tapabocas y no respeta la distancia. Creo que habrá una segunda ola y más complicada, no soy epidemiólogo pero creo que se debería entenderse que este es un problema invisible; que donde no hay contagios hay que seguir cuidándose y no reunirse de manera multitudinaria y donde hay contagios habría que extremar los cuidados, que la gente no salga ni entre, que se los asista, pero para mí el aislamiento es indispensable y lo más seguro".
Preguntas y respuestas
Yelin no es un científico encerrado en el laboratorio y también hace preguntas durante la nota, sobre temas de debate público.
"La imagen de tu perfil es el pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo, ¿es una manera de apoyarlas?", pregunta ahora el entrevistado.
La charla deriva entonces en el tema "pañuelos": en la marcha suspendida por la pandemia el último 24 de marzo y cómo la acción se reemplazó en muchos balcones con el símbolo blanco y también en lo perfiles de las redes. Y se habla de otros pañuelos como los que definen posición frente a la discusión por la legalización del aborto.
Yelin explica que la pregunta la hace por curiosidad e interés porque, tanto la defensa de los derechos humanos como la legalización del aborto, le preocupan y aclara: "Apoyo ambos temas cien por cien".
La charla vuelve al rumbo del inicio, a la de la actividad profesional del biólogo, la vacuna que le quita el sueño y a sus raíces en Rosario.
Yelin dice que no sólo tiene amigos en esta ciudad sino también primos y tíos. Se comunica con ellos y confiesa que "los extraña" tanto como ir a ver a su cuadro de fútbol jugar en el Gigante. Pero como sabe que sus afectos están bien se queda tranquilo.
Dice que también piensa en ellos desde el norte del mundo cuando trabaja en esta vacuna. Y asegura que tiene "esperanzas" y que será la salida para que esta pandemia se convierta rápido y definitivamente en un mal recuerdo.