En homenaje al trabajador olivicultor y su aporte al desarrollo de la región, Arauco prepara su Fiesta Nacional cada 24 de mayo, donde la fecundidad de su tierra y riqueza paisajística se muestran al turismo con atractivos sorprendentes. Con grandes artistas musicales y la coronación de su soberana culmina la semana festiva de su edición 78º en la ciudad de Aimogasta.
La Rioja es la primera productora de aceituna de mesa y exportadora de aceite de oliva de Argentina, convirtiéndose en la embajadora de la ruta gastronómica que combina lugares, sabores y colores, con su proyecto recientemente lanzado de la Ruta del Olivo Riojano.
A 130 kilómetros de la capital riojana, este Departamento de voz indígena que significa “Agua de la Grega” es conocido como la Capital Nacional del Olivo, mientras escribe su historia entre la fecundidad de su tierra y la riqueza paisajística que lo identifican en el Corredor de la Costa.
Situada en las últimas estribaciones de la Sierra de Velasco, Aimogasta, Capital Nacional de la Olivicultura y localidad cabecera del Departamento Arauco, se encuentra al norte de la provincia de La Rioja. Concentra una porción de la mayor superficie implantada de olivos convirtiéndolo en un importante centro comercial y turístico. La región ostenta además ser el primer productor de jojoba en el país.
La Ruta del Olivo Riojano, cuyo proyecto fue lanzado recientemente, busca articular diferentes sectores como herramienta de desarrollo económico, conjugación sinérgica del turismo, industria y producción, merced a un proyecto estratégico del Gobierno de la Provincia a través del Ministerio de Planeamiento e Industria, a cargo de Rubén Galleguillo, y financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Padre de la olivicultura nacional
El Olivo Cuatricentenario, emblema indiscutible que identifica a los arauqueños, fue reconocido como el Padre de la Olivicultura en Argentina y declarado no sólo árbol histórico sino que desde 1953 es celebrado cada 24 de mayo como el Día Nacional de esta actividad agroproductiva.
Empresarios, cosecheros y bellas candidatas a portar honor en la fiesta conocida a nivel internacional, se reúnen en su honor. El histórico árbol se conserva en su hábitat natural cultivado con métodos tradicionales que incluye el riego por inundación y la superficie cultivada dividida en melgas.
Relatos históricos aseguran que, este noble árbol fue salvado de la tala masiva ordenada en toda América por el Rey Carlos III (de la corona española), en el siglo XVIII, ya que celosamente se anoticiaban de la rápida multiplicación de sus plantas y la excelencia de sus productos del varietal arauco. El colorido de la narración –afirman– fue que la única plantita fue tapada por una batea que doña Expectación de Fuente de Avila, utilizó como protección.
A partir de esa pequeña planta volvió a esparcirse la olivicultura no sólo en la Argentina, sino que también se llevaron estacas a Chile y Perú, justificando el atributo conferido por decreto nacional como “Padre de la Olivicultura” en 1946, mientras era declarado Monumento Histórico Nacional en 1980.
Exquisita gastronomía
Carnosas, en salmuera, pasta o rellenas, es el inicio de cualquier picada por esta región productiva, infaltables para una salsa en platos gourmet o tentarse y comprar en los diferentes establecimientos olivareros en Arauco, Chilecito y Capital, trípode productivo donde se asienta la mayor superficie implantada, 27.000 hectáreas que transforman la región con el aroma de este oro verde productivo.
Con un año de excelencia en la cosecha, la provincia logró alcanzar las 180.000 toneladas, cifra récord que posiciona nuevamente a La Rioja como la primera a nivel nacional en superficie, cosecha y exportación.
La Fiesta Nacional de la Olivicultura es el cúlmine de una intensa semana de festejos, y ya entrada la madrugada se elige a la Reina Nacional, siendo su misión promocionar y posicionar el acervo histórico, turístico y cultural riojano. Tanto el Gobierno de la Provincia, como Municipal y la Comisión Organizadora, buscan innovar en cada edición y lograr la excelencia que merecen los espectadores que se incrementan año a año.
Diferentes atractivos hacen de este Departamento un destino digno de visitar durante todo el año. Las aguas termales que propician al visitante propiedades curativas en Santa Teresita; ruinas y antropología explican el paso de los años; apacible silencio y hospitalidad marcan rigurosa la facultad del turista de ser parte de esta tierra, cuya paleta colorida marca el inicio hacia un viaje a los orígenes.
Vientos y adrenalina
Poseedor de un hermoso paisaje de suelo arcilloso de siete kilómetros de largo por cuatro de ancho, Vientos del Señor es ideal para la práctica deportiva del carrovelismo y kitebuggy. Sus vientos constantes que superan los 50 kilómetros por hora y sumados a la magnitud de la superficie, permiten alcanzar grandes velocidades. Inigualable parque de aventuras que representa verdaderos desafíos deportivos para maquinas y pilotos, transitando por dunas gigantes, ríos caudalosos y desiertos indómitos.
Aquí, con la adrenalina a flor de piel, pilotos de enduro despliegan sus mejores saltos. Tan sólo a 30 kilómetros de la cuidad de Aimogasta y a 90 de la capital riojana, este complejo turístico cuenta con equipos e instructores para las diferentes disciplinas deportivas; refugios con asadores individuales, quinchos y hornos de barro.
Onda religiosidad
La sabia naturaleza talló en una gran roca un fuerte perfil humano, es el Señor de la Peña, donde un profundo sentir religioso hizo encontrar el rostro de Cristo. La imagen que emerge aislada en la aridez del páramo circundante, es objeto de gran devoción desde el siglo XIX. Peregrinos y promesantes llegan en busca de paz espiritual invocando su protección, cada Jueves y Viernes Santo.
La profunda devoción se ve reflejada en la colocación de pequeñas cruces y encendido de velas al pie del santuario, otorgándole una atractiva vista. La Iglesia riojana celebra por ello la vigilia y liturgia correspondiente. La cruz inicialmente puesta al pie de la enorme roca representa desde entonces la debilidad humana que busca firmeza en Dios.